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Elecciones Comunidad Valenciana
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Adelanto electoral en la Comunidad Valenciana: lo que más convenga

No hay barón en el firmamento socialista español que se haya fajado tanto para respaldar incondicionalmente las decisiones del Ejecutivo central, por más incómodas que estas fueran

Elecciones Comunidad Valenciana
El presidente valenciano Ximo Puig votando en las pasadas elecciones autonómicas y generales de 2019.EFE
Amparo Tórtola

Echo unas risas con un amigo, llamémosle “X”. Oriundo de la España vaciada, vino a dar con sus huesos a esta orilla del Mediterráneo hace algo más de tres décadas, y se quedó entre nosotros. Con minuciosidad de entomólogo, mi colega gusta de analizar la idiosincrasia valenciana y compartir conmigo sus hallazgos sobre algunas singularidades nuestras que tanto le divierten. Alcanzó la cúspide de su felicidad no hace mucho, cuando en una reunión de trabajo con un pirata del mundo empresarial este le espetó: “Perdone que le diga, pero usted ya parece valenciano”, en sincero reconocimiento hacia sus mañas negociadoras y espíritu encajador de contrariedades.

Hablaba con “X” el otro día sobre si el presidente del Consell, el socialista Ximo Puig, sopesa o no adelantar el calendario electoral autonómico sin agotar los plazos de una legislatura cuya fecha de caducidad se cumple en abril de 2023.

Se dejará guiar por ese principio tan valenciano que se resume en: lo que más convenga”, responde mi amigo, antes de enredarse en sus recuerdos y rescatar la primera vez que escuchó tal expresión en boca de un destacado político del terreno. Del PP, por más señas.

No le falta razón a “X”, en parte. Por supuesto que Puig hará “lo que más convenga”, pero no solo a él y a su partido, el PSPV-PSOE, sino también a su jefe de filas y presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y a la nave nodriza, el PSOE.

Los asesores del president Puig suelen aseverar que este se ha ganado el derecho a actuar con “cierta autonomía”, en referencia al margen de maniobra que le otorga la lealtad institucional y política que ha guiado su trayectoria desde que Sánchez accedió al sillón de la Moncloa. No hay barón en el firmamento socialista español que se haya fajado tanto para respaldar incondicionalmente las decisiones del ejecutivo central, por más incómodas que estas fueran, aún a costa de la discrepancia de un sector de la militancia y la incomprensión de parte del electorado. Ejemplo: la inclinación de Puig a abrir una mesa de diálogo con el independentismo catalán.

El margen de autonomía, sin embargo, tiene líneas rojas, y una de ellas es la de convocar elecciones. Cuando en 2019 Puig decidió adelantar los comicios autonómicos para hacerlos coincidir con la convocatoria de las elecciones generales, lo hizo de común acuerdo con Pedro Sánchez. Era una apuesta en la que ambos ganaban.

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El escenario ahora es muy diferente al de aquel ya lejano 2019: la larga pandemia ha borrado los perfiles temporales. La incertidumbre frente al futuro, el miedo, generan nuevos comportamientos electorales. El Sánchez subido a la cresta de la ola de hace tres años no es el Sánchez que ha consumido, en un breve tramo de legislatura, buena parte de su capital político. A la encuestas -excepción hecha de la del CIS- me remito. El presidente del Gobierno necesita alegrías electorales tras la lista de fracasos que arrastra y ante la amenaza de nuevos pinchazos, como el que pronostican los sondeos para las autonómicas andaluzas. ¿Qué mejor alegría que conjurar el mal fario electoral con un éxito por adelantado en la Comunidad Valenciana? Los éxitos en las urnas se contagian. Ahí está el subidón en intención de voto del PP tras el triunfo de Díaz Ayuso en Madrid. Los fiascos también se contagian.

Atendiendo estrictamente al escenario valenciano, es cierto que Ximo Puig ha negado reiteradamente veleidades electorales anticipatorias. Sus colaboradores respaldan tal actitud en base a dos elementos: los presupuestos autonómicos para 2022 están encaminados para su aprobación en el Parlamento valenciano —lo que no va a suceder en Andalucía— y se está a la espera de una lluvia de millones que llegarán vía Unión Europea a través de los fondos del Plan de Recuperación NextGeneration. Respecto al primer elemento, nada que objetar. Antes de final de año el Consell dispondrá de un presupuesto actualizado para el próximo ejercicio. Respecto al segundo argumento, primero tendrán que llegar; segundo, disponer de capacidad para gestionarlos y ejecutarlos con el dinamismo exigible y, lo tercero, esos millones estarán ahí para el ejecutivo que salga tras unas elecciones adelantadas. ¿Acaso dudan de su propio éxito en las urnas?

En términos estrictamente políticos, el adelanto electoral comprometería la estrategia del PP valenciano (PPCV) de asentar la imagen de su candidato a la presidencia de la Generalitat, Carlos Mazón, todavía por descubrir entre amplias capas del electorado valenciano. El arrojo con el que desde hace meses vienen reclamando dirigentes del PPCV adelanto electoral se tornaría en zozobra si este se materializase.

En el caso de Compromís el desasosiego no sería menor. La coalición nacionalista anda embarrada en su propias vicisitudes internas, acrecentadas por los últimos movimientos de su líder, vicepresidenta y, hasta la fecha, candidata a la presidencia del Consell, Mónica Oltra. ¿Cómo afrontarían un proceso adelantado de elecciones? ¿Repetiría Oltra como aspirante al trono autonómico? ¿Renunciaría esta a sus aspiraciones de coliderar, junto a Yolanda Díaz y otras políticas, una plataforma de ámbito estatal por la premura de una cita con las urnas valencianas? Es posible que a Compromís le interese en esta ocasión un anticipo y así frustrar la operación liderada por Díaz, todavía en estado incipiente y rodeada de incertidumbres sobre su viabilidad y encaje en cada uno de los territorios de la España autonómica.

Por otro lado, Puig tiene que contar con que una debilidad electoral de sus socios —Compromís y Unidas Podemos— no se convierta en un boomerang que torne en inviable una tercera edición del Gobierno del Botánico. Las mayorías de antaño ni están ni se otean en el horizonte.

Iván Redondo, desde su “sala de guerra” de La Vanguardia, lleva varios lunes reclamando a Puig “audacia” e incitándole a acometer adelanto electoral.

El escenario está abierto y todo es posible: autonómicas valencianas adelantadas en solitario; en compañía de andaluzas y generales; coincidiendo solo con las generales…o en la fecha que tocan, en abril de 2023. “Lo que más convenga”, insiste “X”.

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