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Del tándem González-Guerra al de Aznar y Cascos

Tanto el PSOE como el PP mantuvieron en sus primeros gobiernos el escalafón orgánico implantado en sus partidos. La relación entre aquellas parejas que compartieron un poder inmenso acabó mal

Tras la segunda victoria socialista, en junio de 1986, Alfonso Guerra sería confirmado por Felipe González como vicepresidente del Gobierno. Ambos salieron juntos del palacio de la Moncloa, para hacerse la foto de familia del nuevo Ejecutivo.
Tras la segunda victoria socialista, en junio de 1986, Alfonso Guerra sería confirmado por Felipe González como vicepresidente del Gobierno. Ambos salieron juntos del palacio de la Moncloa, para hacerse la foto de familia del nuevo Ejecutivo.MARISA FLÓREZ
José Manuel Romero

María Jesús Montero, número dos del PSOE, es desde hace un año y medio la mano derecha del líder socialista, Pedro Sánchez, en el partido; y a partir de ahora lo será también en el Gobierno. Una situación que tiene solo dos precedentes: el tándem entre Felipe González y Alfonso Guerra (que duró algo más de ocho años) y el que formaron José María Aznar y Francisco Álvarez-Cascos (cuatro años). En el resto de gobiernos de la democracia, el número dos del partido gobernante tuvo casi siempre presencia en el Ejecutivo, pero no con ese vínculo tan fuerte.

El socialista Felipe González se estrenó con un modelo de Gobierno respetuoso con el escalafón del partido. Alfonso Guerra, vicesecretario general en el PSOE desde 1979 a 1997, fue vicepresidente del Gobierno entre 1982 y 1991. Antes, Adolfo Suárez (presidente entre 1976 y 1981) situó a quienes habían sido coordinadores generales de UCD en ese tiempo (Rafael Arias Salgado, Rafael Calvo Ortega e Iñigo Cavero) al frente de distintos ministerios, pero sin otorgarles el poder extraordinario de una vicepresidencia.

José María Aznar (PP) copió el modelo de González, aunque solo durante su primer mandato. Francisco Álvarez-Cascos, secretario general del PP entre 1989 y 1999, fue vicepresidente primero y ministro de Presidencia de 1996 a 2000. Poco después de que abandonara la secretaría general del partido, fue rebajado también a ministro de Fomento.

Ningún otro presidente en la reciente etapa democrática había seguido este modelo hasta este viernes, cuando Pedro Sánchez ascendió a María Jesús Montero a la vicepresidencia primera de su Gobierno.

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Las relaciones entre estas parejas de políticos que compartieron un poder inmenso acabaron mal. Tras casi nueve años de compartir amistad, la dirección del partido y el mando del Gobierno, Guerra y González chocaron irremediablemente. El presidente anunció por carta a su vicepresidente la inminente crisis de Gobierno el 1 de enero de 1991: “Antes de resolverlo tenemos que decidir sobre tu continuidad o no en el gabinete. No quiero mezclarlo en un paquete como creo haberte dicho en septiembre. También te dije que no estaba seguro sobre los efectos de tu salida. Siempre me he resistido a continuar sin ti algo que empezamos juntos. Sin embargo, me parece que políticamente deberíamos hacerlo”, escribía, aludiendo a “imágenes que empiezan a producir efectos negativos”. El caso Juan Guerra, hermano del vicepresidente que fue vinculado con delitos de tráfico de influencias, dañaba desde hace meses la reputación del Gobierno.

González le mostraba a Guerra la puerta de salida en esa larga misiva cargada de amargura: “Por primera vez desde que trabajamos juntos me asalta la duda sobre si “quieres” (...) seguir o no en el gobierno. Siempre he estado convencido de que no lo deseabas y, por tanto, que tu continuidad se debía en gran parte a mi insistencia. Ahora que pienso que tal vez es políticamente oportuno, se atraviesa en mi mente esta duda personal. Durante años he sentido como egoísta obligarte primero y retirarte después en la tarea de gobierno. Por primera vez me ocurre lo contrario con el mismo sentimiento. Me gustaría despejar esta duda y saber si tu proyecto personal —como creo del mío— no está precisamente relacionado con el ejercicio del poder”.

Once días después de aquella carta, Guerra renunció a seguir como vicepresidente, aunque siguió seis años más como vicesecretario general del PSOE.

Distinto fue el caso de Aznar con Álvarez-Cascos, quien abandonó la secretaría general del partido apenas un año antes de dejar la vicepresidencia primera del Gobierno. Tras quitarle aquel inmenso poder —en el partido llamaban a Cascos “general secretario”—, Aznar le mantuvo como ministro de Fomento, pero su relación se torció definitivamente.

A partir del año 2000, los números dos que han tenido el PSOE y el PP ocuparon ministerios, pero no la vicepresidencia primera. Javier Arenas (PP) fue ministro de Presidencia y vicepresidente segundo; Dolores de Cospedal (PP), ministra de Defensa; José Blanco (PSOE), de Fomento. Sólo Adriana Lastra, vicesecretaria general del PSOE entre 2017 y 2022, no ocupó un cargo ministerial. Sánchez la nombró portavoz del grupo parlamentario.

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