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Avisos meteorológicos más contundentes y más claros

Aemet reformará progresivamente de aquí a dos años el sistema de Meteoalerta para enfocarlo a informar de las consecuencias de los fenómenos adversos, el modelo que usa EE UU ante los huracanes y tornados

Un joven con una tabla de 'snow', en el parque del Paraíso de Madrid durante el temporal 'Filomena'.
Un joven con una tabla de 'snow', en el parque del Paraíso de Madrid durante el temporal 'Filomena'.Alvaro Garcia (EL PAÍS)
Victoria Torres Benayas

¿Cómo es posible que cientos de ciudadanos se quedaran atrapados en sus coches a causa de Filomena si la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) alertó ocho días antes y las predicciones fueron certeras? El descomunal manto de nieve destapó las disrupciones de un sistema que hace agua y planteó la pregunta de cómo alertar mejor de un peligro meteorológico, máxime cuando el cambio climático apunta a una mayor frecuencia y dureza de los episodios extremos. Consciente de la necesidad de mejora, Aemet prepara una reforma en sus avisos, que ha adelantado a este periódico.

Ante una emergencia meteorológica, en España hay tres actores principales: Aemet, Protección Civil y Sanidad. La primera maneja el Plan Nacional de Predicción de Meteorología Adversa (Meteoalerta), un semáforo de cuatro avisos por colores, mientras que la respuesta es competencia de las Protecciones Civiles autonómicas, cada una con sus protocolos y alertas distintos por nombres, colores, o numéricos. Además, Sanidad emite alertas por calor, con cuatro niveles según su impacto en la salud. El resultado es un galimatías para el ciudadano y para los medios de comunicación, que se pierden en las nomenclaturas dispares, en los detalles técnicos y en el ruido que generan tal multitud de voces.

El abc de la comunicación de crisis dicta justamente lo contrario, como resume Natalia Sara, directora de la consultora Señor Lobo & Friends: un “único emisor con mensajes claros, sencillos y contundentes”. “Cuando hay varias voces y no coincide lo que dicen, la población duda. Hay que unificar el mensaje, centralizarlo y usar los canales adecuados para la sociedad del móvil y las redes”, subraya Sara.

De momento, este horizonte ni se contempla, pero uno de los pilares de la maraña, Meteorología, asume que hay un problema de comunicación con la ciudadanía y las autoridades. “Con Filomena lo hemos visto claramente, la predicción fue perfecta, pero el mensaje no llegó, no se creyó y no se activaron determinados protocolos”, admite Jesús Montero, director de Producción e Infraestructuras de Aemet. Por eso, la agencia ha iniciado un camino de reformas que llevará de los avisos por umbrales, que se disparan cuando se alcanzan determinadas cotas, a los avisos por impactos, es decir, a las consecuencias que tendrá para los ciudadanos, que es el modelo que emplea EE UU ante los huracanes y los tornados. “Hay un amplio consenso en la Organización Meteorológica Mundial de que hablando de impactos se entiende mejor y se asimila más el riesgo”, explica Montero.

Este tránsito se llevará a cabo dentro de “una profunda reedición de Meteoalerta, que incluye la revisión de umbrales y las zonas”. También se van a cambiar las instrucciones asociadas a los avisos, que ahora son las mismas para todos los fenómenos y que “serán específicas según el nivel y el tipo”. Además, Aemet va a crear un nuevo aviso, el 14º, que se sumará a los de lluvia, nieve, vientos... “Es el de calima o material particulado, será el primero orientado a impactos, tendrá los cuatro niveles y lo pondremos en marcha a finales de la primavera”, detalla Montero. En realidad, ya existe, pero muy limitado: se circunscribe a Canarias, solo hay amarillo y no contempla el empeoramiento en la calidad del aire, sino que está dirigido al tráfico y a la aeronáutica, ya que se activa cuando la visibilidad se reduce a menos de tres kilómetros.

“Se ha quedado corto”, admite Montero, para recordar que los modelos de predicción numérica ya permiten determinar las intrusiones de polvo y su concentración, como hace el Barcelona Dust Forecast Center. Pero lo más interesante es el cambio de paradigma: “Sus umbrales e instrucciones no son meteorológicos, sino que los ha fijado según su impacto en la salud el Ministerio de Sanidad y el Instituto de Salud Carlos II (ISCIII)”. Es decir, que no se alertará cuando haya determinada cantidad de polvo en el aire, sino cuando dicha concentración sea perjudicial para la salud.

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La tercera novedad afecta al calor, fenómeno en el que Aemet se propone acabar con la disparidad entre Meteorología y Sanidad. “Vamos a integrar los dos sistemas. Seguiremos ofreciendo los avisos por colores, pero adoptaremos los umbrales de Sanidad en cuanto a calor y a ola de calor y enlazaremos nuestras webs antes del verano. Además, antes de que acabe el año, los avisos contendrán información sobre las consecuencias en la mortandad”, avanza Montero. “Las temperaturas extremas afectan esencialmente a la salud y no puede ser que lancemos mensajes distintos”, reconoce el directivo. Lo mismo se hará después con otros fenómenos, empezando por el frío y la ola de frío. “Estamos en una fase de transición. La orientación a impactos será progresiva”, resume Montero, que calcula en “un par de años” el final del proceso. En una cuarta fase, se implementarán early warning o avisos tempranos con más de 72 horas de antelación.

