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La llegada de turistas a Cataluña estrena la campaña de verano al ralentí

La ocupación hotelera, sobre todo en la Costa Dorada, no cumple las expectativas

Alfonso L. Congostrina
Visitantes en el anfiteatro de Tarragona, uno de los reclamos turísticos de la zona.
Visitantes en el anfiteatro de Tarragona, uno de los reclamos turísticos de la zona.KONTROLAB (KONTROLAB/LightRocket via Getty )

El Hotel Sol Port Cambrils es un establecimiento de cuatro estrellas situado a pocos metros de la playa del Regueral de este municipio tarraconense modelado desde hace décadas por el turismo. Fue uno de los establecimientos que sufrió el cierre obligado por el coronavirus y, desde entonces, su director, Gustavo Cabedo, solo hace que comparar las cifras de asistentes con las de 2019. “En 2022 tuvimos muchos clientes españoles. Este primer trimestre de 2023 estaba siendo muy bueno gracias a las reuniones y congresos. La Semana Santa fue fantástica por los eventos deportivos y todo apuntaba a una buena temporada, pero se ha frenado”, lamenta Cabedo. La sensación de que se ha detenido la inercia de la llegada de turistas es común en toda la Costa Dorada de Tarragona.

Las expectativas de Cabedo, coincidentes con las del conjunto del sector turístico, no se están cumpliendo del todo, aunque Barcelona y la Costa Brava están en unas cifras de ocupación muy aceptables. Las estadísticas de Aena acerca de la llegada de turistas a los aeropuertos catalanes en el mes de junio lo atestiguan. Las instalaciones catalanas son las que menos se recuperan en comparación con Madrid y el pasado mes de junio perdían un 7% de pasajeros respecto a los que viajaron el mismo mes de 2019. Barcelona está un 12,6% por debajo; Reus, un 12,4%; y Girona, el 18,1%.

La directora general de Turismo de Cataluña, Marta Domènech, admite que no están llegando el mismo número de visitantes que en 2019 y “en destinaciones como la Costa Dorada se han frenado el número de reservas en junio”. Domènech segmenta la caída de visitantes por nacionalidades: “Los rusos y ucranianos ya no vienen [por la guerra] y se quiso llenar ese hueco con ingleses, pero con la inflación tampoco vienen. Eso sí, ha crecido el turismo irlandés”. Mientras esos mercados ya tradicionales han sucumbido, Cataluña mantiene retos pendientes, en opinión de la responsable de la Generalitat: “El principal problema que tenemos es con el mercado asiático, sobre todo el chino, que cayó con la pandemia y no lo hemos recuperado. De hecho, hay análisis que aseguran que no lo volveremos a recuperar hasta pasado el 2024″, mantiene la directora de Turismo, un horizonte que cuadra con las estimaciones de recuperación internacional de tráfico aéreo.

El profesor de turismo de la Universitat de Girona, José Antonio Donaire, admite que es muy pronto para hacer un balance sobre la situación en Cataluña: “El balance de junio muestra un resultado muy aceptable en los cámpings, que se han consolidado como una oferta muy competitiva y han aprovechado el empuje de la pandemia. Los datos en hoteles son ligeramente inferiores a lo esperado”. Donaire admite que julio “no está siendo tan intenso como se auguraba”. El cóctel de motivos que esgrime para ese enfriamiento de las previsiones no es diferente al que aportan el resto: inflación, desaceleración económica y contención del gasto familiar y el clima de tensión bélica por el conflicto de Ucrania. En esa coyuntura, la caída de la llegada de turistas internacionales se tendría que compensar con mercados de proximidad que en nuestro caso sería el catalán pero, también, el francés”.

“A diferencia de 2022, el público español no tiene miedo a volar. Hay destinos como Albania, Montenegro o Croacia con precios muy competitivos. El público francés está apostando por el turismo de proximidad, el inglés está sufriendo el Brexit y una inflación desbordada”, rebate el director del hotel de Cambrils. Su preocupación es lógica, conocedor de que este julio y agosto se “juega” el 50% de la facturación anual. “Tal y como iban las cosas pensábamos que podríamos llegar al 90% de la ocupación pero solo estamos al 80%. Me gustaría que del 5 al 23 de agosto fueran muy buenos, pero todavía me queda vender casi el 50% del hotel”, confiesa.

