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MÚSICA

Bach, idóneo para romper fronteras

El pianista Marco Mezquida y el organista Juan de la Rubia inauguran un nuevo ciclo en el Palau de la Música

Marco Mezquida y Juan de la Rubia, durante su actuación en el Palau.
Marco Mezquida y Juan de la Rubia, durante su actuación en el Palau.Antoni Bofill

El jueves el Palau de la Música inauguró un nuevo ciclo de título inquietante: Fronteras. ¡Como si la música, y el arte en general, no tuvieran suficientes fronteras! Rápidamente la presentadora del evento aclaró que, a pesar del título, se trataba de “romper fronteras, explorar nuevos espacios, nuevos formatos, nuevas maneras de acercarse a la música y que confluyeran, creando nuevas formas de acercarse al público”. Una explicación tranquilizadora pero extremadamente ambiciosa. En su primera entrega el ciclo probablemente no alcanzó todas esas aspiraciones pero el resultado solo puede calificarse de soberbio. Y la ovación que lo puntuó con casi todo el público en pie (eso que los anglohablantes llaman pomposamente standing ovation) fue totalmente merecida.

Marco Mezquida, nuestro pianista con más frentes abiertos al mismo tiempo (y casi todos interesantes) se reunió con Juan de la Rubia, el organista de la Sagrada Familia pero también profesor de improvisación de la ESMUC, para explorar el mundo sonoro de Johan Sebastian Bach. Tomar a Bach como excusa y punto de partida no es nada nuevo, pero en el escenario del Palau volvió a quedar claro que la música del Kantor de Leipzig, a pesar de las vueltas que se le puedan dar, sigue conservando esa magia que la hace idónea para romper fronteras.

Dos pianos de cola y, en menor medida, el órgano del Palau sirvieron para que los dos músicos se pasearan tranquilamente desde las estrictas notas de la partitura a visiones totalmente desbocadas del universo bachiano. De una coral de la Pasión según San Mateo o del aria de las Variaciones Goldberg a un par de composiciones propias llegando incluso a un ragtime que sorprendentemente encajó a la perfección en todo el entramado.

Fresco y aéreo

Más con los dos pianos que con el órgano recrearon a un Bach fresco y aéreo siendo, por momentos, bastante difícil saber qué pertenecía al compositor alemán y qué procedía de la imaginación de los dos intérpretes, de hecho daba igual. De la Rubia y Mezquida crearon una atmosfera densa que nadie se atrevió romper con aplausos hasta el acorde final.

A los dos músicos se unieron las proyecciones cambiantes de Alba G. Corral que lucharon denodadamente contra la ya de por sí exuberante plasticidad del escenario para buscar mundos paralelos de colores y luces inquietantes que complementaron a la perfección la fuerza de la música.

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Una experiencia sumamente interesante, de las que dejan un magnífico sabor de boca que, además, pudo seguirse en streaming, una moda que, gracias a la pandemia, parece haber llegado para quedarse. El concierto fue seguido por 8.000 personas en las diferentes plataformas de Palau Digital.

El ciclo Fronteras seguirá con conciertos a priori tan interesantes como la Barcelona Gipsy Balcan Orchestra (14 de marzo), la violinista Mari Samuelsen (31 de marzo) y el regreso del magnífico homenaje de Noa también a Bach (5 de mayo).


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