_
_
_
_
_
A mi bola
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Bienvenidxs a Matrix

Hay una necesidad urgente de invertir prioridades y poner en primera línea a la familia, los sueños, el amor y los cuidados

Una familia mira la televisión en casa durante el confinamiento, en Madrid.
Una familia mira la televisión en casa durante el confinamiento, en Madrid.© Luis Sevillano/El Pais
Asaari Bibang

El ritmo de vida que llevamos no da para cuidar, ni para mimar, ni para nada. Y eso quema, entristece y da ansiedad. Porque cuando tú trabajas ocho horas al día (si no surge nada) pero tardas hora y media en ir y hora y media en volver de tu trabajo, cosa muy habitual en Madrid, ya no son ocho horas, son once, once horas de dieciséis. Para cuando llegas a casa con tus seres queridos estás cansada, irascible y hasta el higo, la verdad.

Y sí, siempre decimos que vemos a nuestrxs hijxs y se nos pasan todos los males, pero es increíble la cantidad de veces que esos bichitos pueden decir “mamá” en un minuto a una cabeza que ya no está para absorber nada más. Joder, cuando llegamos a lo importante resulta que mil mierdas han consumido ya toda nuestra paciencia. Y quien dice hijxs, dice pareja, dice padres o a ti mismx, que a veces parece que se nos olvida, pero tú también te tienes que cuidar y mimar y tratarte con cariño.

No sé a quién se lo escuché, pero me encantó: no te hables así, que te oyes. Me decía mi madre el otro día que la tengo abandonada, después intenté hacerle entender que me tengo abandonada a mí misma y que llevo semanas sin dormir con mi marido y ya no hablemos de hacer el amor, ¡y no nos pasa nada malo eh! ¡ Solo es la vida!

Te dicen: bueno, son rachas. Pero no son rachas. Es cómo está estructurado este sistema que te dice que tenemos que ser felices con los detalles, con las pequeñas cosas y ostras, sí, pero no, porque luego ves las vidas fastuosas de algunos que viajan a la luna mientras otros mueren en un tornado para que ellos puedan hacer sus payasadas y encima les alaben por ello.

Hay algo en esta historia que no cuadra con ser feliz y no quiero hablar por todxs, pero conozco a demasiadas personas que se sienten igual en un mundo que prioriza la producción a la convivencia. Que esto no va de hacer briefings eternos ni de ponernos modernos y que nos lleven a toda la plantilla a jugar a paintball o a un scape room (todo y que mola).

Hay una necesidad urgente de invertir prioridades y poner en primera línea a la familia, los sueños, el amor y los cuidados, porque para mí es evidente que toda la miseria salió a flote en cuanto el confinamiento puso al sistema actual en jaque. O podemos seguir con la boca callada y los ojos vendados pensando que somos hormigas y podemos soportar hasta quince veces nuestro peso.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

El peso de la frustración, del agotamiento y del tiempo que pasa, con esa horrible sensación de que pasa sin nosotros y sin todo aquello que de verdad importa.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_