Pujol publica un libro para intentar salvar su legado político del “borrón” de Andorra
El expresidente catalán pide “perdón”, pero reivindica su figura en una larga entrevista que es su “testamento político”
Jordi Pujol ha roto su silencio con la publicación de un libro-entrevista, Entre el dolor y la esperanza (Proa y Enciclopèdia) en el que repasa los últimos años de su vida y pide “perdón” por el caso Pujol, del que no aporta ninguna revelación significativa. El título resume su estado de ánimo ambivalente, prisionero como está por el pecado original de la fortuna oculta en Andorra, pero con la mirada puesta en la Wikipedia. ¿Cómo me recordará la Historia? ¿Qué se dirá de mi obra de gobierno? Son preguntas que parecen sobrevolar un libro que “no es el cuarto volumen de sus memorias, sino una entrevista que es casi su testamento político”, ha explicado el entrevistador, Vicenç Villatoro, en la presentación del libro.
El acto, en la Casa del Llibre, ha tenido un gran ausente: el entrevistado. “No ha venido por su avanzada edad [tiene 90 años] y porque no le parecía oportuno exponerse públicamente”, ha concretado Josep Ramoneda, presidente de Edicions 62. El exdirigente nacionalista se había mostrado “reticente” a publicar el libro; al final, tras una veintena de encuentros personales con Villatoro, aceptó que sus palabras vieran la luz. Eso sí: bajo supervisión. Hasta el título del libro fue consensuado con el expresident, que aborda el caso de corrupción que le afecta a él y a su familia con una mezcla de sensaciones que resulta difícil de digerir: por un lado, se disculpa por un “borrón” en su trayectoria; por el otro, se presenta como víctima de una campaña “encarnizada” por lo que representó en Cataluña.
El expresidente, que está pendiente de ir a juicio y afronta una petición de la fiscalía de nueve años de cárcel, no se sale del guion conocido y repetido hasta la saciedad en el Parlament, en el juzgado y en sus artículos. El dinero oculto a Hacienda, insiste, procede de un legado de su padre, Florenci, que había obtenido con el intercambio ilegal de divisas durante el franquismo. No tiene nada que ver, en cualquier caso, con su actividad política. “No soy un corrupto”, repite en varios pasajes del libro. “Lo dice de una forma”, ha detallado Villatoro, “que le sale de dentro”. Pujol explica que tenía más dinero antes de entrar en política que después.
“Preparado para la prisión”
“Pido perdón, sobre todo a mí país y a su gente”, dice Pujol, que con la confesión de la fortuna oculta del 25 de julio de 2014 cayó de un pedestal en el que muchos le mantenían aún. “Era consciente de que podía tener consecuencias dolorosas”, admite. Confía en que saldrá airoso del juicio y asegura que no teme ir a la cárcel. “Me considero preparado para la prisión, para la ruina y también para la muerte, pero no para el deshonor o la vergüenza pública”. Los términos religiosos (la culpa, el arrepentimiento, la penitencia) copan la entrevista. Pujol admite que la caída de 2014 fue más sonada por su atribuida condición de líder moral. “El hecho de que haya sido un predicador y que haya puesto el acento en la ejemplaridad de la conducta de los dirigentes, hace que mi caso sea más grave, y por tanto más doloroso”.
La entrevista es también un intento de justificar su error. Si no arregló el asunto de Andorra es porque estaba ocupado ejerciendo la presidencia de la Generalitat (1980-2003). Lanza la idea incluso de que mantener la deixa del padre podía ser un plan b para el caso de que el proyecto que lideraba, Convergència, estuviera “falto de recursos”. Se reprocha en todo caso una “falta” que cometió “no por codicia, sino por desidia, ligereza, debilidad”. En un libro que pasa de puntillas por cuestiones personales (admite que no fue el mejor padre del mundo por sus ocupaciones), Pujol también da espacio al victimismo. “Buena parte de la crítica encarnizada que ahora se me hace no es justa ni responde a la realidad”, dice Pujol, que menciona a la “policía patriótica” y al “ajuste de cuentas” que buscan algunos. Preguntado sobre si piensa “tirar de la manta”, simplemente responde: “No es mi estilo”.
El periodista Vicenç Villatoro cree que la obra “durará” y que su interés incluso aumentará con los años. En eso confía también Jordi Pujol, que tras la confesión trató de rehabilitar su imagen pública. El libro es un paso más en esa estrategia de blanqueo de la imagen. El expresidente no deja de pensar en la posteridad, en qué repercusiones tendrá ese “borrón” en las generaciones futuras. Teme su recuerdo, y se muestra optimista solo a ratos. “A menudo las imágenes se recuperan. Podemos volver a hablar de aquí a diez años”. “Ya no será como antes, no será completa”, lamenta. Se compara incluso con el canciller alemán Helmut Kohl, que tras liderar la reunificación alemana se vio obligado a dimitir por la financiación de la CDU. “Durante un tiempo quedó del todo marginado, aunque después ha recuperado buena parte de su consideración”. Confía en que le ocurra lo mismo. “Quizá todo esto algún día se podrá ver con otros ojos”. Y piensa, también, en su obra política, los 20 años de gobiernos de CDC.
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