Gobierno y Junts negocian en medio de la ofensiva del PP por la corrupción y descartan la censura
Sánchez intenta amarrar unos Presupuestos que garantizarían una legislatura larga. Las negociaciones, lejos de romperse por el escándalo Ábalos, se han mantenido e incluso intensificado
Mientras todos los focos de la política española estaban puestos en el escándalo por el demoledor informe de la Guardia Civil que implica al exministro José Luis Ábalos en la trama del llamado caso Koldo, de forma discreta hay otro movimiento que va en sentido contrario y podría dar aire al Gobierno y consolidar la legislatura: las negociaciones entre el Ejecutivo y Junts para pactar una nueva senda de déficit y con ella abrir la puerta a los primeros Presupuestos de esta etapa, los cuartos desde que Pedro Sánchez está en La Moncloa. Incluso el PP, a través de una revelación de su vicesecretario general, que se hizo pública por error, admite que es posible que haya acuerdo de Presupuestos y con ello se consolide la legislatura.
Sánchez insiste en que le quedan tres años de Gobierno, pero muchos lo ponen en duda, sobre todo el PP, que suele decir que está a punto de caer. Pero esas Cuentas serían un mensaje político definitivo de que, a pesar de la ofensiva del PP, que ha presentado incluso una querella por financiación ilegal contra el PSOE en la Audiencia Nacional, los socios están dispuestos a pactar la ley más importante de todas, la que reparte el dinero público, y con ello seguir adelante con la mayoría y dejar atrás el escándalo de Ábalos que, a buen seguro, marcará la sesión de control al Gobierno este miércoles en el Congreso.
Sin embargo, las cosas no son nada sencillas, la negociación es muy compleja porque Junts exige un margen de déficit para las autonomías nueve veces superior al que estaba previsto (de 0,1% a 1%) y otras muchas cuestiones delicadas como garantías de ejecución presupuestaria y otros temas pendientes como la “transferencia integral” de las competencias de inmigración o pasos claros para que el catalán se abra paso en las instituciones europeas. Todo es muy complejo, se lleva con gran secretismo y se puede romper en cualquier momento. Y a ello se añade la dificultad política de que Junts está en pleno proceso precongresual, con una cita prevista dentro de dos semanas, que hace muy difícil pensar que pueda haber un acuerdo antes.
Pero las negociaciones, lejos de romperse por el escándalo Ábalos, se han mantenido e incluso intensificado. Las reuniones en Suiza entre el enviado de Sánchez, Santos Cerdán, y el líder de Junts, Carles Puigdemont, con sus personas de confianza, se han mantenido en todo este tiempo. Ni el PSOE ni Junts quieren confirmar ni desmentir que este lunes se produjo otra, como publicó OKdiario, pero todo indica que fue así. La última reunión, en septiembre, fue muy dura, y Junts dejó claro que iba a tumbar la senda de déficit si no había cambios. Desde Nueva York, Sánchez dio la orden de retirar el proyecto y empezar una negociación. Desde entonces, pese a la enorme discreción que rodea las negociaciones, desde los dos sectores se traslada que hay voluntad negociadora por las dos partes, aunque las posiciones están muy alejadas. El Gobierno confía en que Junts quiera jugar a hacer política y sacarle el máximo partido a sus decisivos siete escaños, mientras los independentistas insisten en que no darán el paso de aprobar los Presupuestos si no logran avanzar mucho en todos los puntos encima de la mesa. El hecho de que el Tribunal Supremo haya impedido de momento que la amnistía, el gran acuerdo de la investidura, se aplique a Puigdemont, que sigue en Waterloo, complica mucho las negociaciones, pero la clave, según transmiten fuentes de los dos sectores, es que ambos están interesados en llegar a un acuerdo porque hay beneficio político para todos, frente a un desacuerdo que no lo tendría.
