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El PSOE a Bildu: “Si no hay reconocimiento y respeto a las víctimas de ETA, no hay acuerdo”

El 17 de noviembre, el día después de la investidura de Sánchez, comenzaron las negociaciones para que los socialistas apoyasen la moción ‘abertzale’ en Pamplona. Alzórriz y Zabaleta fueron los interlocutores en una decena de reuniones secretas

Moción de censura en Pamplona
Miren Zabaleta y Joseba Asiron, el 13 de diciembre en el Ayuntamiento de Pamplona.Iñaki Porto (EFE)

El dilema para el PSN-PSOE se planteó la misma noche electoral del 28-M. El Ayuntamiento de Pamplona dependía, una vez más, de la decisión que tomasen los socialistas navarros. Tenían que escoger entre Cristina Ibarrola (UPN) o Joseba Asiron (EH Bildu). Al final, terminaron votando en blanco tras explorar una tercera vía que no cuajó: que el bastón de mando fuese para Koldo Martínez, de Geroa Bai, la marca navarra del PNV. El PSOE no se podía permitir un gesto tan polémico como servir en bandeja la capital navarra a la izquierda abertzale a apenas un mes de las elecciones generales del 23-J. Con nueve de los 27 concejales, Ibarrola se benefició de la falta de acuerdo en los partidos de izquierda y nacionalistas y la derecha regional retuvo la segunda administración más importante de la comunidad foral.

El equipo municipal, en minoría, tendrá una caducidad de tan solo seis meses. La mala relación con Ibarrola, a la que el PSOE acusa de “falta de diálogo y prepotencia” y de usar el Ayuntamiento para confrontar con el Gobierno de Pedro Sánchez y el Ejecutivo autonómico de María Chivite pese a haber permitido su investidura, ha provocado lo que hasta ahora era impensable: los socialistas facilitarán, por primera vez, que EH Bildu gobierne en una institución con su apoyo a una moción de censura que se presentará antes de final de año. Un escenario que se barruntaba desde junio. De hecho, es una pregunta que los periodistas han formulado de manera recurrente. Los precedentes invitaban a ello: PSN, Bildu y Geroa Bai han actuado prácticamente como un bloque desde la legislatura pasada. Los acuerdos eran habituales entre ellos.

La incapacidad de UPN para acordar unos Presupuestos —los últimos que se aprobaron son los de 2021, con el respaldo clave del PSN— y la sensación de parálisis en la gestión de la ciudad agrandaron en noviembre la expectativa de que la moción estaba al caer. Los socialistas avisaban que la paciencia se les estaba acabando, pero tampoco querían dar ningún paso que pudiera enturbiar las negociaciones para la investidura de Pedro Sánchez. Las direcciones federal y navarra del PSOE desvinculan el giro en la política de pactos con Bildu de la reelección del presidente del Gobierno y de María Chivite, investida para un segundo mandato en agosto con la abstención de Bildu. Hasta que todo se precipitó el 17 de noviembre. Justo el día después de la investidura de Sánchez, según fuentes conocedoras de las negociaciones.

La iniciativa fue de Bildu. Miren Zabaleta, coordinadora política de la formación en Navarra e hija de Patxi Zabaleta, exdirigente de Herri Batasuna que fundó en 2001 Aralar, un partido de ideología abertzale, pero radicalmente contrario a la violencia de ETA, se puso en contacto con Ramón Alzórriz, secretario de Organización del PSN. La pregunta era directa: ¿habéis agotado la paciencia y estáis dispuestos a apoyar una moción? La respuesta también lo fue: “No vamos a hacer nada si no hay antes un compromiso por escrito de Bildu con unos principios éticos y morales con las víctimas de ETA, que para nosotros son fundamentales”. Los socialistas también recalcaron a Bildu que debía asegurarse la firma de Geroa Bai y de Contigo Zurekin, la versión local de Podemos. Sin esa certeza tampoco se habrían planteado su voto favorable a la moción.

El lunes 20 de noviembre se produjo la primera reunión entre Alzórriz y Zabaleta. Santos Cerdán, secretario de Organización del PSOE, una función que antes había desempeñado con Chivite, pidió un informe por escrito con los motivos que hacían “insostenible” la continuidad de Ibarrola en el Ayuntamiento. El número tres del PSOE no intervino en las negociaciones, pero estaba al tanto de todo en tiempo real. A lo largo del último mes, Alzórriz le remitió los documentos con las evoluciones de las negociaciones.

El PSN era plenamente consciente de que el camino que iba a emprender era controvertido. En 2019 ya habían facilitado la alcaldía a Enrique Maya (UPN) en detrimento precisamente de Asiron, que desde 2015 había sido el alcalde de Pamplona, que con 200.000 habitantes alberga casi un tercio de la población de la comunidad foral. La relación con Maya, subrayan los socialistas, “fue al menos educada y cordial” a diferencia del trato con Ibarrola. El veto a la izquierda abertzale no se limitó entonces a la segunda administración más importante de la comunidad foral: se aplicó en las 272 localidades de la región. Fue la forma de vencer las resistencias que Chivite encontró en algunos sectores de La Moncloa a que fuese presidenta de Navarra, para lo que necesitaba la abstención al menos de cinco de los siete diputados de Bildu. Lo consiguió mes y medio después sin haber negociado nada a cambio. La alternativa era que gobernara la coalición de derechas Navarra Suma, formada por PP, UPN y Ciudadanos. Aun así, dos diputados abertzales unieron sus votos a la derecha y votaron en contra. En su reelección el pasado agosto la bancada abertzale se abstuvo en bloque.

