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España ataca la ruta africana de la droga en el Sahel

Guardia Civil y Policía forman agentes y cultivan redes de información antiterrorista mientras las incautaciones de cocaína y hachís suben un 80%

Patricia Ortega Dolz
El pesquero 'Odyssey' interceptado en la ruta de Senegal a Canarias con un cargamento récord de 22,1 toneladas de hachís.
El pesquero 'Odyssey' interceptado en la ruta de Senegal a Canarias con un cargamento récord de 22,1 toneladas de hachís.

Cada vez son más frecuentes las operaciones policiales en aguas atlánticas con grandes incautaciones de droga, tanto cocaína como hachís. “Intervenidos 1.200 kilos de cocaína en un velero frente a las costas de Canarias”, rezaba una nota del pasado 26 de septiembre. “Interceptado un buque cargado con 8.400 kilos de hachís en aguas de África occidental”, anunciaba otra del 21 de junio. “Alijo récord en España: El Odyssey 227 llevaba 22 toneladas de hachís”, titulaban los diarios el 2 de junio, cuando ese pesquero con bandera mongola fue interceptado a 16 millas de Fuerteventura. Las incautaciones en la costa atlántica africana y en la región subsahariana del Sahel, la región han crecido un 80% en los últimos cinco años, según fuentes de la Guardia Civil y datos de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC).

“Ante la presión que están recibiendo en las “rutas naturales” de entrada de la droga procedente de Latinoamérica en Europa —como Holanda, Bélgica o la zona del Estrecho—, las redes del narcotráfico optan por el camino más largo, usando como vías de tránsito a países con escasos controles policiales, fronteras permeables, altos niveles de corrupción; y, para la logística, a grupos paramilitares armados o directamente terroristas que operan en Malí, Níger, Burkina Faso, Chad, hasta Libia”, explican las mismas fuentes. “Y ya desde Libia envían la mercancía a Europa”, señalan. Es la ruta del Sahel, con 5.500 kilómetros de largo y 1.000 kilómetros de ancho, a la que se puede acceder por vía terrestre desde Senegal, Guinea, Sierra Leona, Liberia, Costa de Marfil, Ghana, Togo o Benin, países todos en los que se han producido importantes incautaciones de droga.

“En los almacenes o “guarderías” de la frontera entre Mauritania y el Sáhara Occidental, “donde hay cuatro kilómetros de tierra de nadie por donde entra de todo”, guardan toneladas de droga, tanto cocaína como hachís, que sale en vehículos por vía terrestre o en barcos (pesqueros, veleros o buques) por vía marítima, que buscan en esa ruta más al sur camuflarse bajo otras banderas y otro tipo de embarcaciones menos detectables por los cuerpos de seguridad”, explican fuentes policiales. “Incluso el hachís de Marruecos parte rumbo sur por la costa para luego volver a zarpar hacia al norte”, apuntan fuentes del instituto armado. “De ahí que se realicen esas grandes incautaciones”, explican las mismas fuentes.

La Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC) viene alertando hace años de que el África occidental se ha convertido en la vía por la que entra “la cuarta parte de toda la cocaína ingresada en Europa”, aproximadamente unas 50 toneladas al año, con un valor aproximado en el mercado de 2.000 millones de dólares. “La delincuencia organizada está saqueando África occidental, destruyendo los gobiernos, el medio ambiente, los derechos humanos y la salud”, advierten. “Así, el África occidental queda más expuesta a la inestabilidad política”.

España tiene desplegados en la zona unos 700 efectivos, entre militares (600), guardias civiles (74) y policías con dos objetivos fundamentales. Uno, estabilizar esa franja que abarca once países, cinco millones de refugiados por guerras y hambrunas, y que son origen de flujos migratorios hacia Europa, con España como país de tránsito. Y dos —igualmente prioritaria—, luchar contra las mafias que trafican con personas y contra la rápida expansión del terrorismo yihadista, que se financia en gran parte sirviendo a esos tráficos ilícitos (de seres humanos, drogas, armas, medicamentos falsos, objetos robados...).

