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Unos ‘casals’ de verano a medio gas

El sector del ocio educativo asegura que la campaña de verano ha empezado con una reducción de entre el 40 y el 80% de asistencia

Inicio de un 'casal' de verano en una escuela de Barcelona.
Inicio de un 'casal' de verano en una escuela de Barcelona.ALBERT GARCIA

La campaña de casals y campamentos de verano arrancó el lunes, pero lo hizo a medio gas. La tardanza en la puesta en marcha de las inscripciones, mezclado con el miedo de muchas familias a un posible contagio ha provocado que muchas de las actividades hayan empezado con bastantes plazas vacantes. La patronal del sector asegura que la casuística es variada, pero de promedio están detectando una reducción de entre el 40% y el 80% de inscripciones, aunque esperan mejoras en julio y agosto. “No llegaremos a las inscripciones del año pasado”, admite Sònia Recasens, directora de programas de la Fundación Pere Tarrés.

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“Estamos en una campaña superatípica. El mes anterior el ritmo de inscripciones era horroroso comparado con el año pasado, ya que en mayo todavía no se sabía nada sobre los protocolos, cómo serían los casals o incluso si se podrían hacer”, tercia Pep Valls, portavoz de Fundesplai, otra de las grandes entidades organizadoras de las actividades veraniegas para niños. Otros años, añade, “casi todo el mundo estaba apuntado cuando acababa el curso escolar. Pero este año no. Las familias empiezan a hacerlo justo ahora. Todo va muy lento y cuesta más”, admite Valls.

La patronal del sector del ocio educativo, Acellec, apunta que la situación inicial de los casals es “muy variable”. “Hay asociados que nos explican que tienen los casals al 100%, pero otros que no llegan al 40%. De media podríamos establecer una horquilla entre el 40% y el 80% de asistencia”, explica el gerente, Pep Montes. En cambio, añade, en los campamentos de verano la situación es más homogénea y presentan una ocupación del 50%.

Además de la tardanza generalizada del proceso de publicación e inscripción a las actividades, desde el sector apuntan a otros factores que han lastrado un inicio más animado. Por una parte, están los espacios, ya que se ha limitado la oferta de plazas dependiendo del tamaño de las instalaciones para poder cumplir con las medidas de seguridad. Por otro, están las familias: algunas han logrado organizarse porque teletrabajan o porque ya pueden contar con la ayuda de los abuelos; otras lo han descartado porque han visto su situación económica mermada; y otros, por temor a un contagio, han preferido prescindir este verano de los casals. “El hecho de que las escuelas casi no hayan podido abrir y que la semana siguiente abran para acoger los casals también ha afectado en el marco mental de muchas familias”, admite Recasens.

Con todo, las entidades que organizan las actividades de verano de niños y adolescentes apuntan a que la primera semana no acostumbra a ser la más solicitada y esperan que las inscripciones remonten en julio y agosto, a medida que también aumente la confianza de las familias y mejore la situación sanitaria. Desde la Fundación Pere Tarrés lo ejemplifican en el casal que arrancó el lunes en la escuela Sant Gregori de Barcelona: “Esta semana solo tenemos unos 20 inscritos, pero la semana que viene esperamos más de 70”, incide Recasens. El ritmo de matriculaciones también han ido aumentando a medida que se confirmaba que las actividades se podrían hacer. “En global, hemos pasado de tener 60 inscripciones diarias a 300 y, después, 500”, añade. Con todo, la fundación descarta llegar al nivel del año pasado en que lograron 30.000 inscritos. “Hace un tiempo trabajábamos con una reducción global del 50%, pero esperamos que podamos recuperar un poco y que la bajada sea del 40%”, asevera la directora de programas de la entidad.

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Una campaña floja de verano puede, además, hacer mella en las ya delicadas cuentas de estas empresas y entidades, que se han visto fuertemente golpeadas con el cierre de las escuelas durante tres meses, ya que son las que se encargan también de la gestión de los comedores escolares o de las actividades extraescolares. “Estamos en un momento de caída de los ingresos y un aumento de costes de las actividades de verano”, resume Recasens. Desde Fundesplai calculan en un 30% este encarecimiento de las actividades este verano, debido a la compra de material de protección y la reducción de las ratios de niños, cosa que obligarán a contratar a más monitores. Pero las entidades defienden que han mantenido precios. “Unos campamentos que el año pasado costaban 298 euros, este año valen 305. Antes de subir precios se ha optado por hacer actividades que no aumenten el coste y pedir ayuda a las administraciones”, ejemplifica Valls. “Las empresas están renunciando a los márgenes, que ya eran pequeños, algunas actividades incluso pueden resultar deficitarias. Se está priorizando reiniciar la actividad, en dar servicio y contribuir a mejorar la situación y la normalidad”, rematan desde Acellec.

Esperando las ayudas

El pasado 2 de junio la Generalitat aprobó un decreto de medidas de carácter urgente a nivel económico, cultural y social, que recogía tres tipos de ayuda para el sector del ocio educativo: una línea de becas para que las familias vulnerables puedan acceder a casals y campamentos, otra para que las empresas puedan reducir el sobrecoste de las actividades, y una tercera para la contratación de los monitores de refuerzo por la reducción de ratios. La Generalitat ha cuadruplicado el importe destinado a becas este año, que ha pasado de 1,15 a 4,65 millones. “El problema es que todavía no se ha publicado la convocatoria de ayudas. Esperamos que cuando esto sucede también se animen las inscripciones”, tercia Pep Montes, de Acellec.

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