Pero estos retoques en la buena dirección no son la reforma de arriba a abajo que reclaman expertos de todos los campos implicados y tampoco se producirán lo rápido que les gustaría. “Es hora de revisar Meteoalerta a fondo, hay que hacer una reflexión profunda de su filosofía”, reclama Ángel Rivera, antiguo portavoz de Aemet y uno de los padres del plan. “Los métodos y la fiabilidad de las predicciones han avanzado mucho”, recalca Rivera, que pide que los avisos incluyan la probabilidad de que ocurra el fenómeno y su impacto “porque a los ciudadanos les es indiferente que vayan a caer 20 o 30 litros, lo que quieren saber es si pueden salir de casa o no”. Lo ideal sería recibir en el móvil “un mensaje de qué va a pasar, cómo les puede afectar y qué pueden hacer para anticiparse y protegerse”. Algo de esto ya hay: Meteoalerta incorporó en 2018 canales RSS y Atom ―entre ellos, de avisos―, mientras que la aplicación permite suscribirse a fenómenos y recibir notificaciones cuando se alcance el nivel de riesgo que elija y con una antelación que va desde 30 minutos a 24 horas.

“El sistema está obsoleto, tiene poco sentido y no se arregla creando un aviso más. Se debería basar 100% en la comunicación del riesgo, sus posibles consecuencias y las acciones para paliarlo, y que haya un solo interlocutor”, reclama el meteorólogo Daniel Santos Muñoz, que usa una analogía sanitaria para explicar los fallos de la cadena. “Es como ir al médico y que te pida una analítica. La analítica, es decir, los avisos, marcan un asterisco en un valor anómalo. Pero el médico no te explica qué tienes de forma comprensible ni el tratamiento. Para colmo es de medicina general y te deriva al especialista, Protección Civil, que a su vez no te explica por qué te da cierta medicina y su relación con la analítica”.

El investigador Julio Díaz Jiménez, del ISCIII, reclama “planes integrados”, ya que cuando se produce, por ejemplo, una incursión de polvo “suben las temperaturas, empeora la calidad del aire, aumentan los incendios y las sequías son más severas y todo ello hace que aumente la mortandad, empeoren los problemas respiratorios y cardiovasculares y haya un aumento de la prematuridad y del bajo peso al nacer”. Para Díaz, “la educación ambiental es la clave”.

Rafael Gálvez, experto en Protección Civil y presidente de VOST España, un grupo de voluntarios digitales creado en 2011 para difundir información veraz sobre emergencias y desmentir bulos, opina que “el problema de base está en la idiosincrasia de los españoles: no existe conciencia del peligro, no somos proactivos ante los riesgos y no hay cultura preventiva”. El resultado es que los ciudadanos “no se creen los avisos, ni tampoco las empresas ni las administraciones”, por eso se ignoraron las advertencias con Filomena. La vía para cambiar esta mentalidad colectiva es “la educación en salvamento y primeros auxilios”. “Necesitamos crear una sociedad resiliente, como son las anglosajonas”, apunta Gálvez.

En este país en el que la palabra de moda es libertad, la profesora de la Universidad madrileña Carlos III Mercedes Pardo Buendía, especializada en Sociología del Medio Ambiente y del Cambio Climático, recuerda que “el ser humano se mete en un coche y se cree Dios”, por lo que aboga porque se prohíba “absolutamente” circular por vías que no van a poder soportar un determinado volumen de nieve. Pero a la hora de poner límites, la última palabra es política.

El ejemplo vasco

Una trabajadora de Euskalmet.
Una trabajadora de Euskalmet.GOBIERNO VASCO
Varios de los expertos consultados en este reportaje apuntan a una comunidad como el modelo que se debería copiar a escala nacional: el País Vasco. “Somos la única comunidad de España, yo diría que de Europa, en la que meteorología y emergencias no van cada uno por su lado”, subraya Iñaki Orbe, asesor de comunicación de la Dirección de Atención de Emergencias y Meteorología del Gobierno Vasco (DAEM), en la que se integran la agencia del tiempo autonómica, Euskalmet, y su 112, Sos Deiak. El resultado es que cuando hay aviso amarillo por olas, hay un único aviso y un único emisor.

El director del departamento, Fernando Izaguirre, explica que la fusión se decidió a finales de 2010 porque entendían que “las predicciones y el seguimiento en tiempo real de las variables hidro-océano-meteorológicas son clave a la hora de abordar situaciones de riesgo”, a la vez que se incrementa el ahorro y se optimiza el gasto público. Además de las funciones de cualquier servicio meteorológico, Euskalmet “está enfocada y orientada al impacto que el tiempo puede provocar”.

El DAEM, detalla Izaguirre, se divide en cuatro servicios “complementarios, interdependientes e interrelacionados”, una estructura que “garantiza la configuración de un sistema de respuesta integral a la emergencia”, que cubre y atiende “todos los extremos relacionados con estas situaciones”.


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Sobre la firma

Victoria Torres Benayas
Redactora de la sección de Madrid, también cubre la información meteorológica. Licenciada en Periodismo por la Universidad de Navarra, cursó el máster Relaciones Internacionales y los países del Sur en la UCM. En EL PAÍS desde el año 2000, donde ha pasado por portada web, última hora y redes, además de ser profesora de su escuela entre 2007 y 2014.

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