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El fuego remite, la sensación de abandono se acentúa

Los municipios afectados por el incendio del Anoia y la Conca de Barberà amplifican las quejas por el descuido de los bosques y las zonas rurales

Marc Rovira
Terrenos del incendios municipio de Bellprat
Terrenos calcinados por el paso de las llamas en el municipio de Bellprat en el que ardieron 1.000 hectáreas.Josep Lluis Sellart

El incendio forestal que el pasado sábado empezó a arder en Santa Coloma de Queralt (Conca de Barberà) quedó este lunes estabilizado. Los bomberos lograron encapsular la lengua de fuego durante la mañana de ayer, auxiliados por una tormenta que desplomó las temperaturas y enjuagó las rachas de aire caliente que tantos quebraderos de cabeza dieron durante todo el fin de semana y que, por el efecto acelerador que tenían sobre las llamas, incluso obligaron a evacuar a unas 200 personas y a confinar a todos los vecinos de dos pueblos del Anoia, Santa Maria de Miralles y Sant Martí de Tous. El balance de daños contabiliza 1.700 hectáreas abrasadas, pero el fuego ha reactivado una carga de profundidad que permanecía latente: la sensación de abandono y de desprotección que tienen los vecinos que residen en municipios pequeños y zonas rurales.

Tras días de angustia y de desvelos por el destrozo que pudieran provocar las llamas en casas, fincas, granjas y masías, varios alcaldes de la Conca de Barberà y el Anoia exigieron este lunes que se actúe de manera eficaz sobre la gestión forestal y que se dote a las comarcas menos pobladas de recursos que promueven el equilibrio territorial.

David Alquézar, alcalde de Sant Martí de Tous y delegado de la Generalitat en el Penedès, puso de relieve que es misión de la administración pública velar por “la eficacia de la conservación del paisaje que hace la gente que vive en el territorio”, y señaló que hace falta “un planteamiento de país sobre qué hay que hacer con la masa forestal”. Desde Bellprat, el municipio más perjudicado por el fuego, con más de 1.000 hectáreas quemadas, Joan Carbó, concejal de Urbanismo, lamentaba que las administraciones superiores no actúen para evitar que los bosques sean “un polvorín”. Carbó ponía de relieve que, más allá del espeso rastro de ceniza dejado por el fuego, la situación de desamparo viene de lejos: “los pueblos pequeños estamos dejados de la mano de Dios, nos estamos muriendo y no hay manera que llegue la fibra óptica y tenemos líneas eléctricas lamentables”.

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La precaria cobertura telefónica que hay en la zona quedó al descubierto durante los trabajos de extinción del incendio, el mayor que ha sufrido Cataluña en los últimos dos años. Ramon Mullerat, alcalde de Santa Coloma de Queralt, señalaba que el efecto de las llamaradas ha atraído puntualmente el foco sobre un territorio que generalmente queda eclipsado. “Después, nadie se va a acordar de nosotros”, auguraba. La Conca de Barberà perdió 1.500 habitantes en la última década y el censo total de la comarca apenas supera los 19.900 vecinos.

Sin cortafuegos

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Estos días, cuando visitaron el centro de coordinación del fuego que se instaló en el campo de fútbol de Santa Coloma de Queralt, el president Pere Aragonès, el vicepresidente Jordi Puigneró, el responsable de Interior, Joan Ignasi Elena, y hasta el director general de extinción de incendios, Joan Delort, dedicaron, todos ellos, elogios a los alcaldes y ediles de los municipios afectados. De igual manera, celebraron la colaboración de los payeses, a los que pidieron que usaran sus tractores para arar tantos campos como pudieran, con el objetivo de trazar franjas que cortaran el paso a las llamas. El sindicato Unió de Pagesos reivindicó el papel del sector agrario y alertó que tener un territorio descuidado “aumenta el riesgo de incendios”. Advirtió, además, que con más masa forestal, las llamas adquieren una virulencia que “supera la capacidad de respuesta de los equipos de extinción”.

El fuego empezó en una cuneta de carretera y tomó impulso avanzando por un campo de cereales, pero la mayor parte de las hectáreas calcinadas son superficie forestal. Grandes arboledas con un descuidado sotobosque que sirvió de combustible para dar velocidad a las llamas. Son zonas, fundamentalmente de propiedad privada, donde abunda el pino blanco, de baja rentabilidad, y que muy a menudo quedan desatendidas. Sin cortafuegos ni franjas de seguridad, cuando el verano trae las altas temperaturas y la sequedad recalcitrante del terreno se genera una combinación muy propiciatoria para que un incendio pueda avanzar sin freno.

Vista del incendio desde Sant Martí de Tous.
Vista del incendio desde Sant Martí de Tous.Josep Lluis Sellart

El sábado por la tarde, varias dotaciones de bomberos que trataban de frenar lo que bautizaron como “carreras de fuego”, tuvieron que ser evacuados por precaución al producirse una densa nube de humo, un pirocúmulo, que ponía en entredicho la seguridad del operativo.

Técnicos de los Bomberos han advertido repetidamente que la dinámica de los bosques está cambiando, cada vez más vegetación y más difícil de controlar, y que, junto con el progresivo aumento de las temperaturas medias, el riesgo de grandes fuegos forestales se dispara. La consejera de Acción Climática, Teresa Jordà, avanzó la semana pasada un plan plurianual de prevención de incendios en Cataluña. Contempla gastar 60 millones, a razón de 15 millones durante cuatro años.

El Consorcio Forestal de Cataluña critica que el 80% de la superficie de bosques no se gestiona, con lo que se abre la puerta a “incendios catastróficos”. Tras los episodios de incendios de los últimos días, al de Santa Coloma de Queralt le precedieron los fuegos del Cap de Creus y el del Montgrí, el consorcio lamenta que “la acumulación de combustible” en los bosques hace que las tareas de extinción sean “peligrosas” e, incluso, a veces pueden resultar “imposibles”.

Investigación abierta sobre el detonante

Las llamas arrancaron el sábado por la tarde al borde de la carretera que va de Les Piles a Santa Coloma de Queralt, un punto de inicio que, de primeras, llevó a los Agentes Rurales a sospechar que no había sido un fuego fortuito ni derivado de ninguna anomalía en una línea eléctrica. “Se adivina la mano del hombre, ya sea accidental o negligente”, han repetido los investigadores. Pero la versión oficial no va más allá. Una colilla arrojada temerariamente o un chispazo salido de un motor son las dos líneas de investigación.

No se ha encontrado ningún rastro de pitillo, pero la hipótesis no se descarta del todo porque la zona soportó mucho trajín de los bomberos durante los trabajos de extinción, lo que podría haber alterado la presencia de pruebas. La posibilidad del chispazo cobra más peso, y se han recopilado vídeos que recogen los momentos posteriores al arranque de las llamas.

Las imágenes son revisadas para descubrir algún indicio que aclare el desencadenante. Mientras, los bomberos dieron ayer por controlado el incendio que ha quemado 34 hectáreas en Ventalló (Alt Empordà).

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