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barcelona
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

‘Endreçar’ Barcelona

Jaume Collboni puede querer superar a Ada Colau, pero el PSC no debería cerrar los debates que los comunes contribuyeron a abrir

Jordi Mir
Operarios del equipo de limpieza del Ayuntamiento de Barcelona, en una imagen de archivo.
Operarios del equipo de limpieza del Ayuntamiento de Barcelona, en una imagen de archivo.Toni Albir (EFE)

Las primeras decisiones que toma un nuevo gobierno son algo más. Son una declaración de intenciones que se quiere proyectar. El nuevo gobierno de la ciudad de Barcelona durante las primeras semanas ha hecho públicas diferentes decisiones que tienen un elemento compartido: superar el mandato de Ada Colau y Barcelona en comú. Se ha revertido la intervención en la calle de Pelai que buscaba favorecer la peatonalización de una parte de la vía, se ha declarado recuperar el hermanamiento con Tel-Aviv, se han augmentado las intervenciones contra las personas que practican la venta ambulante, se ha insistido en la ampliación del aeropuerto...

Hay una clara voluntad de distanciarse de determinadas políticas asociadas a Barcelona en comú y presentar el PSC como alternativa. Por otro lado, el nuevo consistorio no ha dejado de aprovechar aquello que no quiere perder de lo ganado por los comunes. Collboni fue muy veloz a la hora de declarar Barcelona como zona de mercado tensionado de la vivienda, una declaración más comunicativa que efectiva para capitalizar el acuerdo alcanzado al final de la legislatura pasada en el Congreso, olvidando las barreras que el PSC y el PSOE no han dejado de establecer durante años para evitar la regulación de los alquileres, que continúa estando limitada.

El consistorio de Collboni se mueve entre los elementos de continuidad, que deberían favorecer el acuerdo con los comunes para fortalecer un gobierno excesivamente minoritario, y los de ruptura, que buscan mostrar que poco o nada tienen que ver con Colau. La principal decisión tomada por el nuevo gobierno que se ha comunicado masivamente a la ciudadanía es el Pla Endreça. El Ayuntamiento lo presenta así: “Un plan de mantenimiento integral y transversal con el objetivo de alcanzar la excelencia del espacio público de la ciudad”. Un plan orientado a la limpieza de la ciudad.

Más allá del debate sobre la necesidad, o no, de priorizar este tipo de actuaciones, este plan contribuye a un imaginario que convendría repensar. A la hora de endreçar, ordenar, la ciudad convendría asumir, por ejemplo, los graves problemas de contaminación que existen. ¿Cómo pondremos orden ahí? Convendría incorporar también los graves problemas de acceso a la vivienda y a suministros que existen para muchas personas que viven en Barcelona... Dos de las primeras declaraciones del nuevo curso político establecidas desde la alcaldía de Londres, laborista, han sido: la comida del alumnado de primaria será gratuita en las escuelas de Londres y la ampliación de la zona de bajas emisiones de la ciudad como respuesta a las graves consecuencias que genera la contaminación. Dos debates que deberían estar siempre abiertos para buscar las políticas públicas que sean más efectivas.

La eficiencia en la limpieza de la ciudad siempre es necesaria, pero obviar los efectos de la contaminación, de la pobreza... Collboni puede querer superar a Colau, pero el PSC no debería cerrar los debates que los comunes contribuyeron a abrir. Endreçar debería significar también profundizar en estos debates, especialmente cuando estamos en situación de emergencia climática y habitacional.

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