Lee Miller, la fotógrafa que se limpió el barro de Dachau de las botas en la alfombrilla del baño de Hitler
La galería barcelonesa FotoNostrum, que cambiará de local, inaugura una exposición de 124 fotos de la artista centrada en su trabajo durante la Segunda Guerra Mundial
Cuando Lee Miller entregó a Vogue en agosto de 1944 sus primeros 35 rollos de fotos de la guerra en Francia contra los nazis y el artículo de diez mil palabras que acompañaba a las imágenes, los editores quedaron boquiabiertos: la revista nunca había publicado nada así. Miller, que prácticamente se había colado en el frente de Normandía, documentaba el esforzado trabajo a vida o muerte en dos hospitales de campaña a menos de 10 kilómetros de la primera línea de combate y adonde llegaban los cuerpos destrozados de los soldados. Las imágenes mostraban a médicos y enfermeras inclinados sobre las camillas y mesas de operaciones tratando desesperadamente de salvar a los pacientes en unas condiciones precarias y peligrosas, entre botellas de plasma, heridas escalofriantes e infinito dolor. “En el anochecer azulado, los flashes de la artillería eran como los relámpagos de una tormenta de verano, y el retumbar acrecentaba el sentimiento de tensión y urgencia”, escribía la corresponsal. “El ritmo era más rápido que en los puestos de primeros auxilios, los médicos y ayudantes estaban aún más agotados, y sabían que durante la noche se quedarían sin sangre para las transfusiones…”.
Vogue publicó la historia completa y 14 fotos en dos páginas dobles en su número de septiembre. De esa manera, Lee Miller metía a la revista fashion de cabeza en la contienda. Ella misma, guapa, modelo, artista, sensual, a menudo frívola y sibarita, había encontrado una nueva dirección en su vida: contar la Segunda Guerra Mundial desde su mismo centro. Algunas de esas fotos en el 44 º Evacuation Field Hospital cerca de La Cambe, Normandía (“un hombre moribundo, pero salvado por cuidados devotos”, “un caso de quemaduras graves”, “enfermera agotada en el exterior de la tienda”) pueden verse en la interesantísima exposición Lee Miller: crónicas de guerra, que se ha inaugurado hoy (hasta el 20 de marzo) en la galería FotoNostrum de Barcelona.
La muestra agrupa 124 fotos de Miller con el foco (y valga la expresión) puesto en la Segunda Guerra Mundial, realizadas entre 1940 y 1946, e incluye algunas de las imágenes más icónicas de la fotógrafa como las de la entrada de los Aliados en París, las de la liberación de los campos de Dachau y Buchenwald, la de la hija del alcalde de Leipzig muerta tras su suicidio o las de las francesas acusadas de colaboracionismo y rapadas al cero por una turba en las calles de Rennes. No falta tampoco la tan famosa que tomó su colega David E. Scherman de Lee en la bañera de Hitler en el apartamento del líder nazi en Múnich en abril de 1945. Entonces la fotógrafa se dio un baño reivindicativo (ante una foto de Hitler dispuesta en el borde de la bañera como insólito voyeur), aprovechando para sacarse de encima el sudor y la suciedad de días de seguir a las tropas estadounidenses compartiendo sus penalidades. La fotógrafa dejó sus botas de campaña, enfangadas con el barro y el horror de Dachau, que había visitado ese mismo día, en la pulcra alfombrilla de baño del Führer. Una imagen muy simbólica.
La exposición, comisariada por Leonor Fernandes, codirectora de la galería junto a Julio Hirsch-Hardy, coincide con la película Lee Miller, protagonizada por Kate Winslet que se estrenará en España el 7 de marzo y que también se centra en la experiencia de la fotógrafa como corresponsal de guerra y su contribución a la lucha contra el nazismo. La muestra barcelonesa tiene una sección sobre el filme, con fotogramas de la película que reproducen exactamente fotos de Miller (incluida la de la bañera), y un audiovisual en el que la propia Winslet explica su fascinación por la artista. En la presentación hoy jueves de la muestra han estado presentes Antony Penrose, hijo de Lee Miller y fundamental en la preservación del legado de su madre, y la nieta de Miller, Ami Bouhassane, implicada también en esa preservación. Penrose es autor de la biografía The lives of Lee Miller (Thames & Hudson, 2021), en el que se ha basado la película de Ellen Kuras con Kate Winslet. También escribió Lee Miller’s war, en la misma editorial.