El portavoz de la Federación Empresarial de Hostelería y Turismo de la provincia de Tarragona (FEHT), Xavier Guardià, constata que esa experiencia del Sol Port Cambrils es equiparable a la del resto de hoteles. “En la Costa Dorada el 50% de los visitantes son españoles seguidos por franceses, ingleses y rusos. Con la guerra de Putin dejaron de venir rusos y ucranianos que eran turistas que alargaban la estancia entre siete y nueve días. Ese agujero lo intentamos tapar con otras nacionalidades pero no lo conseguimos”, admite Guardià.

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Sitges es un municipio barcelonés del Garraf muy próximo a la Costa Dorada. El presidente del Gremio de Hostelería de esta ciudad, Oskar Stöber, asegura que las empresas turísticas de Sitges no están sufriendo lo mismo que sus compañeros. “La recuperación ha sido muy rápida gracias al turismo de empresa. Es cierto que en junio se ha notado un pequeño frenazo pero esa desaceleración se realiza sobre cifras que nunca habíamos alcanzado”, admite. “Hemos logrado un reto que está en el precio más que en la ocupación. Eso nos permite posiciones muy favorables en nuestra cuenta de resultados”, concluye.

En Girona la situación no es análoga a la de la Costa Dorada. Fuentes del Patronato Costa Brava aseguran que los datos de pernoctaciones con los que cuentan son “similares a los de 2022″. Según el patronato, el número de visitantes de diferentes nacionalidades sube con la excepción del turista catalán, que prefiere viajar más lejos que otros años. “El problema que tenemos es que el aeropuerto de Girona no está recuperando las cifras de antes de la pandemia. Llegan visitantes pero lo hacen en coche. Tenemos un margen de mejora si las compañías ofrecen más asientos en los aviones”, insisten las mismas fuentes. En junio, en el aeropuerto de Girona-Costa Brava desembarcaron 224.486 pasajeros, una cifra que supone un 17,8% más que los pasajeros que aterrizaron en Girona en 2022 pero que suponen un 18,1% menos que en 2019.

Los hoteleros barceloneses llenan gracias a los festivales

El presidente de Turismo de Barcelona, Eduard Torres, admite que los primeros seis meses de 2023 han sido “geniales” para el sector en la capital catalana. “Ha habido un incremento de precios y gracias a festivales como el Primavera Sound, el Cruïlla… o los conciertos de Bruce Springsteen, Harry Styles, Coldplay o Beyoncé y a los congresos y ferias se ha producido un incremento de facturación de entre el 15% y el 20% respecto a 2022. Un aumento que no se ha producido en el resto de Cataluña”, admite. 
“Además, en Barcelona hemos constatado que tenemos un incremento de clientes procedentes de Estados Unidos que tienen un mayor gasto medio y más días de estancia”, asegura Torres. Según Turismo de Barcelona, la capital catalana es mucho más asequible que ciudades como París, Londres o Roma, por lo que el viento sopla a favor de los intereses de los empresarios barceloneses. 
“Tenemos mucho potencial, porque un 20% de nuestros visitantes son norteamericanos e ingleses, un 20% son españoles y otro 40% se lo dividen entre franceses, alemanes, italianos, belgas… Tenemos mucho a ganar en Asia que, después de la crisis del covid, no están viajando”, admite Torres.
“Al final, tendremos que escoger los turistas que queramos porque empiezan a no caber. En 2019 durmieron en hoteles de la capital catalana cerca de 13 millones de turistas. Son cifras que no pueden crecer mucho más”, admite el presidente. 
En Barcelona se ha decrecido en turistas un 9% respecto a antes de la pandemia, pero han aumentado las pernoctaciones. El número de reservas para julio, agosto y septiembre de este 2023 es idéntico al del mismo periodo del pasado año. La media es de 3,9 noches siendo los estadounidenses quienes hacen más reservas. Pese a ello, el sector se ha dado cuenta de que después de la pandemia las reservas se realizan con muchas menos semanas de margen. 


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