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ELECCIONES CATALANAS
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

La batalla de Illa por la centralidad

El candidato del PSC no oculta que su objetivo estratégico es implantarse en el amplio “terreno central”, clave de la hegemonía política en Cataluña

Enric Company
El candidato del PSC a la presidencia de la Generalitat, Salvador Illa, sale a correr antes de un mitin este domingo en Girona.
El candidato del PSC a la presidencia de la Generalitat, Salvador Illa, sale a correr antes de un mitin este domingo en Girona.David Borrat (EFE)

La carrera electoral catalana se parece en estos momentos a la liga española de fútbol: hay un ganador claro, el PSC, y una fuerte disputa entre otros dos, ERC y Junts, por el segundo puesto. Pero esto, que desde luego no debe tomarse como una profecía, no aclara qué va a pasar a la hora de formar gobierno. Que es lo sustancial, lo que se dirime. Y eso dependerá de las posteriores alianzas. En las últimas elecciones generales españolas hemos visto un ejemplo práctico de cómo en un sistema parlamentario no basta con quedar el primero para ser el vencedor efectivo si no se obtiene la mayoría absoluta. A Alberto Núñez Feijóo y al PP todavía les dura el fenomenal berrinche por lo ocurrido con su victoria insuficiente de hace diez meses.

Recién comenzada la campaña electoral, Salvador Illa, el candidato del partido socialista a la presidencia de la Generalitat, que va en cabeza en todos los sondeos, dijo en una entrevista que si ganaba las elecciones del día 12 lo primero que intentaría sería un acuerdo con las demás fuerzas progresistas. Se aclaraba así una de las incógnitas principales. Pero una semana después, el mismo Illa apuntó en otra entrevista que no excluía llegar también a acuerdos con Junts, el partido del centro derecha catalán. Al día siguiente, el líder de Junts, Carles Puigdemont, aseguró que nunca jamás apoyaría a Illa. Ante la contundencia del rechazo recibido, Illa dio por recibido el mensaje y volvió a la primera casilla.

Esa primera casilla sería, supuestamente, la de una mayoría parlamentaria de izquierdas formada por PSC, ERC y Comuns. La segunda casilla había sido bautizada por el propio Illa como la de los acuerdos “transversales”. Como los pactos que los socialistas tienen ya con Junts en otras instituciones, recordó. ¿Qué quiere decir trasversales? Acuerdos entre izquierdas y derechas como el que mantienen el PSC y Junts en la Diputación de Barcelona. O, llevando el ejemplo un poco más allá, fuera del contexto catalán, la participación de Junts y PNV junto ERC y los Comuns en la mayoría parlamentaria que invistió a Pedro Sánchez como presidente del Gobierno en noviembre de 2023.

El líder socialista encajó deportivamente el desaire y asumió que desde luego no va a haber un acuerdo “transversal” si Junts no quiere que lo haya. Pero queda claro que el responsable del rechazo no es él, sino Puigdemont. El PSC se esfuerza en los últimos años en ocupar el espacio social y político del centro derecha antaño unificado en torno al pujolismo, desorientado por la aventura independentista. La implantación en este amplio “terreno central” es la clave de la hegemonía política en Cataluña. Illa no oculta que este es su objetivo estratégico. Si en el camino le conviene articular una mayoría de izquierdas, se asumirá. Pero ahora mismo la prioridad es lo que Illa denomina “la centralidad”.

Los Comuns, aliados de los socialistas en el Gobierno de España, asisten a las idas y venidas de Illa entre su primera y segunda casilla con una cada vez más irritada perplejidad. No les resulta nada agradable descubrirse a sí mismos como socio indeseado, desechable en el mismo momento en que la derecha catalana asuma su actual posición subsidiaria respecto al PSC. Más o menos como sucede en la Diputación de Barcelona.

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