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El Gobierno espera que Puigdemont no fije líneas imposibles para la negociación de la investidura

El líder de Junts planteará la amnistía y la autodeterminación, pero la clave estará en el detalle

Yolanda Díaz y Carles Puigdemont
De izquierda a derecha, Jaume Asens, Yolanda Díaz, Carles Puigdemont y Toni Comin en Bruselas este lunes.Delmi Álvarez

Tras la reunión este lunes con la líder de Sumar, Yolanda Díaz, que le ha dado todo el foco del arranque del curso político y lo ha vuelto a colocar como un interlocutor político reconocido para un miembro clave del Gobierno, el expresidente catalán fugado de la justicia Carles Puigdemont fijará públicamente este martes en Bruselas las líneas maestras de las condiciones que pondrá Junts —cuyos votos son imprescindibles para evitar una repetición electoral— para la investidura de Pedro Sánchez. Mientras desde Sumar transmiten optimismo, y más después del encuentro entre Díaz y Puigdemont, del que ambos salieron visiblemente satisfechos, en La Moncloa y el PSOE están muy pendientes de lo que vaya a decir este martes el líder de Junts para evitar que ponga condiciones públicas imposibles de las que luego sea muy difícil echarse atrás en la negociación.

En el entorno de Sánchez prefieren una negociación discreta, sin condiciones públicas, porque creen que es la única manera de garantizar el éxito. De hecho, en la negociación de la mesa del Congreso, en agosto, todo se complicó mucho cuando ERC puso públicamente encima de la mesa la amnistía como una condición para ese pacto inicial. Después fue mucho más difícil matizarlo, aunque se logró en el último momento.

Los socialistas confían en que Puigdemont, que hasta ahora ha mantenido una estrategia de cautela y discreción, evite la concreción y se mantenga en las líneas generales de su discurso sin plantear condiciones muy detalladas imposibles de asumir para el PSOE, en especial un referéndum de autodeterminación. Aun así, los socialistas señalan que queda mucho tiempo para los momentos decisivos —aún faltan tres semanas para la investidura de Alberto Núñez Feijóo y después Pedro Sánchez tendrá dos meses para lograr los 178 escaños a los que aspira— y por tanto todo dará muchas vueltas hasta que se llegue a un papel concreto. Los socialistas creen además que ahora tienen un argumento más a favor de hablar con Junts, después de que el PP le haya concedido legitimidad y haya anunciado que también se reunirá con ellos.

Mientras, Puigdemont ha programado un arranque de temporada política con el que logra colocar todos los focos en él, algo que es claramente una apuesta de Junts desde que el resultado electoral del 23-J hizo imprescindibles sus votos. Esa estrategia llega este martes a uno de sus puntos más álgidos con la conferencia que el expresident dará en Bruselas. La semana pasada, Puigdemont se esmeró en separar el alcance de los conceptos de “diálogo” y “negociación”. Una diferencia que no solo le ha sido útil para aguar las pretensiones del PSOE y de Sumar de escenificar un supuesto gran avance en los términos del pacto sino también para hacer más digerible para la parte más irreductible de las bases el acercamiento a Sánchez tras años de retórica confrontacional.

Puigdemont siempre ha presentado la combinación amnistía-autodeterminación como el requisito para que sus diputados (y de paso los de ERC) voten a favor de reeditar el actual Gobierno y hasta ahora el foco ha estado sobre el perdón general a los encausados por delitos relacionados con el procés. Ahí solo habría, de momento, diálogo y no negociación, al no existir una propuesta clara sobre la mesa.

Fuentes de Junts creen que, al igual que hizo el pasado domingo Oriol Junqueras en una entrevista a La Vanguardia, es momento también de poner sobre la mesa el referéndum y remarcar que, al igual que con la amnistía o el uso de las lenguas cooficiales en el Congreso se decía que era imposible, ha terminado por suceder gracias a la vía de la negociación.

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La gran incógnita pivota en cuán digeribles podrían ser las condiciones que termine imponiendo Puigdemont y hasta qué punto del detalle se atreva a bajar. Junts, por ejemplo, no se ha posicionado sobre una de las patatas calientes de la negociación de la amnistía: la inclusión de casi medio centenar de agentes de la policía encausados por las fuertes cargas policiales con que se intentó frenar en varios colegios la celebración del referéndum del 1 de octubre de 2017, que el Tribunal Constitucional declaró ilegal.

De momento, Puigdemont parece tirar de su imagen de rebelde con causa para imponer que los términos en que los suyos abordan tanto el diálogo como la negociación son mucho más exigentes y rentables que los que ha utilizado ERC. “Compartimos la profunda convicción de que los problemas políticos deben volver a los cauces políticos, para encontrar soluciones basadas en el diálogo”, dice la nota conjunta con que Puigdemont y Díaz informaron sobre su encuentro. Un texto bastante similar a los que recurrían ERC y el Gobierno para informar de los avances de la mesa de diálogo.

No hay ninguna certeza, porque las posiciones están muy alejadas y el margen de todos los negociadores es estrecho —Sánchez insiste en que cualquier acuerdo se hará “dentro de la Constitución”, lo que descarta el referéndum de autodeterminación al que los independentistas no quieren renunciar—, pero los mensajes que trasladan todos tanto en público como en privado hacen pensar que hay voluntad para buscar un punto de encuentro y sobre todo para evitar una repetición electoral que podría abrir la puerta a un Gobierno PP-Vox, algo que claramente ha rechazado en las urnas la mayoría de los ciudadanos, especialmente en Cataluña, según la interpretación más extendida de los resultados en esta comunidad autónoma.

El encuentro de Díaz y Puigdemont parece un primer paso en un nuevo panorama político con Junts de vuelta a la jugada. La Moncloa se ha desvinculado de la cita, que no negoció ni conocía de antemano hasta el domingo por la noche, pero no la ha criticado abiertamente. Ahora queda por saber si Puigdemont quiere públicamente dejar espacios abiertos de negociación o plantear condiciones que sabe imposibles. Todo indica que la verdadera negociación empieza ahora.

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