La última reinvención de Susana Díaz
La expresidenta de la Junta de Andalucía presume de humildad y confía en las distancias cortas para convencer a los militantes el 13 de junio
-Lo que queréis es meterme en un ataúd de pino.
Diciembre de 2020. Susana Díaz, expresidenta de la Junta de Andalucía y secretaria general del PSOE andaluz, repite varias veces esa frase ante sus otros dos interlocutores: Quico Toscano, alcalde de Dos Hermanas (Sevilla) y presidente del comité federal del PSOE, y Manuel Jiménez Barrios, exvicepresidente andaluz y portavoz adjunto del grupo socialista. Toscano intenta hacerle ver que es necesario sacar a otro jugador al terreno de juego para recuperar la confianza perdida de los andaluces dos años antes (elecciones autonómicas de diciembre de 2018) y sugerirle que se abra a un relevo pactado.
“Ella cree que es la elegida por Dios y así es muy difícil. Estamos perdiendo. Necesitamos un revulsivo y tomar nota de que cometimos errores. Algunos le hemos aconsejado que se puede ser útil en otro puesto. Pero no ha habido manera”, afirma a EL PAÍS Toscano, que apoya a Juan Espadas en la carrera de las primarias.
Susana Díaz Pacheco (Sevilla, 46 años) lleva semanas recorriendo de manera frenética, hasta ocho actos por día, las agrupaciones socialistas andaluzas para convencer a los 46.577 electores de que la elijan candidata a la presidencia de la Junta. Es la primera vez que los militantes andaluces van a tener la oportunidad de votar a su cartel electoral y sin que, esta vez, el Boletín Oficial de la Junta de Andalucía tenga la más mínima incidencia.
Díaz está en proceso de transformación. Otra vez. Cuando alcanzó la presidencia de la Junta, tras la dimisión de José Antonio Griñán, en septiembre de 2013, le aconsejaron pulir sus muchas aristas, fruto de sus años de trabajo en el partido. Ella dice que la pérdida de la Junta le ha hecho ver “las cosas de otra manera”. Y que desde que está en la oposición es más “humilde”.
Los suyos también lo ven así. “Las circunstancias son muy distintas. No es lo mismo estar en el poder que en la oposición. Por fuerza debe hacer cambiar a las personas, porque tienes que escuchar a la gente y hay que estar más en la calle. Ha pulido los defectos que ha podido tener y se ha hecho más cercana. No conozco a nadie que en las distancias cortas gane más. Si gana las primarias tendrá la vitola de persona invencible”, sostiene José Fiscal, portavoz del grupo parlamentario socialista y uno de los principales apoyos de Díaz. En esa idea insiste Juan Pablo Durán, expresidente del Parlamento andaluz y diputado por Córdoba: “Cometimos errores y está reconociéndolos”.
El expresidente Griñán ve “con preocupación” estas primarias en las que se enfrentan dos amigos. Él señaló a Díaz para sustituirle. “Es muy inteligente, agotadora, pero inagotable. Y Espadas es muy concienzudo, sabe dialogar y es un gran alcalde”.
Díaz está llamando personalmente a los militantes afectados por la covid para interesarse por su salud y a las parturientas les manda flores. Nadie discute su capacidad de trabajo, ni su tirón en las distancias cortas, donde no descuida ninguna petición y no olvida una cara. Aunque sea la del militante de la agrupación más remota de las Alpujarras. “Siempre ha sido la más aparatera, se conoce al partido y se las sabe todas”, interviene un dirigente que la conoció como secretaria de Organización de las Juventudes Socialistas andaluzas. Recuerda cómo entonces Díaz pagó en mano las cuotas pendientes de su organización para poder participar en una votación.
En esta campaña luce camisetas con mensajes en inglés —se estrenó con el de Positive energy (energía positiva)— y se lamenta de que llevan “dos años dándole empujones”, de que se ha dado cuenta de que a su “vera no quiere palmeros que le rieguen el oído”. También dice que le han ofrecido “el oro y el moro” para que dé un paso al lado. Y todo el tiempo reivindica un PSOE andaluz autónomo y sin injerencias de Ferraz. A los alcaldes les promete hacer todo lo que no hizo cuando era presidenta de la Junta.
Mucha gente levanta las cejas ante una reinventada Susana Díaz. “Ella intenta hacerse la víctima como si fuera nueva en el partido, pero ¿cómo es posible que diga que se le intenta quitar por ser mujer?, de que hay presiones a los militantes, de que hay censos inflados, de que no reparte cargos… ¿Susana Díaz Pacheco?”, asegura un diputado del Congreso. “Desde niña nunca le ha faltado un buen cargo institucional y no ha sabido desenvolverse respetando a los demás. Siempre se ha puesto del lado de quien tenía el poder y nunca ha tenido a personas que le tuerzan la voluntad”, afirma Toscano.
Amparo Rubiales, doctora en Derecho, feminista, primera consejera del Gobierno andaluz, afirma estar “triste y dolida” con la alusión de Díaz de que no le dan otra oportunidad por ser mujer. “Lo real es que los andaluces le han dicho que no puede seguir, está ya amortizada. Perdió las primarias contra todo pronóstico después del número del comité federal del 1 de octubre de 2016 de hacer dimitir a Pedro Sánchez de la secretaría general para apoyar la investidura de Mariano Rajoy”, asegura.
