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VALENCIA

Los ‘nanos’ vuelven a conquistar a Gulliver: de padres a hijos

El icónico parque de Valencia reabre con largas colas para lanzarse por sus toboganes tras su restauración

Algunos niños en un brazo de Gulliver el pasado viernes, nada más reabrirse.
Algunos niños en un brazo de Gulliver el pasado viernes, nada más reabrirse.Jorge Gil (Europa Press)

Érase una vez un gigante que dormía en el lecho seco de un río mientras cientos de enanos trepaban y se deslizaban por sus pliegues sin despertarlo. Son poco más de las diez de la mañana del sábado y el primer viaje de Gulliver, el que le lleva a la isla de Liliput, vuelve a ser realidad en antiguo cauce del Túria en Valencia. El icónico parque de toboganes reabrió el viernes 28 de octubre, justo en el aniversario de la publicación en 1726 de la novela que Jonathan Swift ideó como una sarcástica critica a las costumbres de la época y que acabó también conquistada por los más pequeños.

Víctor tiene 38 años y recuerda que de pequeño venía todos los domingos. Hoy se estrena con sus dos hijos. “Estábamos deseando que reabriera. Me lo pasaba genial aunque ahora lo veo todo más peligroso”, asume entre risas. La pandemia de la covid-19 obligó a cerrar y el Ayuntamiento aprovechó para repintar la atracción pero a las pocas horas hubo que cerrar ante la denuncia de intensos picores por el material usado.

Se aceleró entonces la reforma integral ya prevista y que estos días aprueban grandes y pequeños. “Pero ¡mira Juanma! Tu cuñado está haciendo cola él solo para tirarse”, descubre asombrada una mujer. No es el único. Con la excusa de vigilar a los menores, o sin necesidad de ella, muchos adultos se dejan ir por los toboganes.

Luisa ha venido con su madre y sus dos hijos. “Les encanta. Que sea gratis está muy bien, ahora ya no hay apenas cosas así en las que no tengas que pagar. Así no se se excluye a nadie, porque hay familias que no se lo podrían permitir”, recuerda. Con ocho años, Pau lo tiene claro: “¡Es flipante!”. Marco coincide con él mientras espera a sus padres en el punto convenido. Esa precaución y unos pantalones duros son los mejores consejos para disfrutar en una instalación que tiene un hueco estrella en las guías de la ciudad. La variedad de idiomas que se oyen lo confirma.

“Un éxito total”, resume Eduardo, uno de los encargados. Cuenta que muchos llegan sabedores de la reinaguración pero que la nueva valla, que deja ver mucho mejor las aventuras del interior, hace el resto. “El aforo es de 450 y cuando se completa vamos dejando entrar según salen”, apunta mientras echa mano del silbato para recordar a un par de intrépidos escaladores que por ahí no pueden subir.

En el sombrero que se le cayó a Gulliver en esa playa, Sergio comprueba en una maqueta a tamaño casi humano que los toboganes por los que acaba de volar son en realidad las ondas del brillante pelo negro del gigante, sus largas piernas o los pliegues de su casaca. Esa imagen fue la que el entonces arquitecto municipal Rafa Rivera imaginó en los ochenta para el parque de un humilde barrio pero el alto presupuesto frenó un proyecto al que se habían sumado el artista fallero Manolo Marín y el ilustrador y dibujante de cómics Sento Llobell.

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Sus impulsores se pusieron en contacto con el Ayuntamiento de Barcelona, pero cuando el entonces consejero de la Generalitat Andrés García Reche vio la maqueta en el taller del artesano, frenó el que hubiera significado el quinto viaje de Gulliver (tras los descritos en la novela) y pactó que la consejería de turismo pondría los 1,3 millones de euros y que se construiría en suelo municipal.

El Ayuntamiento de Valencia estaba entonces gobernado por el PSPV al igual que la Generalitat. Luego, el consistorio presidio por el PP mantuvo la apuesta por el parque. Y ahora, dirigido por Compromís en coalición con los socialistas ha invertido un millón de euros para acometer una importante reforma. El parque permanecerá abierto al público de 10 a 19 horas hasta este lunes; a partir de noviembre, y hasta que vuelva a alargar el día en febrero, la apertura será de 10 a 17.30 horas.

Cuando se inauguró el Gulliver no faltó oposición y durante años se pudo leer en una pared la pintada Ni gigantes en el río ni enanos en el Ayuntamiento pero, finalmente, el 29 de diciembre de 1990 el Gulliver abrió sus puertas y desde entonces ya nadie discute al gigante varado sobre el antiguo lecho del río.

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