Del momento negociador da cuenta un episodio extraño que se vivió este martes cuando la presidenta de Junts, Laura Borràs, dejó abierta la puerta al apoyo de su grupo a una posible moción de censura para tumbar a Sánchez y poner a Alberto Núñez Feijóo en la presidencia, que solo sería posible con los votos de Vox. Borràs fue desautorizada por la dirección de Junts y poco después tuvo que salir a matizar sus propias palabras porque no es eso lo que está encima de la mesa, sino más bien lo contrario, una negociación al máximo nivel para pactar unos Presupuestos. “Las negociaciones siguen su curso, con discreción y prudencia, que son elementos para que puedan fraguar”, explicó Pilar Alegría, la portavoz del Gobierno. “Sobre la moción de censura, yo no veo a Junts queriendo volver al pasado, volver a 2017 de la mano del PP y Vox. No lo quiere Junts y no lo quiere la mayoría de la sociedad catalana que ha hablado claramente”, remató. El Ejecutivo está convencido de que Junts no ganaría nada en esa moción y tendría un coste enorme para ellos en Cataluña, donde compiten con ERC. Durante la rueda de prensa llegó la desautorización a Borràs y Alegría mostró una satisfacción evidente.
“Junts no defiende ninguna moción de censura junto PP y Vox; Junts negocia con el PSOE”, aseguran fuentes del partido. Las palabras de Borràs habían creado indignación entre los socios de gobierno de los socialistas, y tanto Sumar como Comuns habían pedido su rectificación. Preguntada en Telecinco sobre si apoyaría una moción de censura contra el presidente, la líder independentista ha respondido inicialmente que la intención del partido es garantizar los acuerdos de investidura con los socialistas; pero ante la insistencia de la periodista, Borràs no ha cerrado definitivamente la puerta: “No descartamos absolutamente nada. Nuestros votos no pueden darse por hechos en ningún caso, el Gobierno ya está empezando a comprenderlo. Nosotros vamos a hacerlos valer para que se cumplan los acuerdos que hemos firmado”, ha manifestado.
Una moción de censura en el Congreso de los Diputados implica dar apoyo a un presidente alternativo, por lo que cualquier iniciativa en esta dirección conlleva implícitamente sostener la llegada del líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, a La Moncloa, de la mano de Vox. Esa fue la fórmula que utilizó el propio Sánchez para acabar con la legislatura de Mariano Rajoy, en 2018. Las palabras de Borràs han indignado a Sumar y Comuns, y horas después fuentes de Junts han puntualizado que la formación “no defiende una moción con PP y Vox”.
El partido independentista reivindica desde hace meses el valor de sus siete diputados en el Congreso desde que alcanzara con el PSOE un pacto de investidura y ya ha creado problemas al Ejecutivo de Sánchez para aprobar algunas de sus propuestas legislativas. Una buena muestra fue el rechazo de los independentistas a la regulación del alquiler de temporada. La cúpula posconvergente pretende desde hace meses separar el apoyo a la investidura con los apoyos legislativos que, considera, Sánchez debe ganarse cumpliendo los pactos que alcanzó con Junts para formalizar su Gobierno.
En esta línea, Borràs ha defendido que Junts ya ha cumplido con su parte del acuerdo al investir a Sánchez, y ahora le toca al Ejecutivo central cumplir con su parte. “Lo que nos interesa es que se produzca el cumplimiento de los acuerdos a los cuales llegamos. Es para eso para lo que trabajamos, no para que España tenga un Gobierno de Pedro Sánchez o un Gobierno del PP, trabajamos para Cataluña”, ha insistido.
Los socios de Gobierno del PSOE han criticado la posición de Borràs. La diputada de Sumar, Aina Vidal, recriminó la posibilidad de que Junts sea “la masa con la que se haga el pastel de la derecha con la ultraderecha” en una posible moción de censura. Así lo afirmó en declaraciones a los medios de comunicación en el Congreso de los Diputados, donde mostró su preocupación sobre la “bruma” provocada por una “respuesta tan ambigua” de la presidenta de Junts.
“Es difícil entender que un grupo catalán pueda participar de un gobierno presidido por el Partido Popular y acompañado por Vox”, subrayó Vidal, porque “en ningún caso podría favorecer ninguna situación en Cataluña”. Por ello, la diputada de Sumar consideró que en Junts “deben ser más sensibles y mucho más cuidadosos con la palabra y los métodos que usan”.
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