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Madrid se fue de botellón tras el confinamiento y volvió a casa con el toque de queda

Las actuaciones por consumo de alcohol en vía pública de la Policía Municipal se dispararon un 63,7% en la capital durante el verano con respecto a 2019 y solo descendieron con el toque de queda

Grupos de gente reunidos en el parque de las Vistillas en septiembre del año pasado.
Grupos de gente reunidos en el parque de las Vistillas en septiembre del año pasado.DAVID EXPOSITO
Ignacio Gallello

Madrid tenía ganas de salir después del confinamiento, pero la ciudad había cambiado. La noche madrileña se arrastraba entre el cierre temprano del ocio nocturno y las restricciones de aforo, la obligatoriedad de la mascarilla y la prohibición de fumar si no se podía mantener la distancia social. A pesar de esto, sus habitantes volvieron a verse tras el apagón social que supuso el encierro, y para ello, aparte de a la picaresca, recurrieron a una estrategia con solera: el botellón.

Los vecinos de la capital volvieron a beber en la calle a pesar de que el aumento de la vigilancia policial intentara evitarlo. El Ayuntamiento asegura que llegó a “casi” duplicar el número de agentes, lo que provocó un aumento del 63,7% en las sanciones por consumo de alcohol en la vía pública entre junio y septiembre, según reflejan los datos de la Policía Municipal. El refuerzo se vio motivado ante la percepción de que el botellón se estaba expandiendo y se temía que disparara los contagios, según un portavoz del Consistorio. Este aumento de las sanciones solo se detuvo en noviembre, y con fuerza, con la llegada del toque de queda y el nuevo estado de alarma. En total, en 2020 se registraron 41.888 infracciones frente a las 39.742 de 2019.

Abril fue el mes negro para toda actividad en España, incluido el botellón. Apenas se registraron 407 infracciones, frente a las 3.475 del mismo mes en 2019, un derrumbe del 88%. Después, las infracciones se dispararon. Un portavoz del consistorio madrileño confirma que advirtieron un “aumento” de los botellones a principios de verano. Debido a esto, y al temor a que beneficiara a la expansión del coronavirus, se incrementó el número de agentes dedicados a la labor de atajar el problema hasta “casi duplicarse”. Desde el Ayuntamiento también resaltan que se hicieron campañas de concienciación para disuadir a los jóvenes de que llevaran a cabo este tipo de actividades y recuerdan que “el consumo de alcohol el vía pública está prohibido en la ciudad”.

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A pesar de las medidas, el ritmo de contagios volvió a crecer de manera preocupante desde finales de julio. Sin embargo, es difícil establecer una relación directa entre el aumento de los botellones y el empeoramiento de la situación sanitaria, ya que el crecimiento de esta actividad había alcanzado cotas casi normales en mayo y ascendido meteóricamente en junio, mientras que los números de la pandemia en Madrid presentaban una evolución mucho menos dinámica en esos meses.

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Sara Moreiras hizo botellón con sus amigos en septiembre, aun cuando era un tipo de actividad que hacía mucho que no realizaban: “Íbamos más a los bares, habíamos dejado los botellones, ha sido como volver a la infancia”. Cuando el bar donde se encontraban aquel día cerró, ellos decidieron seguir tomando algo en un parque cercano a Madrid Río. Esta joven de 26 años, técnica de iluminación en un teatro, admite que al final fueron “13 o 14 [personas] en total”, algo más del límite permitido en las reuniones por aquel entonces. Llegó a aparecer un coche de policía, pero “escondieron” un poco las bebidas, se separaron en dos grupos y al final la sangre no llegó al río. Entonces no había toque de queda, y una persona podía pasear por Madrid hasta las tantas de la madrugada, aunque no pudiera hacer mucho más.

La Comunidad de Madrid puso en el punto de mira a los jóvenes con varias campañas por considerarlos vectores de contagio. Pero por otra parte, un informe reciente de la FAD (Fundación de Ayuda contra la Drogadicción) apunta que los jóvenes han mostrado una actitud más responsable de lo que se reconoce. Marina, otra madrileña, afirma que también se ha juntado en parques para tomar unas “cerves” con amigos cuando “cerraban las terrazas de los bares”. Sin embargo, esta joven no cree que se les pueda cargar con la culpa de los contagios por hacer botellón cuando la cultura del ocio que se “vende” gira en torno al consumo y más concretamente al consumo de alcohol, mientras no se potencian otras como la cultura.

Finalmente llegó el toque de queda con su límite horario hasta las doce de la noche para tratar de frenar una situación epidemiológica que, lejos de estabilizarse, empeoraba por momentos. La caída de los botellones acompañó a la bajada inicial de la curva que se experimentó hasta mediados de diciembre, pero después tomaron caminos diferentes, y mientras Madrid cerraba diciembre con una cifra de botellones un 55% más baja que en 2019, los contagios tomaban impulso de manera dramática.

Los distritos

El reparto de las infracciones varía mucho de un distrito a otro. Centro se lleva la primera posición, con un acumulado de 8.297 actuaciones en 2020, casi un 20% del total. Le siguen de lejos Usera (5.226), Villaverde (3.702) y Latina (3.262). El equipo de cola lo encabeza Barajas, con apenas 143 actuaciones policiales por alcohol en la vía pública, apenas un 0,34% del total, y cierra la tabla junto a Moratalaz (490), Vicálvaro (546) y Villa de Vallecas (552).

La factura del botellón

Las sanciones por consumo de alcohol ascienden hasta los 600 euros, si bien es verdad que si se pagan en un plazo determinado esa cuantía puede ser inferior, el importe también puede ascender si la persona que ha cometido la infracción es reincidente o si conlleva agravantes como infringir la normativa sanitaria al no llevar mascarilla el sancionado. En total, tomando en cuenta el valor máximo de la multa, la factura del botellón que estarían pagando los madrileños en 2020 podría ascender hasta los 25 millones de euros, la mitad de los que costó el hospital de pandemias Enfermera Isabel Zendal.

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