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Junts tensiona la investidura al demorar el pacto de la amnistía con el PSOE

Puigdemont y el equipo de Sánchez se atascan en el articulado de la ley con todo lo demás cerrado, incluido una nueva mesa de partidos con un verificador del avance de los acuerdos

Puigdemont, en los pasillos de la Eurocámara este viernes.
Puigdemont, en los pasillos de la Eurocámara este viernes.Delmi Álvarez

Seis años después de la crisis del procés, y con la amnistía sobre lo sucedido en esos dramáticos días encima de la mesa, la política española vivió este jueves un extraño aroma a aquel crítico 2017. Como entonces, nada sucedió como se esperaba. La jornada arrancó con todo listo en el PSOE para registrar en el Congreso la proposición de ley de amnistía, que ya está prácticamente ultimada para que la firmen todos los grupos de la nueva mayoría. Sin embargo, como hace seis años, en el último momento, y con todos los medios pendientes de sus pasos, Carles Puigdemont tensionó el acuerdo con el PSOE mientras los negociadores se enzarzaban en un punto del articulado de la ley, porque Junts exige que de la amnistía se beneficien más personas, y no en la exposición de motivos, que está ya pactada, según fuentes de la negociación.

La frenética jornada de este jueves, con una reunión de seis horas en Bruselas de la cúpula de Junts que concluyó en nada, y con un atril preparado en un hotel de la capital belga para una comparecencia de Puigdemont anunciando un acuerdo que finalmente se retiró por la tarde sin que hubiera ninguna intervención del expresident, recordó a muchos al dramático 26 de octubre de 2017, cuando Puigdemont tenía previsto convocar elecciones y finalmente terminó declarando la independencia para suspenderla inmediatamente después, lo que derivó en la ruptura total con el Estado, la declaración del 155, su huida de España y los procesos judiciales que precisamente ahora se quiere amnistiar. Pasadas las nueve de la noche, Puigdemont manifestó desde la red social X, antes Twitter, que justificaba la demora en el acuerdo sin volar puentes: “No cambiaremos la prudencia y precauciones que hemos mantenido hasta ahora por más prisas que algunos tengan”.

Por si faltaran pocos elementos para recordar aquellos días turbulentos, tanto la oposición como la principal asociación de jueces, la conservadora APM, aumentaron el dramatismo con términos apocalípticos. Para el expresidente José María Aznar, Pedro Sánchez es “un peligro para la democracia”. Para Alberto Núñez Feijóo, líder del PP, el presidente ha llevado a España “al borde del precipicio constitucional”, tanto que le acusó de “utilizar el cumpleaños de la princesa Leonor para tapar una decisión indigna”. Mientras, los jueces de la APM hicieron una nota incluso antes de conocer la ley de amnistía en la que creen que este texto supone “el principio del fin” de la democracia, al “romper las reglas de la Constitución de 1978 y volar por los aires el Estado de derecho”.

Sin embargo, distintas fuentes implicadas en la negociación señalan que, pese al contratiempo que supone retrasar de forma indefinida el cierre de un pacto que tenían previsto sellar este jueves con todos, no creen que las cosas acaben como entonces y lo más probable sigue siendo un acuerdo que está muy avanzado y conviene a todos: a la coalición del PSOE y Sumar porque le permite gobernar y a los independentistas porque tendrán una amnistía total y además un paquete importante no solo económico —este jueves se anunció el pacto con ERC que implica la condonación de 15.000 millones de euros de deuda de Cataluña con el FLA, además del traspaso de cercanías de Renfe— sino también político, ya que se crearán nuevas mesas de diálogo e incluso los socialistas están dispuestos a aceptar un verificador siempre que se limite a los acuerdos entre partidos y no entre gobiernos.

Jordi Turull, Carles Puigdemont y Miriam Nogueras, este viernes en la sede del Parlamento Europeo en Bruselas.
Jordi Turull, Carles Puigdemont y Miriam Nogueras, este viernes en la sede del Parlamento Europeo en Bruselas. Delmi Álvarez
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Las dimensiones del acuerdo, que implica muchas cuestiones relevantes, además de la amnistía, que ya es un paso muy grande para un PSOE que la rechazaba de plano hasta las pasadas elecciones, hace difícil imaginar una ruptura y más bien los negociadores de los dos lados apuntaban hacia un retraso que deja en suspenso la investidura de Sánchez, pero no la tumba, al menos de momento. La exposición de motivos, según fuentes de la negociación, ya está cerrada, y el texto del acuerdo con ERC apunta cómo se definirá el procés, con términos ambiguos, para que sirvan a las dos partes: unos “acontecimientos producidos entre la sentencia del Estatut hasta el referéndum anulado por el TC de 2017″ que “generaron una tensión institucional y social, que se agravó con el inicio de múltiples procedimientos judiciales”. Palabras medidas para poder pactar un relato del procés que no es el de ninguno de los dos.