Lo que allí ocurrió marcó a muchos. Cuatro años después del proceso interno que llevó al PSOE al borde del abismo, en su mayor crisis reciente en 142 años de historia, la relación de Díaz con los barones no es la que era. Ni siquiera con los más afines. Se ha enfriado muchísimo y en algunos casos es inexistente. “Susana no se debería haber presentado a las primarias. Su ciclo terminó. Hay momentos en los que hay que saber dar marcha atrás y aprender de viajes tan personalistas. Llevar al partido a esta tensión después de las tensiones del pasado no me parece responsable”, piensa uno de los presidentes autonómicos que le respaldaron con más ahínco. “Desde el congreso federal de 2017 se distanció inmediatamente”, abunda.
El malestar con el abandono de la delegación andaluza del congreso federal de junio de ese año, un mes después de la reelección de Sánchez, para irse de cañas mientras se debatían los estatutos y resoluciones sigue muy presente. Un vídeo del momento corrió como la pólvora por los chats socialistas. “Susana nos dio la orden y nos fuimos. Y eso no se lo perdonan en otras federaciones que se partieron la cara por ella”, recuerda un senador andaluz. “Vaya imagen, tanto que decía que solo le importaba el partido”, sentencia un secretario provincial del norte de España.
Aunque todo el PSOE sigue con expectación el pulso en Andalucía, los barones consultados declinan hacer cualquier tipo de declaración con nombres y apellidos por “respeto” a las primarias. Y por el temor a volver a reabrir las heridas de un proceso que, quieren pensar, está superado. “El distanciamiento ha sido mutuo”, abundan en el entorno de otro presidente regional, donde resaltan que el “punto de no retorno” se produjo con la elaboración de las listas para las elecciones generales de abril de 2019. Díaz, en una posición de máxima debilidad tras perder la Junta, opuso una resistencia inicial al diseño de Ferraz.
Es ahí donde empiezan las grietas en el PSOE andaluz en torno a Díaz. No todos los secretarios provinciales andaluces estaban de acuerdo en plantar cara a Ferraz. De hecho, hubo pacto en cuatro provincias. La brecha no solo fue por las listas, sino por una información publicada en Abc en la que se aseguraba que el PSOE andaluz impulsaba un partido federado, como el PSC. Díaz, según varias fuentes, envió a su exconsejero de Economía, Antonio Ramírez de Arellano, como mensajero. No debatió el asunto con nadie. Ahí se produjo la ruptura con quien había sido su portavoz parlamentario y portavoz de la gestora que dirigió el PSOE tras la dimisión de Sánchez el 1 de octubre, Mario Jiménez.
Pero Díaz rápidamente volvió a reinventarse como una de las responsables autonómicas del PSOE más incondicionales —al menos en público— con el presidente del Gobierno y líder de los socialistas. “A partir de ahí se repliega y se hace la más pedrista”, concluyen sobre el giro de 180º.
Para algunos de los cuadros que más avalaron a Díaz, el viraje fue un movimiento táctico con el único afán de ganar tiempo mientras recomponía fuerzas hasta la batalla por el liderazgo del socialismo andaluz. Incluso se desvinculó de figuras como Mario Jiménez y Máximo Díaz Cano, su mano derecha en la Junta. Díaz, eludiendo la autocrítica, les responsabilizó de la mala relación con Sánchez. Ahora el mensaje central de Díaz frente a la candidatura de Juan Espadas es que ella garantizaría la autonomía de la mayor federación del PSOE “frente a Madrid”. Es decir, Ferraz.
La espina que más le duele a Susana Díaz es la de la pérdida de la Junta, tras casi 37 años de gobiernos socialistas ininterrumpidos. El PSOE ganó en 2018, pero perdió 400.389 votos, y por primera vez en la historia las derechas sumaron más que las izquierdas. Cuatro meses más tarde, Pedro Sánchez sacó en Andalucía 557.793 papeletas más para el PSOE. Jiménez Barrios, Fiscal y Durán dicen que Díaz “está convencida” de que puede volver a la Junta y ellos también lo creen. “Merece la pena volver a intentarlo. No se entiende que habiendo ganado no lo vuelva a repetir. Las elecciones se ganaron, pero en un contexto político difícil, con la presión del independentismo catalán y la campaña del PP con los ERE”, dice Jiménez Barrios.
Otra persona que la conoce muy bien desde Juventudes asegura que para Díaz la presidencia de la Junta es solo el instrumento para seguir al frente de la secretaría general del PSOE andaluz. “Susana Díaz sigue pedaleando porque San Vicente [sede regional socialista] es su bicicleta y si no pedalea se cae. No tiene que ver con la presidencia de la Junta, por encima de cualquier otra cosa quiere seguir siendo la secretaria general. Y ha entendido que, si no es candidata, no lo será”, afirma.
Secretarios provinciales, diputados y senadores consideran que el talón de Aquiles del relato de Díaz es que, en 2017, si hubiera sido elegida secretaria general del PSOE, habría dejado Andalucía por la dirección de Ferraz de la que ahora tanto recela. “Eso forma ya parte de la historia”, dice el exvicepresidente de la Junta, sin entrar en más detalles. “Fueron tiempos pasados”, reitera José Fiscal. Pero para Toscano no es tan pretérito. “Ella quiso ser presidenta de España y se deslegitimó al dejar a Andalucía como un segundo plato. Los andaluces no se lo perdonan y ahí se nos fue parte de los votos. No queremos que pase lo mismo”.
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