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AEROPUERTO DE EL PRAT
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Un marco mental

Por qué la ampliación del aeropuerto de El Prat, una medida defendida por las entidades y los agentes socioeconómicos más destacados de nuestro territorio es sospechosa, justamente, por contar con esos apoyos

Aeropuerto El Prat
Un avión sobrevuela la zona natural de la Ricarda, junto al aeropuerto de El Prat de Barcelona.MASSIMILIANO MINOCRI / EL PAÍSMASSIMILIANO MINOCRI
Anna Gener

Uno de los debates más encendidos que estamos viviendo últimamente en Cataluña es el generado en torno a la ampliación del aeropuerto de El Prat. A mi modo de ver, una buena noticia, pues por fin centramos la discusión en una infraestructura clave para nuestra economía. Todas las cuestiones complejas —como también lo son solventar el acceso a la vivienda o convertirnos en una ciudad atractiva para talento— merecerían que trasladáramos el debate a un plano técnico, para que los expertos nos ayudaran a objetivar nuestras posiciones.

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Sobre lo escuchado estos días en relación con la propuesta de Aena, me preocupa especialmente el modo en el que se ha hecho referencia a los “intereses” del mundo empresarial; un colectivo, que, a pesar de su diversidad, se ha mostrado a favor de la ampliación del aeropuerto en su práctica totalidad.

Me pregunto por qué motivo una medida defendida por las entidades y los agentes socioeconómicos más representativos de nuestro territorio es sospechosa, justamente, por contar con esos apoyos. Parece que en los últimos años se ha instalado en Cataluña un marco mental que no reconoce que el mundo empresarial y económico genera oportunidades para la sociedad, del mismo modo que olvida que el dinero público proviene de lo generado por las personas y las empresas del ámbito privado. Quizá sólo por ello valdría la pena no referirse a “los intereses del tejido empresarial” como algo ajeno al conjunto de nuestra sociedad.

Hace falta tener voluntad de liderazgo tomar decisiones económicas buenas y apoyar a los sectores que crean riqueza

No es casualidad que las posiciones más beligerantes contra la ampliación del aeropuerto —Twitter va sembrado— provengan de profesionales del sector público, de perfiles ajenos al mundo empresarial o de trabajadores de empresas que reciben subvenciones. Quizá porque crean, erróneamente, que no les afecta lo más mínimo cómo le vaya a nuestro tejido productivo.

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Respecto a los argumentos en contra de la ampliación, comparto la preocupación por el medioambiente, pero difiero de los que opinan que conllevará, per se, un incremento del turismo. En este sentido, convendría recordar que la ampliación de El Prat potenciará las rutas de larga distancia, que son las que menos correlacionan con el turismo. Y en cualquier caso, mientras otros aeropuertos cercanos amplíen su capacidad para captar esos vuelos, los turistas intercontinentales llegarán de todos modos a Barcelona. O tomamos medidas coordinadas con el resto de la Unión Europea, o sin la ampliación, simplemente perderemos oportunidades.

En Barcelona, la utilización abusiva de la expresión “monocultivo turismo” no ha favorecido un debate sosegado sobre la conveniencia de ampliar el aeropuerto. A pesar de que se trata de una idea que se desmonta con sólo observar el desglose del PIB de Barcelona entre los diferentes sectores económicos, la expresión ha calado de tal manera que nos ha llevado a hablar del turismo como si fuera una plaga, en lugar de haber centrado nuestra energía en gestionarlo de manera sofisticada y profesional.

En Barcelona la utilización abusiva de la expresión “monocultivo turismo” no ha favorecido un debate sosegado

Como si hubiera algo turbio en ello, también se ha criticado la “operación inmobiliaria” que hará Aena con un suelo de uso comercial y logístico colindante al aeropuerto. Actualmente, en la primera corona de Barcelona existe una tasa de disponibilidad de naves logísticas inferior al 2%, lo que indica que necesitamos con urgencia suelo y producto logístico. Nos guste o no, el incremento de las compras por internet, acelerado durante la pandemia, exige ampliar nuestra capacidad de almacenaje cerca de los núcleos urbanos. La pieza de Aena ayudará a mitigar este déficit.

Con todo, el argumento en contra que me ha causado más asombro es el que sostiene que tener un hub intercontinental no incidirá en la atracción de empresas, alegando que aquello verdaderamente importante es el ecosistema económico que las acoge. Los que nos dedicamos a implantar empresas en Cataluña sabemos que cuántos más vuelos internacionales ofrece una ciudad, más talento y más empresas es capaz de atraer.

Seguramente Aena debería proporcionar más información sobre las diferentes opciones que existen para ampliar nuestro aeropuerto y cómo piensa compensar el impacto medioambiental, —afortunadamente, la Comisión Europea estará vigilante al respecto—, pero deberíamos aceptar, sin rasgarnos las vestiduras, que mantener nuestro aeropuerto infradimensionado, mientras las ciudades más ambiciosas de Europa siguen ampliando los suyos, nos resta competitividad.

Todos queremos una Cataluña rica y plena, pero eso no es algo que vaya a suceder con sólo desearlo; hace falta tener voluntad de liderazgo en un entorno global, tomar buenas decisiones económicas y apoyar a los sectores que crean riqueza. Sólo así seremos capaces de generar oportunidades para todos.

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