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Los ‘pellets’ trastocan la campaña electoral del PP en Galicia

El partido confía en revalidar la mayoría absoluta con Alfonso Rueda, pero crecen las críticas internas por la gestión de la crisis: “No se podía haber hecho peor”

El presidente de la Xunta, Alfonso Rueda (izquierda), visita la playa de Barrañán, una de las afectada por el vertidos de microplásticos en Galicia. EFE/ David Cabezon/Xunta de Galizia
El presidente de la Xunta, Alfonso Rueda (izquierda), visita la playa de Barrañán, una de las afectada por el vertidos de microplásticos en Galicia. EFE/ David Cabezon/Xunta de GaliziaDavid Cabezon/Xunta (EFE/ XUNTA/ David Cabezón)
Elsa García de Blas

A Alfonso Rueda le ha aparecido una china en el zapato del tamaño de una lenteja. Esa es la dimensión de los pellets, los microplásticos que salpican las playas gallegas desde diciembre, tras la caída al mar de varios contenedores del buque Toconao en aguas de Portugal. El presidente de la Xunta de Galicia y candidato por el PP el 18-F se ha pasado su primera semana de precampaña hablando de estos polímeros que empezaron a recoger el día de Reyes voluntarios antes de que lo hicieran los medios de la Administración que dirige. Es lo que los expertos en comunicación política llaman “perder el marco”, es decir, que se hable de lo que tu adversario quiere que se hable, en vez de que la conversación pública la domines tú, algo importantísimo en una campaña electoral.

El pasado lunes, en su estreno en Madrid como candidato arropado por Alberto Núñez Feijóo, Rueda reconoció que le preocupaba el impacto electoral de esta crisis medioambiental que el PP ha insistido en minimizar. No es el único en el PP. La gestión de la Xunta de la crisis de los microplásticos inquieta en sectores de la dirección popular. “No se ha podido hacer peor”, admite un dirigente del núcleo duro, que ha visto al Gobierno gallego desorientado. Los populares creen, sin embargo, que pese al pellet que se le ha metido a Rueda en el zapato, su mayoría absoluta no corre peligro.

Rueda adelantó las elecciones gallegas al 18 de febrero animado por Feijóo, que le aconsejó hacerlo cuanto antes una vez había aprobado los presupuestos. El barón gallego le hizo caso y convocó la semana de Nochebuena pese al vértigo que en algunos foros del partido daba que Galicia concurriera en solitario a las urnas, sin la compañía del País Vasco, porque La Moncloa tendría todos los focos puestos en esa batalla. Pero para Génova el contexto era inmejorable y por eso insistió a Rueda. Las elecciones se van a celebrar en plena tramitación parlamentaria de la ley de amnistía mientras colea el desgaste de los acuerdos con los independentistas para la investidura de Pedro Sánchez. Nadie podía imaginar que el vertido de microplásticos del Toconao iba a interponerse en los planes de Génova y de la Xunta de una campaña plácida y con el viento a favor.

El relato de los hechos de la crisis de los pellets demuestra ―coinciden dirigentes del PP― que la Xunta ha actuado, como poco, lenta de reflejos, sobre todo teniendo en cuenta que tenía encima unas elecciones. El primer aviso llegó el pasado 13 de diciembre, cuando Rodrigo Fresco, un hostelero del pueblo de Corrubedo (Ribeira, A Coruña), alertó al 112, el servicio de Emergencias dependiente de la Xunta, que había sacado de la orilla “unos 58 o 60 sacos de bolitas blancas que huelen como a gasolina”. Un par de semanas después, el 4 de enero, la Consellería do Mar de la Xunta envió una carta a los Ayuntamientos gallegos informándoles de la presencia de pellets en las playas desde el 21 de diciembre. En público, la Xunta ha insistido en que la primera comunicación del Gobierno central avisando del vertido les llegó el 4 de enero. Pero la Administración gallega ya estaba al tanto.

En esa misma carta, la Consellería do Mar explicaba a los consistorios que resultaba “imposible” retirar ese residuo en el mar y que la limpieza debía hacerse “en la costa”. Esta semana, sin embargo, la Xunta ha insistido en pedir al Gobierno medios para recoger los pellets en el mar. Los primeros que lo hicieron, el 6 de enero, fueron cientos de voluntarios coordinados a través de mensajes por la aplicación de mensajería instantánea WhatsApp.

La Xunta se ha enredado también con el nivel de alerta, que se negó a elevar y después rectificó y subió el 9 de enero, un día después de que lo hubiera hecho Asturias, donde también han llegado los microplásticos. Además, tanto el Gobierno gallego como Feijóo han insistido en la no toxicidad de los pellets pese a que la Fiscalía de Medio Ambiente, que ha abierto diligencias, ha estimado que “presentan indicios de toxicidad”.

