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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Anormalidad democrática

En cualquier democracia madura el mal gobierno recibe el castigo de los electores. Pero en Cataluña existe un riesgo de que vuelva a gobernar la misma coalición cuya gestión ha desaprobado la ciudadanía

Albert Branchadell
Quim Torra en el Parlament.
Quim Torra en el Parlament.andreu dalmau (EFE)

El pasado 3 de noviembre Amnistía Internacional difundió un comunicado que volvía a pedir la libertad “inmediata e incondicional” de Jordi Cuixart y Jordi Sànchez, en el tercer aniversario de su encarcelamiento. En el comunicado, Amnistía recordaba su histórico informe publicado en noviembre de 2019. En ese informe, y a pesar de reconocer que la organización no había encontrado elementos para afirmar que el proceso judicial seguido contra los 12 líderes independentistas catalanes hubiera vulnerado las garantías de un juicio justo, Amnistía arremetió contra la “excesiva y desproporcionada” pena de nueve años de prisión impuesta por el Supremo a Jordi Cuixart y Jordi Sànchez y ya solicitó su puesta en libertad “de forma inmediata”.

Poco antes del comunicado de Amnistía Internacional, la relatora sobre la situación de los defensores de los derechos humanos de la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa se pronunció sobre el caso Cuixart en términos parecidos. Alexandra Louis (miembro de La República en Marcha, el partido de Macron) expuso sus dudas sobre la condena impuesta a Jordi Cuixart e hizo un llamamiento a las autoridades españolas para que consideraran su puesta en libertad condicional “tan pronto como sea posible”.

Si Junts y ERC sumaron 66 escaños en 2015 el CEO les atribuye ahora entre 64 y 67, un resultado casi idéntico

Como se ha dicho repetidamente (el último fue el expresidente Montilla el pasado domingo), que los líderes independentistas sigan en prisión hace muy difícil superar la anormalidad en la que se halla instalada Cataluña desde el otoño de 2017. Pero sería ingenuo pensar que su mera puesta en libertad, sea cual sea la vía escogida (revisión del delito de sedición, indulto o amnistía), vaya a desenredar el grave conflicto político planteado o a neutralizar todos los síntomas de anormalidad democrática. Y el último Barómetro de Opinión Política del Centro de Estudios de Opinión (CEO) de la Generalitat, publicado el pasado 20 de noviembre, ofrece datos de mucha enjundia al respecto.

En primer lugar, el CEO corrobora lo que ya se sabía: desde que los barómetros miden la valoración de la actuación política de estos mandatarios, Quim Torra habrá sido el peor presidente de la Generalitat. El 4,1 de valoración de este barómetro es el octavo suspenso consecutivo de Torra, que ha quedado por debajo del 5 todas las veces que ha sido evaluado (empezó con un 4,9 en junio de 2018, al poco de ser elegido, y ha terminado con ese humillante 4,1 después de su heroica inhabilitación). No hay ningún presidente anterior al que le haya sucedido esto. Maragall aprobó las dos veces que fue examinado en 2006. Entre 2006 y 2010 Montilla aprobó nada menos que 14 de las 18 evaluaciones a que fue sometido. Mas siempre obtuvo aprobados hasta que se metió de lleno en el berenjenal del procés y suspendió en todas las evaluaciones entre noviembre de 2013 y octubre de 2015. Y mientras fue presidente, Puigdemont aprobó cinco veces y solo suspendió una. (Otra cosa es el Puigdemont instalado en Waterloo, que empezó con un 5,1, pero desde octubre de 2018 encadena siete suspensos consecutivos).

El actual Govern suspende en los ocho barómetros de opinión ciudadana en que ha sido evaluado
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Más allá de la triste figura del presidente, el CEO también pone de manifiesto el fracaso del Govern de la Generalitat de esta legislatura. El Barómetro del CEO incluye una pregunta de valoración de la gestión del Ejecutivo catalán en los últimos meses. Pues bien: el actual gobierno de la Generalitat ha suspendido todas las veces (ocho para ser exactos) que ha sido evaluado. Empezó con un 4,8 en junio de 2018 y, tras tocar fondo hace un año con un 3,4 (antes de la pandemia, todo hay que decirlo), ha acabado con un triste 3,9.

En segundo lugar, el Barómetro del CEO elabora una estimación del voto para las próximas elecciones al Parlamento de Cataluña, basada en sofisticados cálculos estadísticos que incluyen los datos de la pregunta directa de intención de voto. De acuerdo con esta estimación, los dos partidos que han gobernado Cataluña en esta legislatura volverán a ganar las elecciones. Si en diciembre de 2015 sumaron 66 escaños, la estimación del CEO les atribuye ahora entre 64 y 67, un resultado casi idéntico. (La única diferencia es que Junts y ERC invierten sus resultados: mientras que los puigdemontistas bajan de 34 a 28-30 diputados, los republicanos suben de 32 a 36-37.)

En cualquier democracia madura el mal gobierno recibe el castigo de los electores. En Cataluña puede ir al revés: después de las elecciones del próximo febrero, existe un riesgo muy elevado de que vuelva a gobernar la misma coalición cuya gestión ha merecido de manera tan clara y reiterada la desaprobación de los ciudadanos.

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