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Camisas de colores y ‘pilars’: los ‘castells’ vuelven con mascarilla por La Mercè 2021

La cultura popular protagoniza el primer día de la fiesta Barcelona, que habilita 4.000 entradas más a los espectáculos y conciertos

Primera actuación de las colles de castellers de Barcelona tras un año y media de pandemia.
Primera actuación de las colles de castellers de Barcelona tras un año y media de pandemia.Carles Ribas (EL PAÍS)
Clara Blanchar

Han vuelto. Después de un año y medio de pandemia han vuelto los pantalones blancos, las fajas y las camisas de colores. Las ocho colles castelleres de Barcelona actuaron este viernes por La Mercè en el paseo de Gràcia. Todavía con un máximo de 160 personas que no dan para grandes construcciones ni alegrías, mascarillas, gel hidroalcohólico y pruebas de antígenos para los menores de 12 años, vallas y público con cita previa. Pero las ganas de volver pueden con todo lo anterior. Durante la actuación las colles levantaron simultáneamente pilares de cuatro alturas, para los que basta una treintena de castellers. Había emoción entre un colectivo que hasta esta semana no ha podido reunirse en sus locales con un máximo de 160 personas. El anterior límite, de 25, no daba para sus ensayos habituales.

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La cultura popular protagonizó la programación de La Mercè en el primer día de la fiesta mayor de Barcelona. Además de los castellers, gegants, trabucaires, bastoners, figuras del imaginario festivo o los falcons, se plantaron en el céntrico paseo —organizadas por barrios—, vallado por tramos y en el que se podía entrar con cita previa.

De las actuaciones, la más esperada, a mediodía, la de las colles de castellers de la ciudad (Barcelona, joves de Barcelona, Vila de Gràcia, Sants, Sagrada Família, Poble Sec, Sarrià y Eixample) actuaron después cinco olas de pandemia del coronavirus.

“Piensas más en el castell que en la mascarilla, son solo un par de minutos apretujados, además los castells dan vida”, aseguraba sonriente Odina Gaitán, de 44 años y miembro de los Castellers de la Vila de Gràcia, que acababan de levantar un pilar de cuatro alturas. Ella ocupa la posición de bajo, el primer piso, con los pies sobre el asfalto.

En los Castellers de Barcelona, Mireia Terré una enxaneta de solo ocho años se mostraba “nerviosa, con emoción por subir” y explicaba que lo peor de la mascarilla es cuando se combina con el calor. Y en la agrupación de Sants, Guillem Andrés celebraba que el Procicat haya ampliado a 160 la cifra de castellers que pueden reunirse: “Con 25 no se podía hacer nada”.

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Germán Simón, veterano de la agrupación de Barcelona lamentaba la situación de bache que ha supuesto la pandemia y también que en la vuelta, haya tan poco público y a distancia. “Es cuestión de acostumbrarse, el público es también la esencia de los castells. Dan ambiente, se suman a las pinyes, esa emoción”, decía.

El teniente de alcalde de Cultura, Jordi Martí, explicó que la primera noche de la fiesta las actividades del programa, con cita previa, sumaron en total 20.000 asistentes. Además, celebró que el Instituto de Cultura ha podido habilitar 4.000 entradas más durante los días que quedan de fiesta después de que el Procicat haya flexibilizado los aforos de la fiesta.

La misa de La Mercè reunió a políticos y cargos institucionales. No la ofició el cardenal Juan José Omella, que se encuentra en Roma, sino el obispo de Sant Feliu de Llobregat, Agustí Cortés. La alcaldesa no acude a la cita, y los representantes de ERC y Junts se ausentaron para participar en la protesta contra la detención de Carles Puigdemont en Cerdeña.

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Sobre la firma

Clara Blanchar
Centrada en la información sobre Barcelona, la política municipal, la ciudad y sus conflictos son su materia prima. Especializada en temas de urbanismo, movilidad, movimientos sociales y vivienda, ha trabajado en las secciones de economía, política y deportes. Es licenciada por la Universidad Autónoma de Barcelona y Máster de Periodismo de EL PAÍS.

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