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El nacionalismo radical toma la lista electoral de Junts

Joan Canadell es el abanderado de las posiciones más extremas de la formación de Puigdemont

Cristian Segura
El presidente de la Cámara de Comercio de Barcelona, Joan Canadell, 'número 3' de JxCat por Barcelona.
El presidente de la Cámara de Comercio de Barcelona, Joan Canadell, 'número 3' de JxCat por Barcelona.Marta Pérez

Pocos ejemplos como la derrota de Ferran Mascarell explican mejor el signo radical que toma la lista electoral de Junts per Catalunya (Junts). El exsocialista, exconsejero de Cultura y político bregado en mil batallas, se sumó al carro del independentismo con el procés. Su trayectoria y fidelidad a Carles Puigdemont, el expresidente de la Generalitat y cabeza de lista del partido en las próximas elecciones autonómicas, no le sirvieron en las recientes primarias del partido frente a nombres que son conocidos por su activismo nacionalista y populista: Mascarell solo obtuvo 98 votos, el 4,2% de los que participaron en la elección de la lista de Barcelona; por encima de él quedaron 24 candidatos, entre ellos el ultranacionalista Mark Serra o el payaso Jordi Pessarrodona.

Si hay un hombre que representa la apuesta por el nacionalismo extremo de la formación de Puigdemont es Joan Canadell. El presidente de la Cámara de Comercio de Barcelona será el número tres de Puigdemont y Laura Borràs en la Ciudad Condal. Las excentricidades y opiniones xenófobas de Canadell han sido recurrentes, en las redes sociales y en charlas en las que ha participado. En uno de sus comentarios de 2020 en Twitter que más ampollas levantaron, este empresario y ahora político aseguró que a Cataluña le hubiera ido mejor separada de España durante la pandemia: “Cataluña independiente hubiera salvado miles de vidas. España es paro y muerte, Cataluña, vida y futuro”. Valoraciones como esta han sido habituales en Canadell. “Llevamos 300 años bajo estos salvajes, yo creo que incluso 500 años”, dijo, refiriéndose a España, en un acto de 2018.

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Canadell alcanzó la presidencia de la Cámara de Comercio gracias a una campaña de movilización del voto de pequeños empresarios y autónomos orquestada por la Asamblea Nacional Catalana. Su victoria fue aplastante pese a que anteriormente había hecho propuestas opuestas a los intereses de estabilidad del empresariado. Se mostró partidario de boicotear a compañías que considera que no son partidarias de un referéndum de autodeterminación y de huelgas patrióticas como herramienta de presión al Gobierno: “¿Quién ha de sufrir los parones del país? Uno, las 6.800 multinacionales implantadas en Cataluña. Estas nos ayudarán si hacemos la huelga, porque llamarán a la Merkel o al Macron de turno, porque no pueden vivir con Cataluña parada”, afirmó hace dos años Canadell. También en 2018 pidió a través de Twitter que las empresas catalanas debían trasladar su domicilio fiscal al extranjero para no pagar impuestos en España.

Otra faceta que ha caracterizado a Canadell es su apoyo al Institut de Nova Història (INH), un colectivo de historiadores aficionados que aseguran que personajes como Miguel de Cervantes, Leonardo da Vinci, Cristóbal Colón o Santa Teresa de Jesús, entre muchos otros, eran catalanes. En 2017 impartió una conferencia con la que pretendía demostrar que la bandera de Estados Unidos se inspira en la senyera. El consejero de Políticas Digitales de la Generalitat, Jordi Puigneró, también apoya las tesis del INH, e incluso publicó en 1999 un estudio según el cual Juan Sebastián Elcano era en verdad el catalán Joan Cacirea del Canós, Bartolomé de las Casas, un fraile catalán llamado Bartomeu Casaus, y los hermanos Pinzones, los catalanes Pinçó.

Puigneró, que formará parte de la lista de Junts en los próximos comicios, tiene un pasado salpicado de mensajes xenófobos. En 2012, durante los Juegos Olímpicos de Londres, escribió en Twitter: “¿Sabéis cuál es la diferencia entre un español y un mongol? Una medalla”. Aquel año añadió en la misma red social: “Un intelectual español hablando de federalismo es como un marido alcohólico y maltratador gritando ‘cambiaré’ el día que la mujer está haciendo las maletas”. Los intereses de Canadell y Puigneró han coincidido en la promoción de la estrategia del actual Govern para desarrollar lo que han denominado como “la república digital”. Canadell expuso en varias charlas las bondades del proyecto para crear nuevos independentistas: “Cuando con la identidad digital catalana, a los que no lleguen a fin de mes, les demos una criptomoneda digital, para cambiarla por cosas que les interesan, ¿qué hará la gente del Baix Llobregat que lo pasa mal?”.