La competencia feroz entre ERC y Junts por el liderazgo del independentismo ha sobrevolado toda la negociación y este jueves volvió a aparecer con fuerza. Mientras Oriol Junqueras, líder de los republicanos, estaba en Barcelona compareciendo para anunciar con entusiasmo el acuerdo con el PSOE, que no solo garantiza la investidura, sino estabilidad parlamentaria y apoyo a los Presupuestos, exactamente a la misma hora, de forma difícilmente casual, en Bruselas se daba por concluida la reunión de la cúpula de Junts sin acuerdo con los socialistas y se insistía en que es el Gobierno quien tiene prisa, mientras los independentistas no tienen ninguna.

El acuerdo parece, pues, listo para el cierre, pero el momento decisivo es la presentación del pacto, en la que Junts quiere dejar muy claro que ellos son más exigentes que ERC, a la que llevan criticando cuatro años por ser demasiado blandos con los socialistas. Fuentes de la negociación insisten en que el último escollo que falta no debería ser insalvable, pero durante todo el día los negociadores no fueron capaces de encontrar un punto intermedio que sirviera para ambos. Mientras pasaban las horas y la cúpula de Junts seguía reunida en Bruselas sin avanzar nada, Félix Bolaños estaba en Barcelona cerrando el acuerdo con ERC y fotografiándose con Oriol Junqueras para rematar la imagen del pacto y en Madrid, en el grupo socialista en el Congreso, tenían todo listo para registrar la proposición de ley de amnistía, que está cerrada casi en su totalidad con la excepción de ese escollo.

Puigdemont lograba así todo el protagonismo para su resistencia al pacto, frente a un Junqueras que reivindicaba todo lo logrado como una continuidad de su política de negociación de los últimos años, y veía cómo el retraso de Junts dejaba en segundo plano logros de alto calibre como la condonación de 15.000 millones de euros, el 20% de la deuda de Cataluña con el Fondo de Liquidación Autonómica (FLA), el fondo que se instauró en plena crisis financiera, en 2012, para salvar las cuentas de las autonomías y ayuntamientos, que vieron desplomarse sus ingresos con el hundimiento de la economía y el pinchazo de la burbuja inmobiliaria.

La Generalitat se ahorrará 1.300 millones de euros en intereses gracias a esta condonación, que ya está provocando una gran guerra política por parte de autonomías del PP que se sienten agraviadas. El Gobierno asegura que esta condonación es extensible a las demás comunidades del régimen general, pero no a todas beneficia igual porque Cataluña es la que más dinero pidió al FLA, aunque también ayudará mucho a la Comunidad Valenciana, en manos ahora del PP, y algo menos a Andalucía, las tres que más pidieron. Varios presidentes del PP salieron en tromba a criticar este acuerdo porque insisten en que supone un claro agravio para las autonomías menos endeudadas, o sea, que se premia la deuda.

Mientras, desde Bruselas, fuentes de la formación independentista no hablaban en ningún momento de ruptura y daban a entender que las negociaciones continuarán en las próximas horas o días. Aunque Junts asegura que no han vendido “ninguna expectativa”, esta era muy alta por el nivel de la cita, en la que participaron Laura Borrás, Jordi Turull, Ana Erra, David Torrents, Josep Rius, Aurora Madaula y David Saldoni, además de Puigdemont y Toni Comín, que ejercen como eurodiputados en Bruselas. Junts había reservado una sala por si había acuerdo, que a primera hora estaba preparada con un atril flanqueado por las banderas catalana y europea y un panel anunciando “conferencia President Carles Puigdemont”, además de tener cámaras listas para emitir en directo. A las 16.00, sin embargo, el equipo fue desmontado, dando la primera señal que se confirmó casi dos horas después, cuando los participantes en la cita salieron por diversas puertas del hotel sin dar explicaciones, aunque una fuente de Junts no descartó que los contactos con el PSOE continúen de manera discreta en las próximas horas.

En el fondo pesa una falta de confianza, señalan estas fuentes, con la otra parte negociadora y la voluntad de que todo quede “por escrito” y bien explicado antes de dar el sí definitivo. La prisa no está del lado de Junts, señalan. “El PSOE alimenta expectativas de que todo es fácil y hoy es 2 de noviembre y aquí estamos”, han señalado al respecto. Las fuentes han querido separar las negociaciones de las que se realizan con ERC. “Nosotros negociamos con el PSOE”, han indicado al respecto. La resistencia de Junts no solo aguó la fiesta a los republicanos, sino también a los socialistas, que tenían todo programado para lanzar desde Barcelona, donde comparecieron juntos Bolaños y Salvador Illa, el mensaje de que empieza “una nueva etapa” que supone “pasar página” y dar por superado el procés. Bolaños tenía todo listo e insistió en que “el acuerdo con ERC acerca la investidura de Pedro Sánchez y el Gobierno progresista”, pero mientras lo decía, todos los ojos del PSOE estaban puestos en Puigdemont y lo imprevisible de sus movimientos. La sombra de 2017 es muy alargada, pero todos los protagonistas parecen convencidos de que esta vez será diferente y Puigdemont optará por el acuerdo y no por la ruptura. Se ha trabajado mucho durante tres meses para lograr ese final diferente. La respuesta llegará probablemente en las próximas horas, pero ni siquiera eso es seguro. El plazo máximo sigue marcado muy claramente: el 27 de noviembre.

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