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En total hubo una decena de encuentros secretos entre Alzórriz y Zabaleta en dos lugares que las fuentes consultadas no detallan. Las personas que conocían la existencia de las negociaciones se podían contar con los dedos de una mano en cada partido. Aunque el intercambio de documentos y el contacto fue permanente hasta la firma del acuerdo el pasado miércoles, esa semana fue de las más intensas. Hubo al menos tres reuniones. Alzórriz acudió a esa reunión inicial con una cuestión clara: “Si no hay reconocimiento y respeto a las víctimas de ETA, no hay acuerdo”. “Los proyectos de gestión de la ciudad no nos preocupaban, sabíamos que nos podíamos poner de acuerdo en dos minutos. Lo crucial era que Bildu asumiera la parte relativa al terrorismo y se logró que diera un paso muy relevante en un pacto en una institución”, explican fuentes conocedoras de la negociación.

Llegar a un acuerdo no fue fácil. El documento final se firmó el miércoles, pero el intercambio de documentos y la negociación de los más mínimos detalles continuaron hasta el mismo martes. Bildu era reacio a asumir ciertas condiciones, pero finalmente la coalición abertzale se ha comprometido por escrito a trabajar para lograr un “clima político de entendimiento”. “Desde la convicción política y ética de que es necesario el reconocimiento y reparación de las víctimas generadas por la violencia de ETA, evitando en todo momento que se puedan generar situaciones de humillación, así como manteniendo en buen estado los elementos de recuerdo y homenaje a las víctimas del terrorismo”. En este sentido, ha podido ayudar el perfil de Asiron, que ha condenado de manera recurrente la violencia de ETA. Ya lo hizo en 1998, tras el asesinato del concejal de UPN Tomás Caballero. El texto recoge otras cuestiones como el consenso sobre el tratamiento al euskera, atendiendo “a las premisas de voluntariedad e igualdad de oportunidades”, la despolitización de los sanfermines y el respeto a la ley foral de símbolos —aprobada por el PSN y UPN—, lo que supone dejar fuera la ikurriña. El texto deja muy claro, además, que los socialistas no entrarán a formar parte del Gobierno municipal y, si bien no se recoge como tal, fuentes consultadas apuntan a que el PSN ha acordado abstenerse en la aprobación de las cuentas de la ciudad para el año que viene.

El acuerdo se aceleró el domingo pasado por la tarde. El PSN estaba resuelto a empezar 2024 con un escenario político nuevo. Las llamadas e intercambio de papeles se sucedieron el lunes y los últimos flecos se consensuaron el mismo martes, antes de remitirlos a las ejecutivas de las dos formaciones. Esa tarde se reunió la dirección del PSN tras una convocatoria extraordinaria urgente en la que no se comunicó el motivo previamente a los miembros de la ejecutiva. La reunión fue intensa, pero se dio el visto bueno al documento por unanimidad. A continuación, Alzórriz se reunió con el comité local de Pamplona, que validó la decisión. Geroa Bai no fue informada del contenido de las conversaciones hasta la tarde del martes, cuando sus dirigentes fueron llamados para celebrar una reunión de urgencia con representantes de Bildu en la que les informaron de que el acuerdo con el PSN para desbancar a la alcaldesa estaba hecho.

Y así llegó el miércoles. El PSN informó a las ocho de la mañana por WhatsApp a sus alcaldes y portavoces antes de que se anunciara el pacto y provocase un terremoto en la política española. A 400 kilómetros del frenesí de rifirrafes que se apoderó del Congreso, el futuro alcalde Asiron, Zabaleta, Alzórriz y la portavoz municipal del PSN, Marina Curiel, suscribieron el acuerdo. Acto seguido, los representantes de Bildu se fueron a registrar la moción de censura. Por la tarde, el secretario de Organización del PSN participó en una asamblea con los militantes de Pamplona, la más grande de Navarra. No hubo intervenciones críticas con el acuerdo. Quienes intervinieron coincidieron en su malestar con el trato que UPN le ha profesado al PSN durante años.

Las repercusiones del pacto se están dando a todos los niveles. El viernes, con la moción ya presentada, Geroa Bai y Bildu comenzaron las negociaciones para cerrar un acuerdo de Gobierno local. UPN y PP suman 11 concejales y Bildu solo tiene ocho, así que los dos ediles de Geroa Bai y el de Contigo-Zurekin serían indispensables para equilibrar el tablero. Mientras, los ayuntamientos liderados por UPN han anunciado que se saldrán de la Federación Navarra de Municipios y Concejos. UPN ha roto además el acuerdo de gobierno con el PSN en el Ayuntamiento de Orkoien.

Una de las incógnitas es el impacto que la moción tendrá en las elecciones del País Vasco, que se da por seguro que serán en marzo. El PSE-EE fue avisado el miércoles a primera hora, también antes de que se anunciara el pacto, aunque la dirección de los socialistas vascos conocían desde hace semanas la posibilidad de una posible moción en Pamplona. En el círculo más próximo a Eneko Andueza, líder de los socialistas vascos, consideran que el acuerdo con Bildu podría tener un efecto negativo en las urnas, informa Mikel Ormazabal. El propio Andueza ha reiterado estos días que no piensa hacer lehendakari a un candidato de EH Bildu. Pero antes de que todo eso ocurra, todavía se tiene que votar la moción de censura. Será el 28 de diciembre. Un día antes está prevista la comparecencia de fin de año de Sánchez en La Moncloa. Alberto Núñez Feijóo asistirá hoy en primera línea a la manifestación que UPN ha convocado en Pamplona que el líder del PP ha calificado como el “más miserable” de los que ha cerrado el PSOE de Pedro Sánchez. Los socialistas limitan el pacto a la capital navarra y justifican que tenían que dar el paso, por muy incómodo que resultase.

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