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Los aguacates de Muñoz Ramonet

La casa que el empresario legó a Barcelona en 1991 tiene un raro ejemplar de este árbol que proporciona abundantes frutos

El enorme aguacate (en el centro de la imagen) situado delante de la casa de Julio Muñoz Ramonet.
El enorme aguacate (en el centro de la imagen) situado delante de la casa de Julio Muñoz Ramonet.�Consuelo Bautista (EL PAÍS)
José Ángel Montañés

No sabemos si a Julio Muñoz Ramonet le gustaban los aguacates, pero en el jardín de más de 4.000 metros cuadrados que rodean la casa que legó a la ciudad en 1991 hay un ejemplar de este árbol, casi único en la ciudad, de más de 12 metros, que proporciona abundantes, suculentos y exquisitos frutos: unas 300 piezas al año. Lo comprobaron las personas que visitaron este remanso de paz en mitad del distrito de Sarrià-Sant Gervasi, que fueron obsequiados hace unas semanas con un par o tres de piezas de esta peculiar cosecha.

El industrial dejó en herencia una impresionante colección de obras de arte, en litigio entre el Ayuntamiento y sus cuatro hijas tras negarse a entregarlas desde entonces. Pero otras de las joyas que también donó a la ciudad es esta parcela con especies naturales como un laurel, un tilo, un almez, un magnolio, clivias, aspidistras, palmitos, cerezos japoneses, latanias; pero también naranjos y limoneros, una higuera, un níspero y este raro aguacate.

Este árbol —que cuenta solo con un par de ejemplares parecidos en la ciudad; uno en el paseo de Santa Madrona y, otro, en los jardines de Can Bruixa—, es una especie originaria de Latinoamérica y climas tropicales, que no soporta las heladas y se estresa con temperaturas superiores a 36 grados, por lo que en España se cultiva en Andalucía; donde desde hace años se producen para el mercado nacional e internacional. La edad de esta rareza barcelonesa, según Joan Pinyol, ingeniero agrónomo y responsable de la puesta a punto de este jardín para abrirlo al público en 2016; sería de unos 60 años; un momento en el que este fruto no estaba incluido en la dieta de los españoles.

Según Pinyol, el árbol se plantó entre 1956 y 1957, cuando Muñoz Ramonet le encargó a Joan Mirambell la reforma del jardín, una década después de adquirir la casa. Mirambell fue, según Pinyol, un diseñador de jardines que creó la mayoría de los clubes de golf catalanes y trabajó para muchos propietarios de la burguesía catalana. En este caso actualizó el espacio proyectado por el gran paisajista francés Jean-Claude Nicolas Forestier en 1916 para el primer dueño de la casa, el marqués de Alella.

El enorme almez situado junto al estanque del jardín de la casa de Julio Muñoz Ramonet.
El enorme almez situado junto al estanque del jardín de la casa de Julio Muñoz Ramonet.�Consuelo Bautista (EL PAÍS)

En ese momento, es cuando se introducen algunas especies muy del gusto de Mirambell, como las magnolias, livistonas, cicas y palmeras datileras —procedente del jardín del Palau Robert que en ese momento Julio Muñoz estaba también reformando— que estaban de moda y son una constante en este paisajista, además del aguacate, “aunque supo mantener el espíritu del original y mantuvo muchas de las especies originales de Forestier”.

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“Podríamos pensar que plantar este árbol es fruto del interés personal de Muñoz por sus contactos comerciales con Centroamérica; pero la armonía que tiene el jardín no la decidió él. Seguro que hubo directrices de la propiedad, pero no se notan. La posición del árbol es fruto de la remodelación de los cincuenta; el problema es que no se conservan planos del proyecto de Mirambell. Pensar que el árbol creció después de que alguien arrojara allí un hueso es una visión romántica muy poco probable”, prosigue Pinyol.

El aguacate de Muñoz Ramonet es enorme. “En jardinería, a diferencia de los árboles que se explotan en agricultura, cuanto menos se poda mejor; no se busca la rentabilidad, sino la belleza y la armonía. Por eso este tiene esa altura que llega a un tercer piso”. Según Pinyol se trata de un árbol fácil de cuidar: “Solo requiere revisar las ramas porque es un árbol de madera blanda, para que no caigan”, comenta.

29/10/20 Jardines de Muñoz Ramonet, Calle Muntaner. Barcelona. En el centro de la imagen, un naranjo. Foto: Consuelo Bautista
29/10/20 Jardines de Muñoz Ramonet, Calle Muntaner. Barcelona. En el centro de la imagen, un naranjo. Foto: Consuelo Bautista�Consuelo Bautista (EL PAÍS)

Cuando el fruto llega a su momento de maduración y para evitar que su caída provoque daños, obliga a alquilar una plataforma de más de 13 metros. “Si se hace en su punto, prosiguen madurando. No son de una variedad comercial; son de una antigua, pero están muy buenos. Diría que deliciosos”, remacha Pinyol, que, de todas formas, destaca otros árboles del jardín, como un enorme tilo “original de 1916 y, sobre todo, el almez situado junto con el estanque, que es excepcional y monumental”.

Tras el regalo de los aguacates a los visitantes de los jardines, Anna Ferrer, directora de la Fundación Julio Muñoz Ramonet, asegura que se hará lo mismo con los otros árboles que den frutos, como el níspero, la higuera, los limoneros y los naranjos.

No sabemos si a Muñoz le gustaban sus aguacates. Pero sí que a sus invitados, a los que les servía a la carta, con cubiertos y vajilla de oro, les ofrecía vino de su propia cosecha. “Los servía como si fueran los mejores del mundo; se podían beber, pero nada más”, explican algunos de los privilegiados que asistieron a esas comidas.

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Sobre la firma

José Ángel Montañés
Redactor de Cultura de EL PAÍS en Cataluña, donde hace el seguimiento de los temas de Arte y Patrimonio. Es licenciado en Prehistoria e Historia Antigua y diplomado en Restauración de Bienes Culturales y autor de libros como 'El niño secreto de los Dalí', publicado en 2020.

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