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El delta del Ebro se encomienda a 11 millones de metros cúbicos de arena para frenar su erosión

El plan de protección de la costa plantea construir barreras naturales con el dragado de fondos marinos

Delta del Ebro
Uno de los brazos del Delta del Ebro, con la urbanización Riumar en el centro.PEDRO ARMESTRE
Marc Rovira

Se cumplen tres años del paso devastador de la borrasca Gloria por el delta del Ebro y hay efectos de aquel estropicio que perduran. El violento temporal quebró la línea de la costa y anegó de agua salada miles de hectáreas de playa y arrozales, abriendo en canal una extensa franja de terreno de alto valor medioambiental. La adaptabilidad del delta ha posibilitado restituir, de manera natural, espacios del litoral que fueron arrasados, pero hay orillas que quedaron en carne viva y cuya erosión no encuentra freno. Para tratar de detener la acción del oleaje y blindar la morfología del litoral, el delta se encomienda a un plan de urgencia para movilizar 11 millones de metros cúbicos de arena.

“Desde el Gloria no existe ningún sistema de protección y hay consenso en que es necesario encontrar una solución lo más natural posible”, razona Xavier Curto, portavoz de la Mesa de Consenso por el Delta, una entidad que agrupa a los siete municipios deltaicos y sus dos comunidades de regantes. Curto señala que la mayoría de estudios técnicos coinciden en que la opción preferente pasa por articular una barrera de defensa que ensanche la playa para mitigar la energía del oleaje. Sobre esa base, la Generalitat ha licitado los trabajos para movilizar 11 millones de metros cúbicos de arena. En concreto, el primer paso consiste en estudiar los volúmenes de tierras que las corrientes marinas han sumergido frente a la costa del delta para conocer la cantidad, y la calidad, de ese poso. Principalmente, la acumulación arenosa se concentra en los extremos del delta. Eso es, en el Fangar, enfrente de l’Ampolla, y en la Punta de la Banya, en el extremo sur, delante de La Ràpita.

El dragado de esos pozos arenosos debe servir para rellenar las zonas que han cedido al empuje del mar. Se trata, sobre todo, de la playa de la Marquesa y Riumar, en Deltebre, la Illa de Buda y la Barra del Trabucador. Toda la intervención tiene un coste de 60 millones de euros. Xavier Curto calcula que se visualizará a partir del año 2025 y que, luego, exigirá un mantenimiento. “La idea es recuperar el terreno que se ha comido el mar, y conservarlo”, ilustra.

Estado de la Barra del Trabucador, en el Delta del Ebro, tras el paso de la borrasca Filomena.
Estado de la Barra del Trabucador, en el Delta del Ebro, tras el paso de la borrasca Filomena.EL PAÍS

A finales de enero de 2020, durante los días de convulsión por el paso del Gloria, el entonces presidente de la Generalitat, Quim Torra, afirmó que hacía falta dar una respuesta urgente al delta del Ebro: “No puede esperar más, hace falta un plan de acción inmediato”, dijo. “Tres años después del Gloria queda mucho trabajo por hacer”, ha afirmado recientemente el alcalde de Deltebre, Lluís Soler.

Xavier Curto pone de relieve que con lo que denomina Estrategia Delta, el Govern ha dado un viraje a su manera de proceder. “La política de la Generalitat en el delta siempre consistía en situarse como parte demandante, alegar que no podía hacer nada porque las competencias eran del Estado”. Curto señala que esa era una posición cómoda pero ficticia: “Desde la Mesa siempre dijimos que no era cierto, porque la Generalitat sí tiene competencias ambientales”.

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Responsabilidad compartida

La consejera de Acción Climática, Teresa Jordà, anunció en el Parlament el interés por tener una buena relación con el Ministerio para la Transición Ecológica. “Casi ninguna administración puede hacer una acción de protección del Delta sin que haya alguna otra administración involucrada”. Los movimientos de arena que plantea la Generalitat afectan al dominio marítimo-terrestre, una franja que es competencia estatal. A tal efecto, se ha diseñado una comisión Estado-Generalitat para coordinar los trabajos de protección de la faja costera.

Todo ello se produce mientras los municipios del delta vuelven a fijar la mirada río arriba. El consejo de ministros ha dado luz verde al nuevo plan hidrológico de la cuenca del Ebro para el periodo 2023-2027. El documento marco abre por primera vez la puerta a la posibilidad de recuperar parte de los sedimentos que quedan embarrancados en las presas del río, caso del embalse de Riba-roja. Esa es una reivindicación histórica de los municipios del delta, que sostienen que los lodos son fundamentales para cimentar la protección de la desembocadura. Cómo y cuándo van a poder llegar esos fangos al tramo bajo del río es una pregunta que de momento solo arroja interrogantes.

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