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Los vaivenes del Gobierno gallego no han gustado a algunos sectores de la cúpula de Feijóo. “No se ha podido gestionar peor”, lamenta un miembro de la dirección nacional del PP, que discrepa de la tardanza de la Xunta en actuar. “Yo habría elevado el nivel de alerta al máximo, y luego, si hace falta, pues lo bajas”, estima. “El tema está en el punto de que [la noticia] o desaparece o coge vuelo. Como aparezcan con trajes de buzo a limpiar las playas... ya tenemos la foto en todos los periódicos”, alerta.

En el núcleo duro de Feijóo también admiten que el Gobierno gallego ha aparecido “más a la defensiva que a la ofensiva”, pero sostienen que no le pasará factura. “Es tan burdo el intento de la izquierda de convertir esto en otro Prestige [en referencia al petrolero que naufragó en 2002 frente a Galicia y cubrió de fuel miles de kilómetros de costa],que les deseamos mucha suerte. No tienen imágenes, basta comparar el negro del chapapote con al plástico transparente de los pellets”, razona un miembro del equipo del líder del PP. Sin embargo, la Xunta parece haber tropezado con las mismas piedras que en la catástrofe del Prestige, aunque desde el punto de vista del impacto medioambiental una y otra crisis tengan dimensiones muy diferentes.

Pese a los errores, nadie cree en el PP que en estos momentos esté en riesgo la mayoría absoluta en Galicia. Los populares apuntalan su tranquilidad en varios datos. El primero es que en las generales del 23 de julio el PP ganó en Galicia con un resultado (699.513 votos) que es mejor que el de las últimas autonómicas, en las que consiguieron mayoría absoluta (627.762). No obstante, el voto funciona de forma diferente en generales a autonómicas y en julio la suma de la izquierda superó en 30.000 votos a la derecha. Génova afirma que, según sus datos, ni Sumar ni Vox lograrán entrar en el Parlamento gallego, donde se exige un 5% de voto, y eso les da mayor margen de ventaja. Los populares reconocen que sí temen que la crisis de los pellets tenga un efecto movilizador de la izquierda.

Feijóo ha tranquilizado además a los barones del PP, con quienes comió en Génova este martes, con la tesis de que, después de la catástrofe del Prestige, el PP volvió a ganar las elecciones, y les ha recordado además que entonces se culpó al Gobierno central (de José María Aznar) en vez de a la Xunta, que también gestionaba el PP (con Manuel Fraga). En realidad, aparentemente el Prestige sí terminó pasando factura electoral a los populares. En las elecciones locales siguientes, en mayo de 2003, el PP repitió sus buenos resultados —aunque se dejó cuatro puntos en Galicia—, pero en las autonómicas de 2005 perdió la Xunta. También había perdido un año antes las generales de marzo de 2004.

El PP cree que con la crisis de los pellets también corre riesgo el Gobierno de Sánchez “si se percibe que está intentando sacar tajada electoral”, apunta un presidente autonómico popular, que tiene experiencia con otras catástrofes naturales y defiende que sufrirlas no es sinónimo de desgaste, y muchas veces la Administración sale reforzada. En su opinión, la clave es “no nacionalizar” la campaña y pegarla al máximo al terreno. Feijóo ha decidido tener una caravana electoral propia en Galicia, en paralelo a la de Rueda, aunque también es un líder nacional que ha gobernado durante 13 años la Xunta.

El líder del PP se ha hecho corresponsable del resultado de las gallegas, donde sabe que se la juega. En el partido no hay de momento inquietud por la pérdida del poder en el feudo del líder, pero Feijóo va a tener que superar muchos retos electorales en 2024. “Vamos a sacar mayoría absoluta en Galicia, aunque con algún escaño menos, pero después tenemos que sacar una mayoría amplia en las europeas de junio. No vale solo con ganar”, analiza otro presidente autonómico del PP. “Si no se consiguiera no habría una crisis interna inmediata, porque nadie tiene ganas de dar batalla, pero sería duro para Feijóo. Si Sánchez no se desmorona en las europeas todos los periódicos empezarán a escribir que algo pasa con el PP, y con razón”, estima este barón. El PP necesita que el desgaste que percibe en Sánchez tenga un reflejo inequívoco en las urnas, lo que no sucedió en las elecciones generales de julio. La primera batalla es la de Galicia y ahora hay que ganarla con un pellet en el zapato.

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Sobre la firma

Elsa García de Blas
Periodista política. Cubre la información del PP después de haber seguido los pasos de tres partidos (el PSOE, Unidas Podemos y Cs). La mayor parte de su carrera la ha desarrollado en EL PAÍS y la SER. Es licenciada en Derecho y en Periodismo por la Universidad Carlos III de Madrid y máster en periodismo de EL PAÍS. Colabora como analista en TVE.
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