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Un Gobierno para la gran Barcelona

Alcaldes metropolitanos plantean crear un organismo que planifique la región de 120 municipios y 5 millones de habitantes, con la mirada puesta al año 2030

El alcalde de Terrassa, Jordi Ballart (izq.); la de Barcelona, Ada Colau; y el de Mataró, David Bote, durante la presentación del proyecto.
El alcalde de Terrassa, Jordi Ballart (izq.); la de Barcelona, Ada Colau; y el de Mataró, David Bote, durante la presentación del proyecto.Pau Venteo (Europa Press)

Del Área Metropolitana de Barcelona (AMB) a la Región Metropolitana de Barcelona. El Ayuntamiento de la capital catalana, junto a otros municipios cercanos, iniciaron ayer el camino para elaborar, en el plazo de dos años, el plan estratégico de ese salto de escala territorial. El texto abordará los principales retos como la movilidad o las infraestructuras de más de 120 municipios donde viven 5 millones de personas. El proyecto lleva por nombre Barcelona Mañana y ya ha levantado algunas polémicas. Por ejemplo, si esa nueva mega región debe dotarse de un órgano de gobierno propio. Junts per Catalunya se queja por la falta de participación de la Generalitat.

Existe un consenso general entre el mundo político, económico y social sobre la existencia de esta gran región más allá del papel, con sus sinergias y retos. De ahí que el plan abandone la visión del conglomerado de los 36 municipios que ya conforman el AMB y se amplíe el foco para integrar las comarcas del Barcelonès, Baix Llobregat, Maresme, Garraf, Alt Penedès, Vallès Occidental y Vallès Oriental. La idea es que los trabajos estén terminados en la primavera de 2022.

La alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, que también preside la AMB, aseguró en la presentación del plan, en el Saló de Cent del Ayuntamiento, que se afrontan retos como la desigualdad entre zonas, la vivienda, la movilidad, reindustralización y contaminación entre ciudades que en ocasiones “han sido tratados como municipios de segundas”.

En el acto también se encontraban los alcaldes de tres ciudades de la segunda corona metropolitana, Granollers, Mataró y Terrassa, Josep Mayoral, David Bote y Jordi Ballart, respectivamente. El líder del consistorio vallesano lamentó que Terrassa “siempre se ha sentido el patio de atrás” de la capital catalana al no formar nunca parte de los espacios de decisión del AMB.

Bote manifestó que en la “Europa de las ciudades” se ha de “jugar” de manera colaborativa. Y Mayoral aprovechó para reclamar la conexión viaria entre las dos comarcas del Vallès y pedir al consejero de Territorio, Damià Calvet, que convoque la comisión de ordenación metropolitana que no se ha reunido desde 2010, cuando se puso en marcha.

Tanto desde Barcelona Mañana como otras personas cercanas al proyecto reconocen que la idea de un gobierno de la nueva región metropolitana es aún embrionario pero que evidentemente saldrá durante las deliberaciones. Una decisión que está inmersa en un gran debate político que Cataluña ya vivió con la AMB, que el pujolismo finiquitó por considerarla un contrapoder a la Generalitat y regresó de la mano de Pasqual Maragall.

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La líder de Junts per Catalunya en el Ayuntamiento, Elsa Artadi, criticó que no se incorpore a la Generalitat en los trabajos previos. Aunque cree que la reflexión es estratégica, lamentó que lo único que trascienda sea “una foto de Colau”. La neoconvergente no se quiso posicionar en el debate sobre la gobernanza. En ERC quieren ver si hay voluntad real de trabajar sobre esta región, a la que le ven sentido desde el punto de vista económico. No han debatido internamente sobre si necesita un órgano de gobierno.

Un Área Metropolitana aún sin resolver

Que los tres alcaldes sean de la esfera socialista (Ballart abandonó el partido en 2017) no es un detalle gratuito. El PSC y CiU se enfrentaron amargamente por la restitución de este ente a finales de los años 90, con la idea de contrapoder de fondo. Tras su nueva etapa, en 2011, el Área Metropolitana de Barcelona sigue sin resolver muchas de las situaciones para las que fue creada. No hay una política metropolitana de vivienda; el plan director urbanístico, una de sus principales brújulas, sigue sin estar aprobado pese a años de trabajo y sigue siendo una institución muy gaseosa para el ciudadano de pie. “Claro que hay que pensar en el futuro, pero aún tenemos una AMB sin resolver”, apunta un alto cargo de la Generalitat.

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