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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Girando sobre su propio eje

En el Parlament ha quedado claro que sólo una consellera del partido, Gemma Geis, de Universidades, está insinuando una salida del Govern

De izquierda a derecha, los consejeros Gemma Geis, Teresa Jordà, Josep Maria Argimon, Joan Ignasi Elena.
De izquierda a derecha, los consejeros Gemma Geis, Teresa Jordà, Josep Maria Argimon, Joan Ignasi Elena.Albert Garcia
Manel Lucas Giralt

La crisis del Govern estará quitando el sueño al presidente de la Generalitat, Pere Aragonès, y tal vez a varios consellers, a los de Junts per Catalunya por supuesto, pero en la periferia de las instituciones el personal empieza a tomárselo con cierta ironía. “Hoy te lo vas a pasar bien”, me comenta un funcionario mientras circulo por las dependencias del Parlament, poco antes de empezar la sesión de control al Consell Executiu. Y ya sé que no me lo dicen por la profundidad y enjundia que se espera del debate. Existe un cierto fatalismo sobre la situación política de Cataluña que en twitter genera indignaciones impostadas y agresividad rayana en el fascismo y en la vida real un desapego más desenfadado, mucho menos enfermizo, pero que, del mismo modo, debería ser temporal; no conviene a la salud democrática que se instale el desencanto y la distancia respecto de las instituciones.

Ciertamente, la pelea entre ERC y JxC se está alargando varios días sin aportaciones nuevas, como una trama de serie televisiva estirada artificialmente por exigencias de la programación. El mismo Albert Batet, jefe parlamentario de Junts y vocero de los ataques más duros contra Aragonès, relataba este miércoles cada uno de los pasos que su partido ha dado desde el debate de Política General y cuál ha sido la respuesta del president en cada ocasión, y quedaba claro que la crisis lleva días girando sobre su propio eje.

A la espera de la decisión de los militantes de JxC, la atención está puesta hoy por hoy en el posicionamiento de cada dirigente. En el hemiciclo, por ejemplo, ha quedado claro que sólo una consellera del partido, Gemma Geis, de Universidades, está insinuando una salida del Govern. Después de negarse a contestar una pregunta en sustitución del depuesto Jordi Puigneró -lo que ha arrancado los aplausos de los diputados de Junts, como corresponde a todo gesto retórico-, ha asegurado: “si no cumplimos los pactos de Govern y no puedo asegurar que a Madrid vamos con fuerza para defender el sistema universitario catalán, no me veo capaz de seguir desarrollando mi tarea como consellera”.

Nada que ver con el resto de consellers juntistas: todos han respondido sus preguntas como si nada estuviese ocurriendo. Fuera del Govern, los equilibrios son algo distintos. Desde la tribuna de invitados, la presidenta del partido, y diputada suspendida, Laura Borràs, celebraba su 52 cumpleaños con el regalo de ver a su rival Pere Aragonès en dificultades, mientras sus compañeros de grupo la saludaban retóricamente al inicio de cada intervención.

También se lo pasaba en grande la oposición, feliz de que los socios del Govern les hayan puesto las cosas fáciles. Y aquí no hay diferencias significativas: todos han surfeado sobre las aguas turbulentas, para acusar al president de estar debilitado y de no gobernar. Bueno, y los de Vox, de permitir una ola de crímenes, pero ellos son de ideas fijas.

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En todo caso, nadie se atrevía hoy a pronosticar si éste ha sido el último pleno del Govern de coalición.

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