_
_
_
_
_

Mas Cantí lamenta la orfandad política de la burguesía catalana

El más veterano fundador del Cercle d’Economia recibe un homenaje en Foment del Treball, al cumplir 94 años

Joan Mas Cantí, durante su acto en Foment del Treball
Joan Mas Cantí, durante su acto en Foment del TreballFoment del Treball
Xavier Vidal-Folch

Menudean los obituarios por la burguesía catalana: que si ha dejado de existir, que si se ha evaporado, que si ha perdido todo brillo y relevancia. Quizás. O quizás no, porque sigue existiendo un empresariado organizado, con uno cierto hilo ideológico común, y que exhibe todavía un estilo definido y específico.

Es lo que se puso de relieve en la noche del miércoles durante el homenaje al más veterano fundador del Cercle d’Economia —y alma páter del mismo, junto a su íntimo Carles Ferrer Salat—, Joan Mas Cantí, en su 94 aniversario: se celebró en Foment y consistió en una abigarrada conversación suya con el actual ideólogo de la patronal, Jordi Alberich. Por sus reflexiones y por los asistentes: las compartían en buena medida; y en todo, el talante.

Mas Cantí dio en el clavo al retratar no la desaparición, sino la orfandad política de la clase que encarna, pues un empresariado mal llega a burguesía sin un organizador colectivo con relieve político. “Creo no equivocarme si afirmo que hoy no hay ningún partido que represente a los que estamos aquí”, se sinceró.

Y añadió, por aclarar antiguas afinidades de muchos de ellos: “Tampoco Junts, con \[Carles\] Puigdemont”, rechazando así (educadamente) la deriva nacionalista hacia el secesionismo. Nadie, ni el expresidente autoderruido Jordi Pujol, que estaba en primera fila, movió pestaña.

En la lectura de Mas, habría que lamentar el fracaso de tres iniciativas centristas. La primera, la del Centre Català (1975), que él mismo presidió, intentando una alianza/fusión con la democristiana Unió y la UCD de Adolfo Suárez. Después, la Operación Reformista liderada por Miquel Roca Junyent. Y finalmente, la tentativa de Ciudadanos. No lamentó nada de Convergència, pero es que sus aristas más nacionalistas producían cosquilleos incómodos en la gente del Cercle.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

Esa institución, que recogió desde los años cincuenta al sector más liberal y europeísta de la, a lo que se ve añorada —según se infiere de sus enterradores— burguesía (con los Güell de Sentmenat, los Vicens, los Molins, Raventós, Cuatrecasas y otros) galvanizó un signo liberal de las clases conservadoras, mucho antes de la transición.

Apoyados en intelectuales y economistas como Jaume Vicens Vives, Fabià Estapé, Narcís Serra o Ernest Lluch, lograron transformar —por invasión pacífica— la antigua Cambra y el antiguo Foment. Y es que cocinaban ideas más avanzadas que la generación benestant anterior, conformista con la dictadura. O resignada a esperar sentada el “hecho biológico”, aquella referencia pudorosa a la que debía ser (muy) futura muerte del Caudillo.

En charla informal, Mas Cantísuele rememorar la “regla” que el grueso de su generación practicaba hacia la Autoridad: “colocarse cerca del poder”, para situarse en el mapa e influir sobre él, “pero nunca dentro”.

La receta funcionó. Lo acredita su propia trayectoria. Cultural (escola Aula), financiera (Banc d’Europa), empresarial (Calitax) o deportiva (comisionado de los JJ OO de 1992, miembro de la junta del Barça)...

Y esos avatares le legitiman para formular conclusiones sobre su ámbito social. Están, además, bien sintetizados en un libro colectivo en su honor: ”Intuición y perseverancia” del Cercle.

Puedes seguir a EL PAÍS Catalunya en Facebook y X, o apuntarte aquí para recibir nuestra newsletter semanal

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites
_
Tu comentario se publicará con nombre y apellido
Normas

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_