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obituario
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Con Núria Gispert perdemos a una luchadora contra las desigualdades

Solo poniéndonos en la piel del otro podremos entender las dificultades en las que se encuentra, y este es el legado que nos deja la exdirectora de Cáritas Barcelona, fallecida este miércoles

Núria Gispert (dercha) junto a Xavier Trias, cuando hizo el pregón de la Mercè, en 2014.
Núria Gispert (dercha) junto a Xavier Trias, cuando hizo el pregón de la Mercè, en 2014.Massimiliano Minocri

Núria Gispert nos ha dejado. La que fue directora de Cáritas Diocesana de Barcelona (1998-2004) deja una huella profunda en nuestros corazones y en nuestra convicción de continuar trabajando en favor de los que menos tienen.

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Los que trabajaron con ella la recuerdan como una persona de consenso, que siempre buscaba la solución que más se adecuaba a las necesidades de los vulnerables. En la última entrevista que concedió a la agencia EFE, afirmó que la covid-19 había provocado un estallido de solidaridad en el interior de la sociedad y que no había visto nunca una ola solidaria de esta magnitud. Para Gispert, la solidaridad se podía demostrar de muchas maneras. Más allá de las donaciones económicas, Gispert defendía que un joven que va a buscar una barra de pan para una vecina mayor también es una gran ayuda social.

Todos podemos ser impulsores de la solidaridad y Núria Gispert lo era. Persona vinculada al activismo social y cristiano, comenzó su vocación a los 14 años, como voluntaria en Can Tunis. Siempre defendió que la administración pública debía ser la garante de los servicios sociales más básicos y, por eso, decidió dedicar parte de su vida al servicio público, como concejala del Ayuntamiento de Barcelona. Sin embargo, nunca dejó de estar vinculada al mundo asociativo y durante su mandato como directora de Cáritas Diocesana de Barcelona fomentó el primer centro para menores no acompañados de la entidad, una residencia para mujeres que sufrían violencia de género y la defensa de las personas migrantes que promovían los encierros de 2001 en la Església del Pi.

Para Gispert, la labor de Cáritas no era la de hacer beneficencia, sino promocionar las personas. No se trataba de paliar solo las necesidades básicas de los más desfavorecidos, sino de luchar contra las desigualdades y las injusticias que las causan. Solo poniéndonos en la piel del otro podremos entender las dificultades en las que se encuentra, y este es el legado que nos deja Núria Gispert.

Aprovecho para enviar un fuerte abrazo a los familiares de Núria.

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Salvador Busquets es director de Càritas Diocesana de Barcelona.

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