Jóvenes artistas que alzan la voz
Un proyecto pionero acerca el mundo laboral a futuros creadores a través de debates y actividades pedagógicas en el Teatro Fernán Gómez
Una veintena de jóvenes se reúnen en el Teatro Fernán Gómez en la segunda sesión de Ágora Joven, un proyecto pedagógico ideado por la actriz María Pastor que pretende ser un espacio de debate para dar voz a jóvenes artistas que empiezan a integrarse en el mundo laboral. Los asistentes, de entre 15 y 20 años, comparten sus intereses en debates y actividades creativas. Unos quieren convertirse en técnicos, productores o directores. Otros quieren dedicarse a la interpretación. Pero, a todos les une su afán por querer hacerse un hueco en el panorama de las artes escénicas. “Muchos de ellos se acercan al mundo laboral sin muchas esperanzas. Se encuentran perdidos al acabar sus estudios y empiezan a ejercer esta profesión con muchísimo desánimo”, cuenta Pastor.
“Los jóvenes no sabemos qué rumbo tomar. Nos tienen denostados”, declara Pablo Del Pozo, estudiante de Arte Dramático de 19 años. Del Pozo cuenta que actualmente en las audiciones se valoran otros factores que van más allá del talento de los artistas, como el número de seguidores en Instagram: “Eso crea mucha frustración”. Por este motivo, decidió apuntarse al programa, que pretende servir como guía en el inicio de sus carreras profesionales.
Durante las jornadas, los jóvenes conocen la programación del Teatro Fernán Gómez, los modos de trabajo de las compañías y sus historias. Se trata de un club de espectadores en el que se descubre el tejido teatral actual a través de la programación del teatro público. Además, recibirán conferencias de profesionales del sector, como Raúl Fernández y Alba Soto.
Vera Ortega, de 25 años, coincide con su compañero: “Es muy difícil que los teatros de Madrid se abran a nuevas propuestas. El ambiente es muy hermético y competitivo y el pastel es pequeño”. La madrileña ha vuelto a su ciudad natal tras finalizar sus estudios de Traducción y Literatura en Roma. “Me encontraba fuera de lugar. Esta experiencia me está sirviendo para reconectar con la ciudad y la gente”, confiesa. Además de su interés por la escritura, siente pasión por la danza y el teatro.
La sala es un lugar de encuentro y de debate donde los jóvenes aprenden a desarrollar un criterio propio. Como su nombre indicia, el proyecto se dirige hacia la disciplina de la filosofía con el fin de desarrollar un pensamiento crítico. De esta manera, posibilita el surgimiento de futuras iniciativas. “Se sienten escuchados y libres para proponer sus propias ideas creativas”, dice su coordinadora.
Los jóvenes han participado en la creación del propio proyecto. Entre todos han ultimado el diseño de la experiencia que comenzará en febrero. Además de un manifiesto en el que ellos mismos redactan sus propias normas de compromiso, escriben sus ideas creativas en un cuaderno de bitácora que se van turnando después de cada jornada.
Esta semana es el turno Doménica Bravo, de 21 años. La joven viene de Ecuador y asegura que en Madrid hay más oportunidades laborales que en su país de origen: “Allí las artes escénicas no reciben tanto apoyo”. La futura actriz cuenta que se apuntó al programa porque considera que antes de salir al mundo profesional hay que construirse. Pero, admite que en su círculo la sensación es de desasosiego: “Todos me dicen que aquí no hay oportunidades para ser actriz y me sugieren que me vaya a Londres o a Estados Unidos”.
Las perspectivas de futuro entre los jóvenes difiere para aquellos que vienen de otros países en busca de oportunidades profesionales en la capital. Este es el caso de Ismael Almonte, 24 años, que se trasladó desde República Dominicana hace tres años para estudiar Artes Escénicas en la Universidad Nebrija: “En mi país hay mucha precariedad laboral en el teatro. La escena aquí es muy variada. Hay teatro comercial, independiente y clásico. Las oportunidades están ahí, solamente hay que buscarlas”. El proyecto cuenta también con un grupo de mayores de 25 años, especialmente dedicado a jóvenes profesionales en busca de oportunidades laborales.
El programa recoge la experiencia pedagógica con jóvenes profesionales de la compañía Guindalera, que ha llevado a cabo innovadores proyectos de formación artística y de desarrollo de audiencias. La sala teatral nació en 1996, vinculada al Teatro de Madrid en la Vaguada. Dos años después, la compañía trasladó su sede al barrio que le da nombre, La Guindalera. Pastor capitaneó los últimos años el espacio creativo que habían fundado sus padres hasta que cerró poco antes del estallido de la pandemia: “Mis padres se han dedicado a esto toda la vida y yo me he criado viéndolo”. La actriz cuenta con más de 20 años de experiencia pedagógica en la creación de actividades para jóvenes, campañas escolares y clases de interpretación. A Pastor le gustaría extender este proyecto a otros teatros públicos de Madrid: “Es un deber prestar atención a los jóvenes profesionales”.
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