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El interés por rescatar el gasoducto Midcat reactiva el frente opositor

El cambio de escenario energético provoca un giro político en favor de la obra

MidCat proyecto
Centro transportador del gasoducto Midcat en Hostalric (Girona), donde quedó paralizado el proyecto, este domingo.Toni Ferragut (EL PAÍS)

La crisis energética en Europa derivada de la invasión de Ucrania por parte de Rusia ha obligado a explorar de urgencia una batería de planes alternativos para minimizar la dependencia del gas ruso. Rebuscando en el cajón de los proyectos ha aparecido el posible rescate del Midcat, un gasoducto diseñado para interconectar España con Francia a través de Cataluña, pero que en 2019 quedó cercenado en las comarcas de Girona por su alto coste económico.

Ahora, la necesidad aprieta y el denostado gasoducto gana complicidades. Un súbito interés que ha despertado viejos temores y rearma al frente opositor que, en su día, maniobró para bloquear el avance de la obra. El tubo que debía cruzar los Pirineos está anclado en Hostalric.

El president de la Generalitat, Pere Aragonès, visitó recientemente el Estado federado alemán de Baden-Württemberg y en una reunión con el presidente regional, Winfried Kretschmann, acordó impulsar el Midcat. Aragonès dijo que Cataluña tiene una “posición estratégica” para distribuir gas en Europa. También la consejera de Acción Climática Teresa Jordà se posicionó en el Parlament a favor de la interconexión: “Ser soberanos energéticamente no quiere decir no estar conectados a Europa”, advirtió.

Ve el Midcat como un corredor mediterráneo de gas, y pidió que lo financie la Unión Europea. El Govern apunta que el gasoducto será válido a medio plazo, para canalizar el suministro de hidrógeno y de gases renovables, lo que le da una misión supuestamente más sostenible que el mero transporte de gas natural.

“En dos años podría estar la obra acabada”, afirma Salvador Sedó, director de desarrollo sostenible en Foment del Treball. La patronal es una de las voces más activas para que se recupere el Midcat. “El proyecto ejecutivo ya quedó aprobado”, recuerda Sedó, y apunta que las posibles modificaciones para alargar la conexión hasta la frontera francesa “no deberían entorpecer demasiado la ejecución”.

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226 kilómetros de tubo

Completar el tendido del gasoducto implicaría montar 106 kilómetros de tubo desde Hostalric a La Jonquera y, luego, otros 120 kilómetros desde El Pertús hasta la localidad de Barbaira, al lado de Carcasona. Los altos costes de instalar una tubería de noventa centímetros de diámetro soterrada a más de medio metro de profundidad fueron el principal motivo para paralizar el desarrollo de la infraestructura.

El escenario ha cambiado y alcaldes, entes supra-municipales y ecologistas vuelven a estar en pie de guerra. Critican la opacidad y desconocimiento del proyecto y sostienen que la construcción solo beneficia a empresas privadas. Su plazo de ejecución “podría propiciar que cuando se acabara ya no hubiera gas”, apuntan los ecologistas.

El 23 de enero de 2018 la Diputación de Girona aprobó una moción de la CUP en contra de la construcción del MidCat. La apoyaron ERC y PSC, y el PdeCat se abstuvo. El texto alegaba que el gasoducto prorroga un modelo energético “centralizado y obsoleto”, basado en el uso de un combustible fósil y opuesto a las políticas de energías renovables y a de proximidad. Se denunciaba el “alto impacto” en el territorio que supondría la construcción, a nivel ambiental y económico, por el perjuicio que suponía a la agricultura o la ganadería. ERC compartió los argumentos de la CUP y el PSC denunció la falta de “transparencia e información” del proyecto.

La CUP, en contra

La CUP mantiene su posicionamiento y este miércoles la diputada Montserrat Vinyets contestó —tras una pregunta al Govern— a la consejera Jordà que “no se puede hablar de emergencia climática y al mismo tiempo defender una infraestructura como el Midcat”. Insistió en que el gasoducto “ya destrozó parte del Vallés hasta Hostalric”, además de suponer un gasto millonario que se frenó “por la movilización popular y porque las instancias europeas no lo vieron claro”. “Es un despropósito”, zanja.

El presidente del Consejo Comarcal de la Selva y alcalde de Caldes de Malavella, Salvador Balliu (Junts), alerta de que “los alcaldes están preocupados”. Critica la falta de transparencia. “No tenemos información, ni proyecto. Lo que sabemos es por la prensa. Más allá que la conexión es con Francia, no se sabe por donde pasaría”. Además, apunta que los técnicos les han advertido de que “si se quisiera tirar adelante, con expropiaciones, estudios de impacto ambiental, exposición del proyecto y alegaciones, estaríamos hablando de mucho tiempo”. El alcalde de Hostalric, Nil Papiol (ERC), sostiene que en su término municipal, “ya se agujereó todo”, pero apunta que el trazado “ahora está restaurado como si no hubiera nada debajo”. Papiol lamenta la falta de información.

“Parece un proyecto fantasma que no muere”

Los ecologistas que llevaron a cabo diversas protestas y celebraron el entierro del proyecto en 2019 están reactivando ya la Plataforma Resposta al Midcat, que reúne a naturalistas de todo el territorio. “Parece un proyecto fantasma que no quiere morir” sostiene Kevin Buckland. “No tiene ningún sentido construir una infraestructura que nadie quería. No hay ningún beneficio excepto para Enagas y las empresas de combustibles fósiles”, sostiene.

En la Associació de Naturalistes de Girona (ANG), Raúl Domínguez lo califica de “barbaridad y proyecto opaco”. Para él “no es más que una huida hacia adelante ante el conflicto ruso, a pesar de que la UE ya lo paró porque no era de interés”.

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