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Copito de Nieve, el reencuentro

Dos cuidadores del Zoo de Barcelona visitan la figura del gorila blanco en el Museo de Cera de Barcelona

Manolo Velasco y Damià Gibernet junto a la figura de cera de Copito de Nieve
Manolo Velasco y Damià Gibernet junto a la figura de cera de Copito de NieveMassimiliano Minocri (EL PAÍS)
Alfonso L. Congostrina

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Buenos días:

“La mirada es la suya, las manos, la postura. Todo es suyo”, el autor de esta frase es Manolo Velasco uno de los cuidadores del Zoo de Barcelona. Desde 1992 es uno de los trabajadores que atiende a los primates del parque zoológico catalán. Para él todos los simios son importantes pero a nadie se le escapa que desde que empezó hasta 2003 cuidó al animal más icónico del parque: Copito de Nieve. El martes de la semana pasada invité a Velasco y otro cuidador del Zoo, Damià Gibernet, a que se reencontraran de nuevo con Copi (así le llaman ellos) 19 años después de su muerte. No compré velas ni guijas ni contraté a médiums. Busqué y encontré a un cómplice: el Museo de Cera de Barcelona donde, desde finales de 2020, se rinde homenaje -en forma de figura- al gorila que aparecía en las portadas de las guías turísticas de la capital catalana. Casi 19 años después de la muerte del gorila, Velasco y Gibernet se toparon con un Copito inerte y sin alma pero, eso sí, en tres dimensiones. “Es un poco más oscuro que el de verdad”, según Gibernet, pero “el parecido es innegable”. “Si hay que poner alguna pega es que el pene (no recuerdo si dijo pito) es mucho más grande”, advierte Velasco. “Yo creo que estaría muy contento con la figura, y con el pene que le habéis puesto mucho más”, ironiza Gibernet.

Copito de Nieve, durmiendo en la instalación del Zoo de Barcelona
Copito de Nieve, durmiendo en la instalación del Zoo de BarcelonaCarles Ribas

Vayamos por partes. Primero, un poco de introducción a este spoiler. El gorila falleció el 24 de noviembre de 2003. Tenía cáncer de piel, estaba deteriorado y el Ayuntamiento optó por la eutanasia. Conmoción máxima. El entonces alcalde, Joan Clos, hizo lo que suelen hacer muchos ediles: prometer. Bautizó al primate como “ciudadano Copito”, anunció que pondría su nombre a una calle y que se erigiría una estatua hiperrealista del gorila albino. Nada, pero absolutamente nada, de lo prometido se ha cumplido. No lo hizo Clos, tampoco Hereu ni Trias. El equipo de Ada Colau se ha mostrado reticente en rendir homenaje al primate blanco al que todos recordamos tapándose el rostro, tumbado, haciendo caca y otras obscenidades peores mientras miles de personas le señalaban desde el otro lado del cristal. Pasan los años y solo los más mayores recordamos en vida al gorila.

Tristemente, el animal fue secuestrado de la naturaleza. Eran otros tiempos. En 1966 unos cazadores de Guinea Ecuatorial abatieron a la familia de Copito y el primatólogo Jordi Sabater Pi lo compró para el Zoo de Barcelona. Cuando a Copito le quedaban solo semanas de vida, Sabater Pi manifestó que lo ideal sería disecar a un animal único. No le hicieron ningún caso. Diseccionaron el cadáver y repartieron las reliquias. El Banco de Tejidos Animales (BTAC) se quedó fluidos, tejidos y el cerebro de Copito. El Instituto Universitario Dexeus fue agraciado con el epidídimo, el tubo del aparato reproductor del gorila donde se almacenan los espermatozoides. Hay diferentes muestras de tejidos y ADN en la Universitat Pompeu Fabra; la Universitat de Barcelona tiene muestras de piel y el Museo de Ciencias Naturales conserva una caja con diferentes partes del esqueleto y la piel del gorila. Se realizó un molde de la cara, manos, pies y pecho del gorila para diseñar la escultura hiperrealista que jamás se hizo. Lo que nadie quiso se incineró y se enterró en una instalación del Zoo donde hoy saltan los canguros rojos, junto a las semillas de un árbol que nunca nació.

