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El pop rock catalán, al borde del colapso

Músicos, discográficas, managers y programadores, abocados a un futuro tan imprevisible como amenazador

Gerard Quintana, líder de Sopa de Cabra, durante un concierto.
Gerard Quintana, líder de Sopa de Cabra, durante un concierto.Joan Sanchez

“Como autónomo estoy tramitando ayudas en la administración y he cambiado mi conexión de internet para ahorrar”. Lo dice Gerard Quintana, que con Sopa de Cabra tenía el primer concierto de presentación de su nuevo disco La gran onada el mismo día que se declaró el estado de alarma. “Hemos perdido el arranque de la gira, y personalmente unos 20 actos en mi faceta de novelista”.

“Estaba grabando un disco en Lisboa como productor y en unos días pasé de la preocupación al estrés. He perdido una gira europea con Lee Ranaldo (ex Sonic Youth) y todos mis conciertos como solista: en conjunto unas 24 actuaciones”. Esta es, por su parte, la trastocada agenda de Raül Refree, músico, compositor y productor.

“No sé cuántas salas podrán volver a abrir tras un prolongado espacio de cierre, hoy por hoy trabajo casi más como psicóloga que como gestora, y las salas ahora sólo buscan financiación”, dice Carmen Zapata, gerente de la Associació de Sales de Concerts de Catalunya (ASACC), afectada ya por un Expediente de Regulación Temporal de Empleo (ERTE).

"Teníamos el disco casi grabado e iniciábamos la gira por Latinoamérica. Ahora me pregunto si un disco grabado antes de la pandemia no será tras ella como recibir una carta que, extraviada en correos, te llega 20 años más tarde", dice Santi Balmes, compositor y cantante de Love Of Lesbian, quien sí imagina que probablemente cambiará una frase de su futuro nuevo disco: "En tiempos de peste bubónica, romanticismos los mínimos".

Nadie sabe qué pasará ni cuándo volverá la normalidad, pero todo el mundo coincide, como dice Carmen Zapata, en que "el sector de la música es uno de los más precarios y de los más expuestos a una crisis que remata la de 2008, de la que no nos habíamos recuperado". Un ejemplo sería el de Miquel Sospedra, un bajista muy reputado que dado su prestigio toca con varios artistas. Es autónomo y ha suspendido su gira con Amaya, ahora estaría en Argentina, y la que iba a iniciar con Mazoni por Cataluña. Está en su casa con su familia y ha perdido 15 conciertos. "Suerte que pude acabar la gira con Joan Dausà, que si no... Tal y como están las cosas no sé cuándo retomaremos la actividad, pero yo no puedo ir más allá de dos meses sin trabajar", afirma con una preocupación extensible a todos los músicos, incluso los más importantes.

Lo corrobora Santi Balmes: "hemos invertido tiempo y dinero en nuestro próximo disco y ahora, con los conciertos, nos tocaba recuperar la inversión. Mucho tiempo sin actividad no lo aguanta casi nadie", afirma.

Es el mismo caso de Sopa de Cabra, dos años de inversión y trabajo en el aire. Por cierto, el disco se iba a llamar El gran canvi. “Suerte que le cambié el nombre” dice Gerard entre sonrisas. Está recluido en su casa de Barcelona con Xarim Aresté, otro músico que en breve presentará un disco que grabó confinado en Flix “antes del confinamiento masivo”, dice Xarim para indicar un sentido que no se perderá tal que una carta extraviada en correos.

Hasta ahora las respuestas han tendido a llenar la red de canciones, pero esto comienza a no parecer una solución. “En los primeros días había como una histeria por hacer cosas y así sentirse parte de algo, por eso tanta actividad en la red, pero creo que se impone la paciencia, pensar bien lo que hacemos y ver si queremos seguir igual que antes. Hasta hace dos días no he vuelto a tener ganas de hacer música”, dice Raü Refree, que dada su agenda internacional cree que “cierta normalidad no llegará antes de septiembre/octubre a Europa e igual hasta finales de año a USA”.

De igual manera piensa Adrià Salas de La Pegatina “en Alemania ya nos han suspendido todos los conciertos de junio y, por supuesto, ni idea de cuándo iniciaremos la grabación del disco, prevista para el 4 de abril”. Mientras Adrià, que está confinado solo en su piso, acaba un rissotto de verduras, celebra que la canción Quédate en tu casa,impulsada por su grupo en colaboración con otros muchos artistas, se haya convertido en un himno de estos días. Eso sí, su grupo, una SL, ya está en ERTE.

Marçal Lladó, responsable de Bankrobber, sello de El Petit de Cal Eril, quien ha ofrecido un concierto en streaming, se suma al cultivo de la paciencia “en la primera semana hicimos el concierto como una respuesta inmediata a una situación límite, pero no podemos ofrecer música con una calidad tan baja de sonido, además de que no podemos hacerlo todo gratis”, asegura. “De momento, tengo toda la actividad regular suspendida hasta finales de mayo. No sé cómo aguantaremos”

Finalmente se ha de considerar que el sector de la música, marinado siempre con público presencial, y más desde la caída de ventas discográficas, será de los últimos en normalizarse, ya que, como señala Marçal, “habrá que ver en qué condiciones y con qué salvedades se vuelve a los conciertos. Antes del estado de alarma ya teníamos restricciones de aforo, fuimos de los primeros en notar la crisis y seremos de los últimos en despedirnos de ella”.

Otro problema en el horizonte es qué pasará en un otoño-invierno “en el que no podemos pretender una doble programación: lo previamente establecido más lo aplazado”, precisa Carmen Zapata. Y eso sin saber de cuánto dinero dispondrá el público y si el miedo a las multitudes se habrá desvanecido. Como dice Marçal, “todo el tejido musical está ahora mismo en la cuerda floja”, y tal y como señala Raül Refree, “estamos obligados a repensarlo todo, como sector y como sociedad”.

Nada volverá a ser igual. O, como dice Gerard Quintana “este año es el año cero, el que viene será el año 1”

Pérdidas de hasta 18 millones

La Acadèmia Catalana de la Música, de la que Gerard Quintana es el presidente, ya ha cuantificado las pérdidas a vuelapluma: las salas de conciertos estiman un agujero de 1.500.000 de euros semanales; los profesionales de la música –managers, promotores y representantes- en más de 3.200.000 las perdidas hasta el día 26 y con unas perspectivas de llegar hasta los 18 millones, habiéndose suspendido más de 3.500 conciertos. Las soluciones que se plantean las verbaliza Gerard Quintana: “reconocimiento de que la cultura, y con ella la música, es un bien de primera necesidad y bajada del IVA al 4%. Hemos de establecer un pacto social por la cultura, hemos de decidir cómo será posible la música, toda la música, en el futuro”, asegura Quintana. Por su parte, Carmen Zapata (ASSAC) se suma a estas propuestas y sugiere más iniciativas: “¿por qué los músicos no se acogen al régimen de los toreros, autónomos que sólo cotizan cuando tienen corrida?”.

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