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En busca del indeciso | 5. Cádiz. El sanchismo explicado desde un chiringuito

La tensión de la campaña se diluye a medida que nos acercamos a la orilla. En los lugares de veraneo pierden sentido algunos conceptos utilizados como arma arrojadiza en el enfrentamiento electoral

Elecciones generales Cadiz
Virginia Faixat y Carlota Martínez en el chiringuito 'El Potito' de Cádiz, este martes.Álvaro García
Jacobo García
Indecisos B - Cádiz

Cádiz

Desde un chiringuito a de Cádiz, tratamos de responder desde la arena a en qué consiste el sanchismo. Precisamente, en Andalucía, considerado en el pasado un bastión del PSOE, pero que ha consolidado su giro a la derecha con Juan Manuel Moreno Bonilla al frente de la Junta. La comunidad es también donde Sánchez va de vacaciones.

El sanchismo según Pedro Sánchez, el protagonista, “es una suma de mentiras, manipulaciones y maldades”. Según Alberto Núñez Feijoo, el propagandista, “es hacer política con la división y la fractura en bloques”. Y según Ana María, sentada bajo la sombrilla con las piernas al sol “es un sándwich mixto pero con más cosas”.

En el chiringuito El Potito de la playa de la Victoria de Cádiz, las cervezas salen de la barra en manos de camareros que tienen una frase para cada cliente: “Señora, no conocía yo a este hijo”, “¿le traigo el vino de ayer, caballero?”, “¿esta pareja de enamorados va a comer algo…?”.

Los novios de la mesa del fondo comparten unas papas aliñás, “pero sin mayonesa, que eso es un invento de Madrid”, regaña el camarero. A la pareja no le importa hablar de política, pero levantan los hombros cuando oyen la palabra sanchismo. A unos metros de la mesa, tres compañeros de trabajo hablan con naturalidad de Sumar, Feijoó y la posible llegada de Vox después de un arroz negro. Pero ponen cara de “dijiste que íbamos a hablar de cosas serias”, cuando oyen lo de sanchismo.

Carlota Martínez y sus seis amigas de Barcelona celebran a 1.100 kilómetros de casa el 27 cumpleaños de una de ellas. Gafas de sol, bañadores, sal, cremas, chanclas y chupitos para alegrar cuatro días fuera de la consultoría. De todos los temas que el grupo intercambia durante varias horas de comida, ninguno de ellos tiene que ver con las elecciones. Hasta que aparece el tema. “Dudo entre el voto útil y el inútil. El voto inútil es para ERC, que es a quien he votado antes, y el útil para el PSOE, para tratar de frenar a la derecha”, explica. A Carlota le asusta la llegada al poder del PP y Vox. “No solo por las implicaciones que tiene para Cataluña”, dice, “sino por lo que asusta en temas de derechos humanos, de políticas relacionadas con la mujer y para las libertades en general”, dice antes de ponerse frente a la cámara de Álvaro García.

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—¿Qué piensas del sanchismo?

—¿El qué?

Donde hace media hora había un cumpleaños, ahora están Elena Garrido (71 años) y su hermana Carmen (69), que han llegado de Sevilla para pasar unos días juntas en Cádiz. Con las gafas de sol, la pamela y el pareo, ambas podrían ser parte de un cuadro de Sorolla del que han salido para descansar un rato. Tienen claro que votarán al PP y hablan con tanto apasionamiento de las elecciones que ya han comprado los billetes de tren para llegar a votar el domingo 23-J. Aunque no han dejado de mirar su iPad, frente al azul del Atlántico las tertulias, los mítines y las lonas tienen un tono distinto: “No me gusta que ningún partido haga sentir en cada elección que si gana el otro llega el Apocalipsis. Tampoco me gusta que digan que el PP es Vox ni tampoco que el PSOE es Bildu”, dice Elena.

—¿Sanchismo?

—Niño, se te va a poner cara de amargao. Cómete el arroz, que se enfría.

Ana María Baizán (52), criada en Cádiz, prefiere venir a pasar la tarde a la playa de La Caleta porque no hay que pagar “y hay menos tontería”. Así que sin soltar un céntimo remata la tarde con el Balneario de 1926 a su espalda y el espectacular atardecer frente a ella.

—¿Sanchismo?

—No sé, contesta, será un sándwich mixto con cosas.

—¿El sansismo? —repite la amiga— Será un santo que se gustaba mucho a sí mismo —dice entre risas.

Ana María, que baja cada día con su silla y su bocadillo a hablar con las comadres en la “reunión”, tiene claro que votará al PSOE porque es un partido más igualitario. “Porque el PP se queda con todo, pero el PSOE al menos te deja lamer los restos”, dice. “Pedro Sánchez lo ha tenido todo en contra: una pandemia, los muertos de Putin y un volcán…”, dice. “Y encima los empresarios han aprovechado para subir los precios y está todo carísimo”.

—¿Ha sentido mucho la subida en el supermercado?

—Está todo tan caro que hasta las compresas las compro sin alas para ahorrar —dice, como si fuera una fábrica de chistes

—¿Qué le parece Pedro Sánchez?

—Para chuparse los dedos.

—¿Ana María, cuántos años tiene?

—50.

”Bueno, tiene 52″, salta su amiga, incapaz de resistirse. “Pero claro, ella no miente, cambia de opinión”.

Y las dos se ríen tanto que están a punto de caerse de la silla. Como la mayonesa en las papas, el sanchismo en La Caleta es un invento de Madrid.

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Sobre la firma

Jacobo García
Antes de llegar a la redacción de EL PAÍS en Madrid fue corresponsal en México, Centroamérica y Caribe durante más de 20 años. Ha trabajado en El Mundo y la agencia Associated Press en Colombia. Editor Premio Gabo’17 en Innovación y Premio Gabo’21 a la mejor cobertura. Ganador True Story Award 20/21.

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