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política
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Pujol no tenía razón

El ‘expresident’ dio por liquidado en 2009, antes de la sentencia del Estatut, el mito de una España dialogante invocado por Espriu y citado ahora por Armengol en el Congreso

Lluís Bassets
Plazos debate de investidura
La presidenta del Congreso, Francina Armengol, comparece en rueda de prensa.Andrea Comas

Salvador Espriu, poeta tan usado durante el franquismo y la transición, ha regresado por todo lo alto este pasado agosto en las páginas de The Economist, que cita traducidos al inglés unos versos suyos sobradamente conocidos entre nosotros: “Always remember this, Sepharad/ Keep safe the bridges of dialogue/ and take care to understand and keep/ the different reasons and languages of your children”. Fue la nueva presidenta del Congreso de los Diputados, Francina Armengol, quien los citó en su discuso y llamó la atención del semanario británico sobre el uso de las lenguas peninsulares en el Parlamento español recién constituido.

Probablemente no sabían ni el redactor de la noticia ni la prestigiosa publicación que fueron unas palabras de Pujol en 2009, un año antes de la sentencia del Tribunal Constitucional sobre el Estatut de Cataluña, las que dieron por liquidado el mito de una España dialogante invocado por el poeta catalán en La pell de brau, el poemario escrito y publicado en pleno franquismo de donde salen estos versos. La liquidación de la Sepharad de Espriu era imprescindible para asentar la idea de un dilema irresoluble para Cataluña, en el que debía elegir entre la asimilación e incluso la desaparición y el combate por la independencia que entonces iba a empezar. Formulada en una conferencia en 2011, convertida luego en libro (Residuals o independents? Quan es trenquen els ponts), fue la discreta pero clara señal de partida del proceso secesionista lanzada por quien tenía entonces el máximo ascendente sobre la sociedad catalana porque había gobernado el país durante 23 años y era quizás la voz más autorizada del catalanismo.

Ha pasado más de una década. Ha corrido mucha agua, no toda limpia ni agradable. Y el mito ha regresado. Es virtud de los poetas escribir sobre su época, pero a la vez trascenderla. Las creaciones potentes desbordan los límites de su tiempo y de su geografía, como sucede con el poemario de Espriu, inspirado como gran parte de su obra en el mundo bíblico y judío, pero con propósitos y aliento universales. La pell de brau no trata sobre el franquismo ni siquiera sobre la Cataluña oprimida por la dictadura, gobernada como si fuera una provincia extranjera y con su lengua prohibida y maltratada. Su objeto de meditación y sobre todo de plegaria cívica es contra la guerra entre hermanos, el peor de los pecados, y en favor de una firme esperanza, más que propuesta política, en los caminos del diálogo, el acuerdo y el pacto.

Ignoro si Espriu ha sido traducido al ruso y al ucraniano, pero sus palabras convienen allí donde ha habido o hay guerra civil o simplemente una guerra, que casi siempre es también civil, como bien saben los rusos y los ucranianos de uno y otro lado. Cuando todo parece perdido, como sucede tantas veces y en todas las guerras, conviene la voz profética y la plegaria fervorosa en favor de los puentes de diálogo y de escuchar las razones y las lenguas de todos los hijos de Sepharad, patria de los humanos. Esa voz y esa plegaria que Pujol rechazó ahora vuelven a ser necesarias.


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Sobre la firma

Lluís Bassets
Escribe en EL PAÍS columnas y análisis sobre política, especialmente internacional. Ha escrito, entre otros, ‘El año de la Revolución' (Taurus), sobre las revueltas árabes, ‘La gran vergüenza. Ascenso y caída del mito de Jordi Pujol’ (Península) y un dietario pandémico y confinado con el título de ‘Les ciutats interiors’ (Galaxia Gutemberg).

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