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Las figuras de 'Copito de nieve' y Greata Thunberg, a su llegada al Museo de Cera de Barcelona.
Las figuras de 'Copito de nieve' y Greata Thunberg, a su llegada al Museo de Cera de Barcelona.

Bajando la Rambla, a mano izquierda, al fondo de un callejón sobrevive el Museo de Cera. Pues bien, el martes de la semana pasada fue el día que elegí para casar dos iconos de la Barcelona más kitsch. Por un lado, un gorila albino y, por otro, un museo donde nada es real pero lo parece. No se me ocurrió un plan mejor.

Acompañé a Velasco y Gibernet en su reencuentro con Copito de Nieve y allí conocí a Ángel Díaz, el director de negocio del (nuevo) Museo de Cera, nacido en plena pandemia. Díaz mantiene que todas las grandes ciudades tienen un museo de cera. “Cuando nos hicimos cargo del museo, la última figura que se había construido era la de Juan Pablo II. Hemos reformado todo el edificio. Tenemos referentes, como el museo que es líder mundial de los museo de cera: el Madame Tussauds de Londres. Nosotros, además, creemos que hemos hecho un museo diferente, más moderno y adaptado a los públicos actuales. Es más innovador y lo hemos podido construir casi desde cero sin que nos condicionara el museo anterior”, asegura Díaz. Ahora, el museo lo habitan decenas de figuras de personajes de “ayer, hoy y siempre” en espacios que ya no son decadentes, pero están colmados de misterio. De hecho, la nueva etapa del museo comenzó en noviembre de 2020 con la presentación de dos nuevas figuras: Greta Thunberg y Copito de Nieve. “Yo vine de México a Barcelona con ocho años y mi padre me llevaba muy a menudo al Zoo. Tenía verdadera obsesión con Copito. Cuando tomamos la decisión de montar el nuevo Museo de Cera, teníamos claro que debíamos tener personajes únicos. Copito pertenece a nuestro patrimonio y queremos que revivir el sentimiento que todos teníamos por él “, recuerda Díaz.

Nos adentramos en el espacio y pronto nos topamos con el gorila. A Velasco y Gibernet se les reconoce la sonrisa debajo de las mascarillas. “No era un macho muy grande y ¡está igual!”, reconoce Velasco, que junto al animal de cera nos imparte una clase sobre ronroneo, el idioma con el que se comunica con los gorilas. Los constructores del Copito de cera han evitado reproducir la llaga que tenía junto a una axila. Una llaga que Gibernet recuerda perfectamente como curaba. “Cuando anunciaron que a Copi le quedaba poco empezaron a venir multitud de personas a despedirse. Colas como las de la Gioconda en el Louvre. Fue muy emotivo”, recuerda Givernet. Observan durante rato al que parece el gorila que cuidaron. “En el Museo de Zoología estuvo expuesto Urko, un hijo de Copito que disecaron. Al verle, yo no reconocía a Urko y eso que era él. Aquí sí que reconozco a Copi”, confiesa Velasco. Fin de la visita al museo. Velasco y Gibernet se despiden de una figura de cera que representa al icono de una ciudad que ya no existe.

En la transtienda del True Crime

Mesa redonda True Crime Barcelona
Cartel de las jornadas

El País y la Universitat Pompeu Fabra (UPF) celebrarán conjuntamente este jueves la mesa redonda “En la transtienda del true crime”, un encuentro donde varios profesionales de la información reflexionarán sobre el periodismo de sucesos. A la mesa redonda, moderada por la redactora jefa de El País en Cataluña, Ana Pantaleoni, puede acudir el público en general y en ella informadores como Guillem Sánchez (El Periódico), Rebeca Carranco (El País), Carles Porta (director de Crims), Andrea Villoria (Ser Cataluña) y Anna Punsí (True Crime Factory) revelarán al público como trabajan a diario.

El acto tendrá lugar el próximo 28 de abril a las 17.00 en el Auditori-Campus del Poblenou de la UPF en la calle Roc Boronat 138 de Barcelona. Es gratuito y solo hace falta inscribirse en este enlace: A la rebotiga del True Crime.

Para aquellos que no puedan acudir presencialmente el debate será transmitido en directo a través de la web de la universidad: https://www.upf.edu/web/comunicacio.

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