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Institutos ahogados por las facturas de la luz: “Sin más dinero de la Generalitat no podremos pagar la calefacción”

Los centros de secundaria empiezan a recortar gastos, preocupados por la llegada del invierno

Alumnos en un instituto de Barcelona, en una imagen de archivo.
Alumnos en un instituto de Barcelona, en una imagen de archivo.Carles Ribas

El aumento del coste de la luz afecta a familias, empresas… y también a los centros educativos, especialmente los institutos. Las facturas de las escuelas de primaria las asumen los ayuntamientos, pero en los centros de secundaria las pagan ellos de sus presupuestos, en base a lo que reciben de las administraciones. El problema es que casi se ha triplicado el importe de estas facturas y los centros se están quedando sin dinero. Muchos han empezado a recortar gastos e incluso alguno ha dejado de pagar algún recibo. Y se acerca el temido invierno. “Si no recibimos más dinero de la Generalitat no podremos pagar la calefacción”, advierte un director del área de Girona, que prefiere no identificarse.

Los presupuestos de los institutos se nutren, principalmente, de la aportación de la Generalitat para cubrir los gastos de mantenimiento y de lo que pagan las familias en forma de cuotas, aunque se trate de centros públicos. La gran parte de los ingresos, normalmente, se lo come los gastos de limpieza, aunque también suponen un buen mordisco las facturas de los suministros y las tareas de mantenimiento. El problema ha surgido, como en cualquier otra economía doméstica, cuando los gastos se disparan de golpe, pero no entran nuevos ingresos.

Es lo que le ha sucedido a un instituto de Girona, aunque su ejemplo se repite en muchos otros de cualquier territorio. Su director explica que antes de la gran subida de la luz pagaban una factura de unos 1.500 euros cada dos meses. “Hemos llegado hasta los 4.500, y aunque ahora ha bajado un poco, nos ha ahogado”, admite este docente, que también prefiere no identificarse. Han llegado a tal situación que incluso se han visto obligados a devolver alguna de las facturas y, con la mirada puesta en el invierno, los temores crecen. “Actualmente los gastos que tenemos superan la dotación que recibimos del departamento. Así que si no nos llega más dinero de la Generalitat no podremos pagar el gasoil de la calefacción”, admite.

El instituto se halla en un edificio antiguo y con un deficiente aislamiento térmico, cosa que aumenta el consumo energético. Tampoco les ayuda, añaden, una disminución en los ingresos. “El año pasado teníamos una dotación de gastos por la covid, pero este año tenemos menos dinero, pero más gasto”, incide el docente. Para atajar la salida de dinero, han tenido que recortar otras partidas. “En mantenimiento vamos a mínimos. Cosas como la pintura o desperfectos pequeños no se están arreglando. Si dura mucho tiempo esta situación, entonces habrá una sensación de dejadez del centro”, lamenta.

La calefacción preocupa también en centros ubicados en zonas de montaña. Desde uno del Pirineo leridano detallan que cuentan con una dotación de 70.000 euros, la mitad de la cual se va a limpieza. Por un problema tras el cambio de proveedor de electricidad les llegó una factura de 18.000 euros, que les trastocó todas las previsiones. Los recibos de la luz llegan cada 15 días y su importe se ha triplicado. “Con lo que nos da la Generalitat tenemos solo para pagar las facturas”, admite el equipo directivo, quien también prefiere no identificar el centro. En esta zona, el frío empiece a arreciar y en octubre ya acostumbran a encender la calefacción. “Estamos muy preocupados por la factura del gas”, añade.

No solo los suministros se han encarecido. También el material, desde el papel, los bolígrafos, los borradores... Hasta ahora, muchos centros habían echado mano de los remanentes que les quedaban de años anteriores para cuadrar los balances. “Pero ya no nos queda, así que hemos tenido que cerrar el grifo. El contrato de limpieza no lo podemos pagar, así que hemos tenido que licitarlo de nuevo para bajar el precio. No encendemos todas las luces, ni podemos comprar ciertas cosas, tampoco los robots para hacer robótica… No sé cómo lo vamos a hacer”, expresan preocupados desde este centro pirenaico.

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Un instituto en Tarragona explica que la factura de la luz “cada mes es una sorpresa”. “Antes podías prever qué pagabas, pero ahora no puedes contar con una cifra concreta”, lamenta la directora. Como en otros casos, también están subsistiendo con los remanentes y ajustando partidas como la de limpieza. “Hemos tenido que recortar, dejar de comprar cosas, pero también aprender a reutilizar. Es como una economía doméstica”, añade. También esperan que la factura del gas de la calefacción se dispare y no descartan “tenerla encendida menos horas”, aunque no prevén cambios respecto a años anteriores. “Con la pandemia teníamos las ventanas abiertas, así que apagábamos la calefacción. Alumnos y profesores íbamos con chaqueta, esto se puede volver a repetir este año”, asevera con resignación.

Aunque el coste ha aumentado para todos, ciertos institutos lo están gestionando con menos preocupaciones. Son los que imparten estudios de FP. Otro centro de Girona, que incorpora esta etapa posobligatoria, detalla sus números: “La factura se ha multiplicado por tres. Si en un año normal pagábamos 30.000 euros anuales, ahora ya vamos por los 70.000, pero prevemos llegar a los 90.000 euros”, apunta el director. Con todo, está logrando capear el temporal jugando con los recursos disponibles. “Los grandes institutos tenemos más margen de maniobra porque participamos en actividades y proyectos que nos permiten captar recursos. Además, ahora ha entrado los ingresos por las matrículas de los ciclos de FP y tenemos más liquidez”, añade.

Por su parte, el Departamento de Educación asegura que es “consciente” de la situación, así que está recalculando los importes que deben recibir los centros en los próximos meses.

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