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El rapero Lil Nas X llena de colorido pop un Sant Jordi Club endulzado por sus canciones

El artista afroamericano icono LGTBI+ ofreció en Barcelona un festín de dinamismo y alegría

Lil Nas X
Lil Nas X, durante una de sus actuaciones.Emma McIntyre (Getty Images for Lil Nas X)

La educación estricta en el cristianismo menos abierto y la homosexualidad no suelen casar bien. Si a eso se añade ser afroamericano y nadar en las aguas del hip hop, un mundo donde suelen mandar la testosterona, la arrogancia y el ego más descarnado, podremos hacernos una idea de cómo ha sido la vida de Montero Lamar Hill hasta que el éxito le ha sonreído bajo el nombre de Lil Nas X. Rapero que no duda en vestirse de rosa, poner alas de mariposa sobre su desnudo y fibroso cuerpo negro, Lil Nas X ha llegado a coquetear con el country, ahí es nada, otro sancta sanctórum del tradicionalismo blanco, anglosajón y protestante, que ha tenido que rendirse ante él y premiarlo por su trabajo en el año 2019, siendo el primer homosexual que fue premiado por la Asociación de Música Country. En suma, vientos de cambio en ambientes, llámeselos hip-hop o country, donde la heterosexualidad parecía un dogma intocable. Como en tantos y tantos ámbitos de nuestra vida.

No es pues de extrañar que Lil Nas X se haya convertido en una enseña de la comunidad LGTBI+, y menos aún que su espectáculo, que en Barcelona hacía la única escala en España dentro de su gira mundial, sea un festín de colorido, dinamismo y alegría. Público variado, desde algunos niños hasta representantes de todas las variedades de orientación de género, siempre en edades que no superaban la media de 30 años, el que se arracimó en el Sant Jordi Club hasta alcanzar unas 3.000 personas. Sí, entre nosotros Lil Nas X no tiene la misma repercusión que en otros países, pero habida cuenta de su incuestionable éxito en directo, no sería de extrañar que su popularidad fuese en aumento. En poco más de una hora desfilaron por escena las canciones de Montero, su primer y único disco. Velocidad y caramelos para los ojos fueron los ejes de su espectáculo.

No se tenga en la cabeza el concepto hip-hop para referir el montaje del músico de Georgia, Georgia, otra prueba para un negro, aunque sea heterosexual, en los Estados Unidos. Lo de Lil Nas X es un concepto pop que le lleva a cantar más que a recitar y que explota visualmente en un espectáculo coreografiado, ocho bailarines, sin músicos en escena –todo pregrabado- y con constantes cambios de un vestuario que pareció patrocinado por Swarovski, de tantos brillos y reflejos que lanzaba a las pupilas de un público gozoso que cantaba todas las composiciones. Éstas, estructuradas en formato Broadway, agrupadas en tres actos separados por el correspondiente telón, discurrieron veloces envueltas en visuales coloristas proyectados en las tres pantallas que cerraban el escenario por su parte posterior. Sonaron casi todas las canciones de su disco, muy comerciales, acentuadas con ritmos de hip-hop amable, y el espectáculo se cerró con la pieza que ha confirmado su fama entre quienes disfrutan con el video juego League Of Legends, un paradigma del ocio moderno, que usa su Star Walki’n. Y eso es Lil Nas X, un artista de hoy en día: entra por los ojos, lanza un mensaje reivindicativo por medio de piezas sin aristas , y usa la red para pregonar su música e identidad de vaquero rosa.

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