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Las peticiones de tratamiento en Proyecto Hombre remontan tras la desescalada en Cataluña

El consumo abusivo de cocaína y el alcohol provocan más del 80% de las demandas de terapia

Jessica Mouzo
Unos jóvenes consumen alcohol en una calle de Pozuelo de Alarcón.
Unos jóvenes consumen alcohol en una calle de Pozuelo de Alarcón.SANTI BURGOS

La desescalada ha vuelto a aflorar las demandas de ayuda por drogodependencias que quedaron ocultas durante el parón del confinamiento. Después de tres meses con las peticiones de tratamiento a medio gas en Cataluña, Proyecto Hombre ha empezado a vislumbrar un incremento en los inicios de tratamiento. En total, 116 personas en el último mes (hasta el 20 de junio) iniciaron el tratamiento de deshabituación en la organización en Cataluña, casi una veintena más que en el mismo período del año anterior. La cocaína y el alcohol son las sustancias causantes de más del 80% de las demandas de tratamiento.

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“Nos ha trastocado a todos esto que está pasando. En este periodo de reclusión ha disminuido la demanda y algunos usuarios nos decían que pensaban que estábamos cerrados. Las familias consideraron que era mejor esperarse”, explica Oriol Esculies, director de Proyecto Hombre Cataluña. En los meses de marzo, abril y mayo, los inicios de tratamiento llegaron a caer hasta un 75%. Pero el consumo y la problemática de las drogodependencias no entiende de pandemias y, pasado lo peor de la crisis sanitaria, las demandas de ayuda vuelven a resurgir. La cocaína está a la cabeza por cuarto año consecutivo y supone el 48% de los nuevos inicios de terapia, mientras que el abuso del alcohol representa el 34%.

“En 2019 hubo 1.520 personas atendidas. Es mucha gente. En Cataluña los problemas de drogas están muy presentes. El alcohol forma parte de nuestro ADN cultural, pero es más difícil de entender cómo es que la cocaína continúa a niveles tan elevados. Tenemos que ser capaces de que esta curva vaya bajando en los próximos años”, advierte Esculies. El experto tampoco descarta que, en los próximos meses y derivado del mal escenario económico que se prevé en España, vuelva a repuntar el alcoholismo. “En términos generales, cuando el poder adquisitivo de las personas baja, se consumen más sustancias económicas, como el alcohol. Puede ser que en los próximos tiempos baje la cocaína y suba el alcohol. Pero es una hipótesis”, añade.

El patrón del usuario común no ha variado en estos años: 40 años de edad, de media. Más hombres (83%) que mujeres. Más de un 40% solo tiene estudios primarios y el 30% padecen otros trastornos mentales y psicológicos. Un 7,6% son portadores del VIH. “Este año observamos que en menores de 13-23 años, la sustancia predominante es el cannabis (más marihuana que hachís)”, señala Esculies. Y alerta: “Cuando estás bajo los efectos del alcohol o el cannabis eres más imprudente. En el momento de desescalada, ya hemos visto a jóvenes que han vuelto a agruparse para consumir. Tenemos que ir con cuidado porque se baja la guardia y puede perderse la toma de medidas como la distancia física o el uso mascarillas”.

A causa de la pandemia, Proyecto Hombre también ha tenido que readaptar su forma de trabajar. Desde sesiones telemáticas para los usuarios que están en tratamiento ambulatorio hasta extremar las medidas de seguridad para los que están internados en sus centros terapéuticos. A las personas que ingresan ahora se les hacen las pruebas diagnósticas de la covid-19 y se las mantiene en cuarentena unos días, para evitar contagios entre el grupo. “Hemos pasado a un modelo ssemipresencial y ha funcionado razonablemente bien”, valora Esculies.

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No ha sido fácil para los usuarios. Ni los de la comunidad terapéutica ni los que estaban en casa. “Todavía estamos en confinamiento para evitar contagiar a los compañeros. Es muy difícil. Sacamos fuerzas de donde podemos”, admite Carlos, que lleva siete meses en Proyecto Hombre por su adicción a la cocaína. El consumo abusivo de esta sustancia lo arrastró a la calle el pasado verano y pidió ayuda. Lleva un año sin consumir. “Nos tenemos que amoldar a la situación. Es muy complicado tener una adicción. Tienes que sacar fuerzas de donde sea. Es mucha presión la que aguantamos aquí. Nos vemos obligados a no salir para no contagiar a los demás compañeros”, cuenta Carlos.

La crisis sanitaria también ha traído complicaciones para la recuperación de los usuarios de Proyecto Hombre. Por ejemplo, con las limitaciones de movimiento y aforo en determinados lugares, la reinserción se complica. “Lo que nos preocupa es el futuro. Vemos que una persona para que se rehabilite de su drogodependenica ha de hacer un proceso de reinserción social. No es solo aguantar las ganas de consumir, sino resocialización y restablecer la red de amigos. En este contexto de pandemia y restricciones, las oportunidades han quedado muy restringidas y eso nos preocupa”, explica Esculies.

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Jessica Mouzo
Jessica Mouzo es redactora de sanidad en EL PAÍS. Es licenciada en Periodismo por la Universidade de Santiago de Compostela y Máster de Periodismo BCN-NY de la Universitat de Barcelona.

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