El PP lleva la bronca total contra el Gobierno al 45º aniversario de la Constitución
Feijóo cubre a Sánchez de descalificaciones mientras Armengol advierte que ser constitucionalista “no es levantarla como un tótem”
Día sí y día también, el PP martillea con la tesis de que España se encuentra inmersa en un momento dramático. No hay jornada que los populares dejen pasar sin dar una nueva vuelta de tuerca a esa melodía doliente, que no conoce fechas festivas ni descansos, tampoco acontecimientos que en su día fueron de concordia, como la celebración, este miércoles, del 45º aniversario de la Constitución. El líder de la oposición, Alberto Núñez Feijóo, llegó al Congreso para participar en los actos, se puso delante de un micrófono y lanzó una retahíla de acusaciones contra el presidente del Gobierno, del que dijo que “lidera un movimiento en contra de la Constitución”. Ni más ni menos.
El Congreso había preparado un acto diferente al de otras celebraciones de la Constitución, con una destacada participación de ciudadanos que, enfrente de las autoridades congregadas en el Salón de los Pasos Perdidos de la Cámara, leyeron diferentes artículos de la Ley Fundamental en las cuatro lenguas oficiales. Entre ellas, un niño de segundo de primaria, una mujer que sufrió maltrato o un representante de las personas con discapacidad. Eso contribuyó a distender un tanto el ambiente, pero en los pasillos y ante los micrófonos todo resultó amargo y divisivo, desde la bronca entre oposición y Gobierno al cisma entre Sumar y Podemos que se había concretado la víspera.
A las ausencias habituales de los nacionalistas, se unió esta vez la del tercer partido del país, Vox, cuyo líder, Santiago Abascal, prefirió presentarse a la misma hora ante la sede del PSOE en la calle de Ferraz para leer un manifiesto y cargar a la vez contra Sánchez y contra Feijóo, ambos cómplices del “golpismo”. En el Congreso, al finalizar el acto oficial, se formaron los habituales corrillos de los políticos con los periodistas. El presidente y el líder de la oposición llegaron a estar separados apenas unos metros, pero ni se saludaron.
En los tiempos en que lucía como el barón centrista y moderado del PP, Feijóo reprendía con dureza a la entonces portavoz parlamentaria de su partido, Cayetana Álvarez de Toledo, por los “espectáculos” que ofrecía en el Congreso. Era el mismo Feijóo que hace año y medio asumió el mando del partido con la promesa de acabar con “los insultos y las hipérboles”. El mismo Feijóo que este miércoles se presentó en el Congreso con una comitiva en cuya primera fila, junto a varios presidentes autonómicos, figuraba una sonriente Álvarez de Toledo, nueva portavoz adjunta del grupo del PP. El mismo Feijóo que de inmediato se dirigió al micrófono instalado en el patio y, en medio del boato de la jornada, se lanzó a a disparar a discreción.
Sánchez “lidera un movimiento contra la Constitución” que, al parecer, ya ha debido de alcanzar sus objetivos porque nos encontramos, según Feijóo, ante la “derogación tácita” de la Ley Fundamental. En un tono crecientemente dramático, y como si nunca un guardia civil hubiese entrado a tiros en el Congreso ni jamás se hubiese producido el otoño catalán de 2017, el líder del PP proclamó: “Esta es la peor crisis constitucional en 45 años”. No dejó títere con cabeza, del Tribunal Constitucional al fiscal general del Estado. Y de ahí se marchó tranquilamente al acto institucional.
Sánchez también cumplió la tradición de hablar unos minutos ante la prensa. En un registro más presidencial, presumió de algunos logros de su Gobierno, habló de la desigualdad entre hombres y mujeres, y deploró la violencia machista. Y aun en un tono mucho menos desabrido que el de Feijóo, no dejó pasar la ocasión de colar el reproche al PP por la falta de renovación del Consejo General del Poder Judicial: “Frente a quienes están todo el día dando lecciones de constitucionalismo, lo que hay que recordar es que la mejor manera de defender la Constitución es cumpliéndola todos los días”.
La lectura de los artículos de la Ley Fundamental por ciudadanos, sobre todo en el caso del niño Pablo Ruiz Moreno, rebajó la temperatura. Y a continuación llegó el discurso de la presidenta del Congreso, la socialista Francina Armengol, en el punto de mira del PP cada vez que ha tomado la palabra en las últimas semanas. Armengol comenzó con un largo exordio para exaltar las aportaciones de la Constitución y el espíritu de consenso que la inspiró. Hasta que sus mensajes fueron acercándose más al presente.
Armengol incluyó una clara referencia contra las propuestas recentralizadoras del Estado: “La misma Constitución que se erige como garante de la riqueza de un Estado diverso y plural es nuestro salvoconducto ante cualquier planteamiento de uniformidad”. Al referirse a la Ley Fundamental como un ejemplo de concordia, no faltó la alusión al clima político actual: “En nuestra Constitución no están escritos la crispación, el desprecio y el enfrentamiento”. La presidenta remachó con lo que sonaba como un aviso a navegantes: “Ser constitucionalista no consiste en levantar la Carta Magna como si de un tótem se tratara, sino en asumir que podemos llegar a acuerdos para cumplirla y desarrollarla”.
Aunque admitió que tan legítimo es defender modificaciones de la Constitución como oponerse a ellas, Armengol abogó claramente por las reformas. Y citó dos: la sustitución del término “disminuidos” por “personas con discapacidad” en el artículo 49 y la conversión del Senado en una auténtica Cámara territorial. A la vez se refirió a la existencia de “algunas zonas” donde todavía perviven “obstáculos” para ejercer los derechos. Y ahí habló de la violencia contra las mujeres, de la desigualdad entre sexos, del derecho a la vivienda digna, de la necesidad de un “reparto equilibrado de las riquezas” y de la emergencia climática. Con una alusión final a que el sistema autonómico contemplado en la Constitución “deja abierto el camino para avanzar en el proceso de acercar a los ciudadanos la toma de decisiones”.
Los populares sí aplaudieron esta vez el discurso, al contrario de lo que habían hecho la pasada semana en el acto de apertura solemne de la legislatura. Parecía que Armengol podría disfrutar al fin de una tregua, hasta que llegó el comunicado de la dirección popular: “Fuentes del PP” afirmaban que el discurso de la presidenta fue “hecho en Ferraz” y le exigían explicaciones sobre sus palabras a propósito del modelo territorial y la “toma de decisiones”.
Antes de la nueva andanada popular, el acto se había cerrado con la cantante María Berasarte, que interpretó Al alba, el tema que Luis Eduardo Aute dedicó a los últimos fusilados del franquismo. En el Salón de los Pasos Perdidos quedó el eco de sus versos lúgubres y hermosos: “Maldito baile de muertos / pólvora de la mañana”.
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