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POLÍTICA
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Carlos Mazón: candidato a la fuerza

Los acontecimientos han obligado al presidente de la Diputación de Alicante a dar el paso que hubiera preferido postergar hasta visualizar un horizonte más despejado frente al Botánico

Amparo Tórtola
El presidente de la Diputación de Alicante y presidente provincial del PP, Carlos Mazón, el pasado viernes en Valencia.
El presidente de la Diputación de Alicante y presidente provincial del PP, Carlos Mazón, el pasado viernes en Valencia.Mònica Torres

Días después de presentar su dimisión como secretario general del PSOE en mayo de 2014, Alfredo Pérez Rubalcaba agradeció las muestras de afecto y reconocimiento recibidas tras su despedida con una de esas ironías tan suyas. “Los españoles somos gente que enterramos muy bien”, dijo, para reclamar a continuación a los plumillas que ignorasen la boutade: “Esto seguro que es un titular, así que bórrenlo”. No le hicieron caso los colegas y la frase se ha convertido en cita usual cada vez que esa máquina de triturar carne en que ha devenido la política se cobra una nueva víctima y esta recibe un alud de elogios que se le escatimaron en vida.

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Acaba de suceder con la presidenta del PP valenciano (PPCV), Isabel Bonig, a quien la dirección nacional de su partido ha burlado durante largos meses para acabar asestándole el golpe de gracia, otorgándole el reconocimiento, eso sí, por los servicios prestados.

Cuánto hubiera agradecido Bonig haber escuchado en otro momento algunos de los parabienes y loas que ahora le dedican los propios y los ajenos, en algún instante de los últimos siete años, periodo de tiempo en el que ha permanecido al frente de un PPCV depreciado en el mercado electoral por el estigma de la corrupción y las muchas excentricidades de aquellos que le precedieron.

En el momento de su despedida ha mostrado Bonig su perfil más vulnerable. Sangró por la herida que nunca logró cicatrizar y por la que más remordimientos sufre: el apoyo del PPCV, bajo su dirección, a la reprobación en las Cortes Valencianas de la ex alcaldesa y entonces senadora Rita Barberá. También ofreció su perfil más correoso: todo su discurso de despedida estuvo trufado de reproches a Pablo Casado y Teodoro García Egea, presidente y secretario general del PP, respectivamente, por los modos y formas en que ha sido despachada. Disciplinada, sí. Estúpida, no.

Se va Bonig y aterriza Carlos Mazón, el presidente de la Diputación de Alicante ungido por Casado y García Egea para tomar el relevo de la dimisionaria, conseguir galvanizar el voto valenciano de centro derecha, y conducir al PPCV hacia futuros éxitos en las urnas. Si los datos del sondeo de Metroscopia que desveló Bonig en su adiós, en un límpido ejercicio de auto reivindicación, se acercan a la realidad -empate técnico entre los populares y el PSPV-PSOE-, como se suele decir en política, habrá partido.

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En febrero de 2020, con motivo de la presentación en Alicante del libro “Memorias heterodoxas de un político de extremo centro”, su autor, el eurodiputado del PP y ex ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel García Margallo, le espetó a Carlos Mazón, presente en el acto: “Hay papables como eres tú y hay que tenerte cerca”. Buen conocedor de los entresijos del PP, de cómo se tejen y traicionan las lealtades en su partido y, en definitiva, de cómo se las gastan en la todavía sede popular de la calle Génova, García Margallo intuía hace más de un año lo que Bonig prefería ignorar y la mayoría de informadores ya dábamos por seguro. Mientras, Mazón sonreía, callaba, echaba balones fuera, y valoraba el “gran trabajo” llevado a cabo por la Thatcher valenciana.

Porque Mazón no tuvo claro hasta anteayer esto de desembarcar en Valencia para ponerse al frente del PPCV y ser el próximo candidato a la Presidencia de la Generalitat Valenciana. Bautizado con la vitola de zaplanista, apodado como “hijo de Zaplana” por algunos comentaristas -con Zaplana y bajo su amparo dio sus primeros pasos políticos-, resulta curioso que el susodicho no hiciera caso al primer consejo que, tiempo atrás, le ofreció su padre putativo político: déjate la presidencia de la Diputación de Alicante y trasládate a Valencia ¡ya! Zaplana sugirió a Mazón repetir su esquema vital, cuando desde la alcaldía de Benidorm se instaló en la capital autonómica para sentar mando en plaza y empezar a desentrañar los complejos engranajes que gobiernan la vida política, económica y social del cap i casal.

Rehusó Mazón la recomendación porque antes se decantaba por la seguridad y el poder que otorga una institución tan potente como la Diputación alicantina que por la incertidumbre derivada de asumir el reto de liderar el PPCV para acabar siendo el jefe de la oposición en las Cortes Valencianas. Dicho de otro modo: no le seducía la idea de remar y remar, para acabar muriendo en la orilla de los perdedores. ¿Falta de ambición? En absoluto. De eso anda sobrado el futuro presidente del PPCV. Quería certezas en un mercado, el electoral, hoy más que nunca atestado de incertidumbres.

Los acontecimientos se han precipitado y han obligado a Mazón a dar el paso que hubiera preferido postergar hasta visualizar un horizonte político más despejado frente a un Gobierno del Botánico que, a fecha de hoy, sigue gozando de buena salud electoral, aunque advertidos han quedado sus miembros tras el tsunami madrileño.

Así que sí, si nada se tuerce, el próximo Congreso regional del PP previsto para el mes de julio encumbrará a Carlos Mazón como presidente del PPCV y candidato a la presidencia del Consell. Candidato a la fuerza.

Cantó y Camps

Por mucho esfuerzo que le pongamos a esto de auscultar el devenir político, debemos asumir que lo inesperado siempre juega en contra nuestra. El factor Toni Cantó y el papel que este pueda desempeñar a futuro en la política valenciana forma parte de lo insospechado. Dirigentes nacionales del PP evacúan consultas con sus homólogos valencianos para saber cómo y en qué cometido se podría aprovechar el capital político que, entienden, es patrimonio del ex dirigente de Cs. Pueden imaginar que los valencianos se deshacen en elogios hacia Cantó y lo ven como un magnífico número “dos” en cualquier candidatura, aunque recomiendan sacarle provecho en Madrid porque su discurso, dicen, es “muy de ámbito nacional”. Traducción: mejor que se quede en Madrid, pero si regresa a la Comunidad Valenciana que lo haga con humildad y la ambición bien embridada.

La posibilidad de que Cantó sea candidato a la alcaldía de Valencia por el PP, en lugar de María José Catalá, se observa con suspicacia desde las filas del ex presidente Francisco Camps. Sería el revulsivo que disuadiría a este de seguir con sus planes de aspirar a la alcaldía valenciana. Eso, o que Pablo Casado y García Egea se sienten por fin a hablar con él y le hagan sentirse valorado y rehabilitado.

Pienso que el encumbramiento de Catalá a la secretaría general del PPCV de la mano de Carlos Mazón aleja la posibilidad de que Cantó la desplace en su condición de alcaldable.

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