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Despliegue español

España participa en varios proyectos internacionales en la zona. El GAR-SI (Grupos de Acción Rápida, Vigilancia e Intervención), con una subvención europea de 71 millones y participación de Francia, Italia y Portugal, que lidera la Guardia Civil. Los Equipos conjuntos de Investigación (ECI) de la Policía Nacional en Níger —dos: uno contra la inmigración ilegal y otro contra el terrorismo—, en Malí, Gambia, Marruecos y Senegal. “Los equipos conjuntos de investigación están formados por miembros de la Policía Nacional, un socio europeo (que suele ser Francia) y las autoridades locales”, explica el comisario Raúl de la Fuente, responsable del área de Coordinación de la División de Cooperación Internacional. “Investigan sobre el terreno y desarrollan inteligencia que nos permite anticiparnos a potenciales amenazas”, señalan fuentes de la Comisaría General de Información. “El perfil del potencial combatiente yihadista procedente de esa zona será distinto: más difícil de interceptar y de identificar”, aseguran.

Aparte de esas misiones, hay otros agentes españoles que participan en el G5-Sahel de Naciones Unidas, con carácter más humanitario.

El Sahel es “donde más y más rápido se extiende el yihadismo en el mundo”, señalaba el coronel Jesús Díez Alcalde en un reciente foro organizado por el Real Instituto Elcano sobre el asunto. Y la fuerza española supone “más del 27% de todas las misiones europeas y más del 50% en el caso de Mali”. “Desde 2017 el crecimiento de los grupos yihadistas es imparable”, advertía. Y aportaba datos escalofriantes: “De 2.700 muertos por ataques yihadistas en 2017, se pasó a 5.000 en 2019, y en 2020 ascendían un 25%”; llegó a registrarse una media de 60 ataques al mes en Malí, donde un comandante de la Guardia Civil dirige uno de los equipos GAR-SI, para capacitar a los agentes de la autoridad locales en la lucha contra la criminalidad.

Desde marzo de 2017, cuando arrancó el proyecto GAR-SI, han logrado hacer operativas 13 unidades policiales en la zona, con unos 140 efectivos cada una, explica el coronel Rafael Ferrera, jefe del GAR. “Son unidades a imagen y semejanza de los GAR, los grupos que surgieron en España en los años ochenta para luchar contra ETA”, añade. “Se trata de capacitar y preparar a los agentes locales, táctica y estratégicamente, para luchar contra el yihadismo y el crimen organizado con un modelo que fue un éxito”, explica. En Malí hay ya operativas tres unidades, y cuatro en Burkina Faso, concreta.

“Ya han logrado neutralizar a 250 terroristas”, asegura Ferrera, aunque han sido víctimas de mortales ataques, como el que acabó con la vida de 13 agentes en un atentado en Malí el 22 de agosto pasado, cuatro meses después de que los periodistas David Beriain y Roberto Fraile fueran asesinados en un ataque en Burkina Faso.

La amalgama de grupos leales a Al Qaeda, reunidos en la franquicia terrorista denominada Grupo de Apoyo al Islam de los Musulmanes (JNIM), por un lado, y el llamado Estado Islámico del Gran Sáhara, por otro, protagonizan la mayor parte de las acciones terroristas en esa extensa franja azotada por las sequías y las hambrunas. La rivalidad entre ambos grupos por afianzar su poder en los territorios y la lucha contra “los cruzados” o “infieles” cristianos, están detrás de una buena parte de los atentados. La falta de perspectivas de prosperidad y la ausencia de justicia social convierten a esos pueblos en carne de cañón para mafias y terroristas, que compran a precio de saldo sus lealtades y desafían a sus estados.

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Sobre la firma

Patricia Ortega Dolz
Es reportera de EL PAÍS desde 2001, especializada en Interior (Seguridad, Sucesos y Terrorismo). Ha desarrollado su carrera en este diario en distintas secciones: Local, Nacional, Domingo, o Revista, cultivando principalmente el género del Reportaje, ahora también audiovisual. Ha vivido en Nueva York y Shanghai y es autora de "Madrid en 20 vinos".

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