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Expolio con el coronavirus

Canadell y Puigneró no son solo potenciales miembros de un futuro ejecutivo de Junts, también entrarían en las quinielas para suceder a Borràs en el caso de que esta llegue a ser inhabilitada por la presunta concesión de contratos a dedo durante su etapa en la Institución de las Letras Catalanas, hechos por los que está siendo investigada en el Tribunal Supremo. A Borràs la caracteriza una estrategia promocional en la que potencia la devoción que sienten por ella sus seguidores más fieles, compartiendo periódicamente imágenes y mensajes que le dedican. La número dos de Puigdemont destaca por mensajes con tintes populistas, como las palabras que pronunció el pasado 22 de diciembre en un acto de partido y con las que denunciaba que el Gobierno de PSOE y Podemos aprovechaba la crisis de la covid-19 para “expoliar” a Cataluña: “Rechazamos una gestión centralizada [de la pandemia], la que ha hecho el Gobierno español, que además ha aprovechado el expolio fiscal que ahoga a la Generalitat. Somos un país rico, pero también un país expoliado. No podemos dejar de tenerlo presente. Porque todo lo que generamos, nos podría permitir salir de la crisis con garantías”.

Otro personaje que sigue los pasos de Borràs, con mensajes de apoyo diarios a su persona en las redes sociales, es el abogado y diputado Jaume Alonso-Cuevillas. Independentista advenedizo, hoy ferviente escudero de Puigdemont, el año pasado, en un mitin en el pueblo de su líder, Amer, Alonso-Cuevillas proclamó sin despeinarse que solo faltaban los “100 metros finales” para la independencia: “Llevamos 300 años, como mínimo, intentando nuestro momento. Hemos llegado más lejos que nunca. El 1 de octubre [de 2017, fecha del referéndum ilegal de independencia] fue el acto de desobediencia civil más importante de la historia de Europa”. Alonso-Cuevillas también vaticinó que gracias a la presencia de Puigdemont en Bruselas, los apoyos internacionales a favor del independentismo llegarían en tropel. El expresidente y eurodiputado, hoy huido en Bélgica para evitar a la justicia española, afirmó el pasado 4 de diciembre que tiraba la toalla respecto a la Unión Europea: “No negociaremos con la UE la independencia de Cataluña porque la UE es un sindicato de los Estados; allí la voz cantante es España. La UE tampoco es la más rápida en reconocer independencias. Hay vida más allá”.

Un nuevo referente en Girona

Se han producido en las últimas semanas otras muestra del radicalismo en el que se ha embarcado Junts: así lo fue la reunión en la que participó el vicepresidente del Parlament y diputado Josep Costa con representantes de grupúsculos de la extrema derecha independentista, para sondear una posible alianza electoral. También lo es el éxito en las primarias de Junts en Girona del empresario agrícola Salvador Vergés. El digital E-notícies publicó una fotografía de Vergés armado con un fusil de juguete, una capucha y enmascarado con una estelada —la bandera independentista—, haciendo un gesto ofensivo con el dedo medio. “Aunque nos pagaran 16.000 millones de euros cada año para ser españoles, no querríamos serlo, porque nosotros somos diferentes, no tenemos nada que ver con esa gente”, aseguraba Vergés en un discurso con motivo de la fiesta nacional de Cataluña del pasado septiembre. “¿Nosotros les haríamos lo que nos hacen ellos? ¿Les robaríamos? ¿Les negaríamos la lengua y la cultura? ¿Los maltrataríamos? ¿Los encarcelaríamos? ¿Querríamos destruirles como pueblo? Nunca se lo haríamos”.

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Sobre la firma

Cristian Segura
Escribe en EL PAÍS desde 2014. Licenciado en Periodismo y diplomado en Filosofía, ha ejercido su profesión desde 1998. Fue corresponsal del diario Avui en Berlín y posteriormente en Pekín. Es autor de tres libros de no ficción y de dos novelas. En 2011 recibió el premio Josep Pla de narrativa.

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