El hijo de la fotógrafa ha explicado al presentar las fotos el precio que tuvo que pagar su madre por hacerlas. “Sufrió lo que ahora se llama estrés postraumático”, ha dicho, y ha recordado que ella “no hablaba de la guerra porque eso le hacía revivirla”. Para aguantar la tensión de su trabajo de corresponsal de guerra, la fotógrafa echó mano de lo mismo que los soldados de infantería, que eran con los que más se identificaba: grandes cantidades de alcohol (solía llevar en su Jeep Willys una las características latas de combustible del ejército llena de vino o licor) y benzedrinas. Penrose ha señalado que a su madre le costó adaptarse a la vida normal tras la guerra y sufrió de alcoholismo y depresiones. Se reinventó como cocinera.
Las fotografías de Lee Miller se distribuyen entre las dos plantas de la galería, intercaladas con algunas fotos documentales e información genérica de la Segunda Guerra Mundial, y en la inferior se ha dispuesto incluso una pequeña escenografía bélica para crear ambiente. También puede verse otro audiovisual sobre la ceremonia con motivo de la liberación de París.
La exposición exhibe fotos tan extraordinarias como las de los combates en Saint Malo, que acreditan el valor de Lee Miller para acudir al centro de la acción: en una aparecen observadores de artillería dirigiendo el fuego contra el enemigo desde una habitación de hotel en medio de la batalla, en otra una columna de humo ascendiendo tras arrojar una bomba un P-38, y en otra más, soldados alemanes rindiéndose. O las de la infantería estadounidense avanzando en los bosques de Alsacia, batalla de las Ardenas style. Otras dan fe de su mirada artística (formó parte del movimiento surrealista y fue amante, colaboradora y musa de Man Ray), incluso en mitad de la guerra, como la de la escultura de una esfinge cubierta de nieve en el jardín de las Tullerías, las estatuas bajo redes de camuflaje en Austria, o el puente de Colonia devastado. Puede contemplarse asimismo la famosa foto de Miller con Picasso al reencontrarse en París tras la Liberación (“el primer estadounidense de uniforme que veo, y eres tú”, le dijo el pintor).
Especialmente conmovedoras son las fotos de niños en medio de la guerra. A la hora de escoger una foto de la exposición, Antony Penrose ha elegido precisamente la de un niño agonizando en un hospital de Viena cuatro meses después de acabar la contienda, durante la carestía de medicamentos provocada por el mercado negro (el tema de El tercer hombre). “Vi durante una hora como un bebé moría”, escribió Lee Miller de la foto. Penrose considera que esa imagen testimonia todo el dolor que le causó su trabajo a la fotógrafa.
El hijo y la nieta de Lee Miller han hablado de la foto en la bañera de Hitler. Han explicado que la fotógrafa y su compañero Scherman no se habían cambiado de ropa en semanas, olían fatal y la perspectiva de la bañera con agua caliente, jabón, y toallas limpias fue irresistible. “Lee vio enseguida que tenían además una exclusiva”, ha apuntado Penrose, que ha considerado que la clave de la foto es la alfombrilla del baño en la que la fotógrafa dejó las botas sucias. “Se limpió la suciedad de Dachau en la alfombrilla de Hitler”.
Las imágenes más impresionantes, con todo, son las de Dachau y Buchenwald que muestran el horror de los cadáveres apilados, montañas de huesos quemados o restos humanos en los hornos. La foto de otra vivienda de Hitler, la del Berghof, en Berchtesgaden, ardiendo tras incendiarla los SS en retirada en 1945, remite a la “pira funeraria del Tercer Reich”, como lo describió Scherman.
La exposición incluye fotos del trabajo de Lee Miller (1907-1977) durante el Blitz, el bombardeo de Londres, algunas fotos de moda y otras que mezclan moda y guerra y dedicadas a la integración de la mujer en el esfuerzo bélico.
Julio Hirsch-Hardy ha aprovechado para anunciar que FotoNostrum cerrará su actual galería y cambiará de emplazamiento para reabrir en marzo o abril en el número 19 de la calle de Princesa, cerca del Museo Picasso, un lugar que, ha considerado, favorece mucho más las visitas. Hirsch-Hardy ha expresado su deseo de ir dejando completamente en manos de Leonor Fernandes la dirección de FotoNostrum, que “en un año intentaremos transformar en una fundación”. Seguirán, ha recalcado, llevando a Barcelona a los grandes maestros de la fotografía.
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