Tres semanas de lluvia inédita en Málaga
Las precipitaciones trastocan la vida de una provincia acostumbrada al sol,aunque el agua también ha llenado los embalses y el campo respira aliviado


Cuando el actor Miguel Ángel Martín abrió a primera hora del pasado viernes las ventanas de su piso alucinó. “Parecía una verbena”, explicaba. Los balcones de su calle mostraban un colorido inusual, pero en vez de banderolas o farolillos eran sábanas, sudaderas, camisetas o ropa interior. “Un poco de sol y todos a poner lavadoras”, afirmaba mientras el astro empezaba, otra vez, a ocultarse entre las nubes. Nadie en Málaga ha sabido bien cómo organizarse en las tres últimas semanas, con tanta agua que en la capital viven ya el segundo marzo más lluvioso desde que empezaron los registros de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) en 1942. Acumulan, además, 17 días de lluvia, cuando la media histórica en este mes es de apenas cuatro. Los datos oficiales subrayan igualmente que desde el 28 de febrero ha llovido, aunque sea poco, todos los días en algún rincón de la provincia andaluza. La vida cotidiana es un caos en un territorio acostumbrado al secano. Y todo se ha complicado aún más con la crecida de los ríos, que han causado las terceras grandes inundaciones desde el pasado otoño. La Costa del Sol es estos días la costa de la lluvia.

La España que solo veía llover en el telediario ahora no sabe qué hacer ante la sucesión de las borrascas. Jana, Konrad, Laurence y Martinho han borrado al sol de los mapas del tiempo. Y ni las infraestructuras, ni los servicios públicos, ni las casas, ni las familias están preparadas. Hasta hace unas semanas solo se hablaba de la falta que hacía el agua ante la sequía, pero en los últimos días la conversación gira alrededor de cuándo va a parar de llover. Una experiencia inmersiva en el clima del norte que se está dando con el estado de ánimo y ha causado casi 800 incidencias, la mayoría embalsamientos en vías públicas, desprendimientos y daños en carreteras. A cambio, el campo respira más tranquilo. Lógico, porque el cambio es radical. En estas últimas tres semanas los pantanos han casi duplicado sus reservas. Han pasado de 171 hectómetros cúbicos a finales de febrero a 332 (y subiendo) este fin de semana. Ahora superan el 54% de su capacidad, justo el triple que el año pasado a estas alturas, cuando las restricciones y los cortes de agua eran cotidianos en una veintena de municipios. Las reservas “dan esperanza para resurgir” al sector del mango y el aguacate, como asegura Álvaro Palacios, presidente de la Asociación Española de Tropicales.

Con su habitual humor, Martín subía un vídeo a redes sociales a principios de mes cuando arrancaba el tren de borrascas. “Claro que puede llover, pero se puede esparcir por los meses, ¿no?”, ironizaba. Seguidores de zonas como Galicia avisaban de que no era para tanto. “Pero yo no soy gallego. Ya les quisiera ver a ellos sobreviviendo al terral”, respondía a EL PAÍS entre risas quien ha trabajado estos días para un festival de cine con la alfombra roja empapada. “Esto no es lo nuestro. Da pereza mojarse, te da bajón y los planes se cancelan”, añadía otra malagueña, Loli Rodríguez, de 40 años. De cancelaciones sabe Enrique Murillo, de 28 años y responsable del restaurante Las Palmeras, a pie de playa. Cada vez que las gotas aparecen en fin de semana su chiringuito pierde una veintena de reservas y la facturación baja a la mitad. “Menos mal que la gente ya se está acostumbrando y empieza a salir”, afirma el empresario, aliviado por las previsiones de que el sol vuelva a brillar.
Recorrer la provincia ofrece estos días una imagen extraña. Predomina el verde en el paisaje y cualquier terreno muestra grietas por las que corre el agua. Es como si brotara de un suelo tradicionalmente seco. Pero no hay magia, es que no ha parado de llover. Un repaso a los 38 pluviómetros de la Red Hidrosur, de la Junta de Andalucía, indica que en lo que llevamos de año hidrológico —arrancó en octubre— 33 de ellos han recogido más precipitaciones que la media. Y en algunos casos multiplican por cuatro o cinco las cifras de la temporada anterior. Además, los ubicados en Ronda, Los Reales, Majada de las Lomas, Pujerra y el Río Genal han hecho pleno: 22 días de lluvias seguidos desde el 28 de febrero. Las cifras son muy parecidas en otros puntos de la geografía malagueña. En Benamargosa, ya en la Axarquía y donde hubo graves daños en noviembre, solo ha habido dos días secos en todo el mes. En la capital ha llovido 17 días (cuatro veces más de la media) para rozar su récord histórico, de 19 jornadas (2018). Los 225 litros registrados en el aeropuerto convierten a este marzo en el segundo más lluvioso desde 1942 en la capital, cuando empezaron los registros, solo superado por el de 2004, según Jesús Riesco, máximo responsable de Aemet en Málaga. “En esta época del año estamos por encima de los valores normales en toda la provincia”, subraya.

Llueve en toda España, pero Málaga es el epicentro del temporal de marzo. “Vive una situación excepcional porque ha durado mucho: lo habitual son fuertes lluvias en poco tiempo y ahora han sido al revés, más suaves, pero en un largo periodo”, insiste el meteorólogo Roberto Granda. Eso sí, hay episodios torrenciales como el que sirvió para acumular 161 litros por metro cuadrado en apenas 24 horas en Ardales el pasado 3 de marzo. La constancia de los chubascos ha hecho que el río Guadalhorce marque su máximo nivel medio desde que hay registros, anegando buena parte de su ribera en los municipios de Álora, Cártama y Málaga. Una de las zonas más afectadas es la barriada Doña Ana, un puñado de casas donde las inundaciones son ya casi parte de su día a día. Esta semana el agua subió un metro por sus calles. “Teníamos ya las bombas de achique preparadas”, afirma Encarna Pacheco, de 68 años. “Ya sabemos lo que hay que hacer; se repite mucho”, lamentaba Miguel Santos, de 62 años.

Peor lo pasaron las 400 familias que tenían orden de desalojo ante la crecida del río Campanillas debido a la lluvia y al agua que vertía la presa de Casasola, que llegó al 105% de su capacidad y debía aliviar por su borde superior, ya que el desagüe bajo tierra está atascado. También debieron abandonar unas horas sus casas medio centenar de vecinos de Almogía, Álora y Marbella. Mientras, la Guardia Civil prosigue la búsqueda de un motorista de 61 años que fue arrastrado por un arroyo en el término municipal de Pujerra, en la Serranía de Ronda.
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