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Sánchez vuelve a las primarias

El presidente aprovecha la crisis con el Constitucional para recuperar la idea del luchador contra los grandes poderes que tan buenos réditos le proporcionó en 2017

Pedro Sánchez, este miércoles en el Senado. Foto: OSCAR DEL POZO (AFP) | Vídeo: EPV
Carlos E. Cué

Una de las extrañas habilidades de Pedro Sánchez, que desconcierta desde hace tiempo a sus rivales, es la de convertir lo que a primera vista son sonoras derrotas en victorias a medio plazo. El presidente del Gobierno viene de una semana que para muchos otros líderes sería catastrófica. No había salido aún del pozo de la reforma de la malversación, que tenía muy inquieto a su propio partido por el evidente desgaste que podía suponer, y le llegó el jueves un aldabonazo, confirmado este lunes, con lo que cualquiera podría entender como una derrota política: la mayoría conservadora del Tribunal Constitucional, por 6-5, tumbó dos iniciativas relevantes del Gobierno para intentar desbloquear su renovación y cambiar la mayoría a una progresista. Sin embargo, menos de 48 horas después, Sánchez ha aparecido en el Senado con el traje de las primarias del PSOE de 2017, el que le convirtió en un hombre rodeado de una cúpula de poderosos que quieren tumbarlo y que pide apoyo a la ciudadanía para dar esa batalla contra esos “poderes ya no tan oscuros”, como los definió en el último cara a cara del año frente a Alberto Núñez Feijóo, el líder de la oposición.

Sánchez y sus estrategas trasladan en los últimos días un optimismo que podría desconcertar a cualquier observador puntual en una semana tan tensa como esta, si no fuera porque la trayectoria del presidente le avala con esa capacidad de darle la vuelta a situaciones muy complicadas. “Sánchez navega mucho mejor en la tormenta que en la calma”, resume un dirigente socialista que lo conoce bien hace muchos años y que fue uno de los que en 2017 intentaron ganarle las primarias y perdieron.

Algunos ministros señalan que en estos días se está notando un claro cambio en el ámbito progresista. Después de una tensión interna importante por la reforma de la malversación mediante enmienda a la modificación de la sedición en el Código Penal, el corazón del discurso de Sánchez frente a Feijóo (la idea de que la derecha no reconoce la legitimidad del Gobierno y está dispuesta a utilizar todos los mecanismos para tumbarlo, desde el Consejo General del Poder Judicial con mandato caducado hace cuatro años a un Constitucional no renovado desde hace seis meses) sirve como pegamento de la izquierda y como movilizador, sostienen varios miembros del Gobierno.

Incluso en el entorno de Feijóo, que ha decidido concentrarse en la idea de la cesión de Sánchez a los independentistas porque cree que eso es lo que más le desgasta y puede hacer que algunos votantes socialistas se pasen al PP, admiten que esta polémica con el Constitucional polariza y por tanto puede ayudar “a los extremos”, y ahí ellos incluyen a Vox pero también al propio presidente. De hecho el líder del PP obvió la polémica del Constitucional en su primera intervención, y se concentró más en esa idea de que Sánchez ha girado y por eso no es legítimo lo que está haciendo, porque en 2019 prometió lo contrario.

Pero mientras Feijóo le daba vueltas a la idea de que Sánchez en algún momento aceptará un referéndum de autodeterminación en Cataluña —algo que el Gobierno y el propio Sánchez han descartado muchas veces aunque en el Senado no ha querido entrar a hacerlo otra vez— el presidente golpeaba al líder de la oposición sobre dos conceptos. Primero, el más relevante para su estrategia: el “vienen con todo a por nosotros”. El presidente clamó: “Ha llegado ustedes demasiado lejos, señor Feijóo. Lleva usted solo nueve meses al frente del PP y ya ha conseguido enmudecer a las Cortes Generales. Para ustedes solo hay una victoria legítima, que es cuando gana el PP. El resto somos las anti-España”.

Esa idea de que la derecha no acepta que gobierne la izquierda tiene tanta fuerza que Feijóo, que en las semanas pasadas ha coqueteado con la legitimidad del presidente o al menos de su proyecto -”pido elecciones ya, el plan de Sánchez no es legítimo”, tituló El Mundo una entrevista el 10 de diciembre- ahora casi en cada intervención repite que Sánchez sí es un presidente legítimo, aunque no su reforma del Código Penal porque no la llevaba en el programa electoral.

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Y el otro punto en el que Sánchez golpea a Feijóo sin tregua, en una estrategia de contrataque que ya empezó en julio, después de las eleccciones andaluzas, es la idea de la insolvencia del líder de la oposición. “Ha perdido usted muchísimo en estos nueve meses. Perdió el poco crédito que tenía cuando se echó atrás en la negociación del CGPJ”, le dijo. La Moncloa y el PSOE llevan meses concentrados en esa idea, con vídeos casi diarios, para debilitar la imagen de Feijóo.

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