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Giménez-Salinas, la jurista que quería cambiar las penas llega a Síndica de Greuges

El Parlament cierra el mandato de Rafael Ribó y avala el nombramiento, por primera vez, de una mujer como máxima defensora de los ciudadanos

Esther Giménez-Salinas durante su comparecencia en comisión parlamentaria para evaluar su idoneidad para el cargo.
Esther Giménez-Salinas durante su comparecencia en comisión parlamentaria para evaluar su idoneidad para el cargo.Quique Garcia (EFE)
Marc Rovira

El Parlament de Cataluña ha elegido a la jurista Esther Giménez-Salinas nueva Síndica de Greuges, en sustitución de Rafael Ribó. El relevo, ratificado este jueves por una amplía mayoría de diputados, la convierte, a sus 73 años, en la primera mujer al frente de la institución que defiende los derechos de los ciudadanos. Giménez-Salinas ha sido elegida por 91 votos a favor y 39 en contra, más de la mayoría reforzada precisa para su nombramiento. La jurista releva en el cargo a Ribó, que lo ha ostentado durante 18 años.

Giménez-Salinas llega a la sindicatura propuesta por Esquerra, Junts y el PSC y avalada por una dilatada experiencia en el campo de las leyes y la justicia juvenil. Doctorada en Derecho y diplomada en Psicología Aplicada, es una estudiosa de la eficacia del castigo penal y del grado de utilidad social de las penas y condenas. En su discurso ante la comisión parlamentaria que debía examinar su idoneidad para el cargo, Giménez-Salinas hizo alusión a la “justicia restaurativa”, un concepto que, dice, pone en el centro a las víctimas, pero que también vela por un equilibrio entre agredido y delincuente. “Proteger no es encerrar”, escribió en un artículo, y subraya que sigue convencida de ello: “creo que seguimos encerrando mucho”.

Reparación del daño, pero también “diálogo” y “mediación”, son los ejes sobre los que discurre el discurso académico de la nueva Síndica. La ponderación y el juego de equilibrios se anuncian como factores clave para un mandato que estrena con la crispación instalada en el ruedo político catalán. “Las soluciones pactadas son las mejores”, defendió ante los diputados que la interrogaron en la comisión. Su apuesta por alcanzar acuerdos a través del debate choca con las tesis más extremadas que acostumbran a retumbar en el Parlament, alimentadas incluso por la propia presidenta de la cámara, Laura Borràs, altavoz de los postulados más excitados del independentismo y del enfrentamiento directo con el Gobierno y con las instituciones del Estado. Borràs considera que la mesa de diálogo acordada entre Esquerra y el PSOE es una “alucinación colectiva”.

Giménez-Salinas, por contra, se autodefine como una abanderada del pacto. Y de un inusual arreglo a tres bandas, ERC, Junts y PSC, surgió su nombre. “El día siguiente de tomar posesión te tienes que olvidar de quien te ha propuesto”, afirma. Lo sabe bien porque, antes, ejerció como vocal en el Consejo General del Poder Judicial a propuesta conjunta de PP y CiU. También fue rectora en la Universitat Ramon Llull y directora de Relaciones Institucionales del Departamento de Justícia de la Generalitat, además de subdirectora del Instituto de Criminología de la Universitat de Barcelona y miembro del Comité Científico de Política Criminal del Consejo de Europa. De su experiencia concluye que es menester “priorizar la educación al castigo”, y apunta que ese principio que rige con éxito en justicia juvenil, “lamentablemente no se ha hecho con los adultos”.

Todo empezó, reconoce la propia Síndica, gracias a su tenacidad y a la complicidad de su madre. “Déjaselo hacer, Paco, porque seguramente lo acabará haciendo en contra nuestro”, medió la madre, cuando la joven Giménez-Salinas se plantó en casa anunciando que quería matricularse en Derecho. Un revés para su padre, que la quería en Filosofía y Letras. El mandato de Giménez-Salinas en la Sindicatura es por un periodo de seis años, sin posibilidad de reelección.

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