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La huida de los españoles en Ucrania en uno de los convoyes de evacuación, desde dentro

Roger Carles, de 30 años, viaja junto a su esposa en uno de los autobuses facilitados por Exteriores, en el que también se desplaza la embajadora en Kiev, Silvia Cortés Marín

Rusia - Ucrania
El autobús en el que viaja Roger Carles junto a otros españoles.

El convoy diario que el Gobierno de Pedro Sánchez ha puesto a disposición de los españoles residentes en Ucrania ha salido de Kiev en torno a las 9.40 de la mañana (hora local) de este viernes. En el autobús viaja el barcelonés Roger Carles, de 30 años, junto a su esposa, embarazada de siete meses y de nacionalidad ucrania. “Ante el pánico por lo que estaba pasando en Kiev decidimos irnos anoche”, cuenta por teléfono desde el autocar, junto a otro medio centenar de compatriotas. Entre los evacuados hay ciudadanos de nacionalidad española y ucranios con pasaporte español. Las autoridades han permitido también la evacuación de sus familiares de primer grado, como la mujer de Carles. La expedición va flanqueada por tres vehículos y varios agentes del Grupo Especial de Operaciones (GEO).

Ante el cierre del espacio aéreo ucranio, el ministro de Exteriores español, José Manuel Albares, anunció en la noche de este jueves que el Gobierno ha organizado convoyes para que los ciudadanos españoles salgan del país por vía terrestre. El primero partió este jueves desde la Embajada en Kiev con algo más de 50 personas, escoltadas por personal de la misma. Albares aseguró en TVE que este servicio se mantendrá “tanto como sea posible a través de la frontera con Polonia”. Carles decidió retrasar un día su marcha porque dudaban sobre si dejar a su suegra atrás y por miedo ante un viaje largo por carretera debido al avanzado estado de gestación de su esposa.

Carles y su esposa, dentro del autobús facilitado por la embajada española.
Carles y su esposa, dentro del autobús facilitado por la embajada española.

Pero, ante el avance de las tropas rusas hacia la capital, la pareja cambió de idea en la noche de este jueves. Los evacuados tienen que desplazarse hasta la embajada, en el centro de la ciudad, para unirse al convoy. Carles y su esposa cogieron un taxi hasta un hotel cercano, donde han pasado la noche. En torno a las ocho de la mañana, cuando les habían citado, han llegado a la legación, con la que han mantenido un contacto constante desde que empezó el ataque ruso. Tras su llegada, han registrado su documentación, les han sacado fotos para identificarles y se han montado en el autobús junto al resto. Algunos de los viajeros han pasado la noche en la propia embajada, según afirma el barcelonés.

“Los españoles que van conmigo están bien. Quienes están peor son los ucranios con pasaporte español que dejan a sus familias atrás”, subraya Carles. El autobús salió desde Kiev con una “ruta secreta” hacia la frontera polaca y, en torno a las diez de la mañana, se encontraba en una carretera “muy secundaria” colapsada por otros vehículos que intentan huir. Carles y su esposa, que vivían en Kiev desde 2019 en una vivienda junto a la madre de ella, están tranquilos, aunque con el temor por la dramática situación en la que quedan la suegra y la cuñada del barcelonés. Unos 200 españoles permanecen aún este viernes en Ucrania (en el consulado estaban inscritos 436, pero más de dos centenares han salido del país en los últimos días), según datos de las autoridades españolas. Exteriores acelera los trámites para su repatriación, previsiblemente a través de la frontera con Polonia.

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Vídeo grabado por Carles desde dentro del convoy.

El convoy en el que viaja Carles no tiene previsto, según prosigue, recoger a más personas en la ruta que tiene prevista. En el momento de esta conversación sí estaban esperando saber si una familia numerosa se les uniría en su propio vehículo detrás del autobús. Además de los españoles y ucranios que viajan en el autobús, España ha evacuado también al personal de su Embajada en Kiev. El ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, ha confirmado este viernes que la embajadora, Silvia Cortés Marín, se desplaza en el convoy en el que va Carles, junto con el resto del personal de la legación diplomática española, una veintena de personas, informa Miguel González.

Quienes no pueden acceder a las expediciones diarias facilitadas por el Gobierno español tratan de buscar una vía de escape por sus propios medios a través de la frontera terrestre. Ese es el caso de Carla San Andrés, de 22 años, que no ha conseguido abandonar Lviv —en castellano, Leópolis— hacia Varsovia (Polonia). La madrileña esperaba coger un autobús en la noche de este jueves que pasaba por la ciudad a las 23 horas, pero no localizó al vehículo y, cuando llamó al conductor para pedir información, le advirtió de que llevaban un retraso de cinco horas. También le aseguró que pasaría por la estación en la que se encontraba. Tras seis horas esperando y varias llamadas, el chófer le informó de que ya había pasado por Lviv, pero por otra estación, y tuvo que volver a casa.

Su madre, Raquel San Andrés, la llamó al inicio de la invasión rusa. Ella trabaja de noche y fue al salir cuando se enteró del ataque. “Llevamos diciéndole que vuelva desde hace tiempo, pero hasta que no ha visto que ha explotado todo…”, se lamenta con resignación, y cuenta que ha llamado a la Embajada española en Kiev, pero sin respuesta, como tampoco ha podido contactar con el Ministerio de Exteriores. Además, han mandado dos correos electrónicos a sendas instituciones, pero, otra vez, sin suerte: “Estamos muy cabreados porque luego sale en las noticias que se quedan por voluntad propia y arraigo al país”, critica en referencia a las palabras de la portavoz de Gobierno español, Isabel Rodríguez, en una entrevista este jueves.

Ante estas palabras y la dificultad de contactar con las autoridades para que pongan remedio a su situación más un día después del estallido bélico, Raquel asegura sentir “mucha impotencia y mucha inseguridad”. “Ella es muy joven y está allí sola”, continúa. Muchos conocidos le preguntan por qué su hija no ha vuelto: “Pues porque no puede”, responde, y concluye: “Desde aquí no podemos hacer nada”.

Durante la espera, en torno a las dos de la madrugada, San Andrés llamó al número de emergencia facilitado por la Embajada española para embarcar en alguno de los convoyes fletados por el Gobierno de España. La joven critica que se enteró de estos servicios por las noticias: “Nadie se ha puesto en contacto conmigo para avisarme”. Además, desde el consulado la derivaron a un correo electrónico al que escribió, pero no obtuvo respuesta. Dos horas después llamó de nuevo al teléfono de emergencia: “Les pedí que me dieran el número de contacto de alguien que fuese en el convoy y que pudiera hacer algo. Me dijeron ‘no’ y colgaron”.

Carla San Andrés, en 2021, en Leópolis (Ucrania).
Carla San Andrés, en 2021, en Leópolis (Ucrania).CEDIDA

En la mañana de este viernes se ha despertado con la respuesta al correo que mandó: “Desde Lviv debe salir por sus propios medios dirección frontera polaca. No es una zona de riesgo”, reza el mensaje de la Embajada. Está previsto que un convoy pase por la ciudad este sábado para continuar con la evacuación. La joven vive en Lviv desde 2019, donde estudia estudia Gestión Cultural en la Universidad.

Como San Andrés, el cordobés Carlos Molina, jugador de balonmano que reside en Zaporiyia, ciudad ubicada en el este de Ucrania, también tiene que marchar del país por sus propios medios. En este audio cuenta su huida.


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