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La cúpula del PP de Rajoy se indigna ante el desmarque de Casado sobre el 1-O

Dirigentes del partido y ministros de aquel Gobierno desmienten que el actual líder popular tuviese ninguna intervención prevista esa jornada

Reunión del comité de dirección del PP en Madrid, en septiembre de 2017. Casado está sentado el segundo por la izquierda.
Reunión del comité de dirección del PP en Madrid, en septiembre de 2017. Casado está sentado el segundo por la izquierda.Tarek Mohamed (PP)
Javier Casqueiro

La cúpula del PP de Mariano Rajoy no era uniforme en 2017, pero este miércoles se unió en una reacción de sorpresa, estupor e indignación ante lo que calificaron de sorprendente “giro catalanista” del actual líder del partido, Pablo Casado. El presidente popular confesó el martes en una entrevista en la emisora catalana RAC1 su desacuerdo con la estrategia seguida por Rajoy y la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría con respecto al referéndum ilegal del 1-O. Casado sostuvo que ese día se negó a comparecer pese a que ejercía de portavoz del partido. Media docena de dirigentes del PP y ministros de aquella etapa, consultados por EL PAÍS, desmienten esta versión de los hechos.

“En campaña pasan cosas exóticas y sorprendentes”, comenta uno de los ministros más relevantes de aquel gabinete sobre las palabras ahora de Pablo Casado. Este ministro fue de los que más se mojó en el apoyo al presidente Mariano Rajoy en aquellos conflictivos meses previos a la consulta soberanista y después apoyó a Casado en el congreso del partido en el que venció a Santamaría.

“Aún estoy con la boca abierta y flipada”, indica una miembro de aquel equipo de dirección en el PP sobre la intervención de Casado, que interpreta como “un error” propio de la “inseguridad” generada por los malos datos que se pronostican para los populares en las elecciones autonómicas catalanas de este domingo.

Algunas encuestas sitúan al PP al borde de no tener representación parlamentaria. “El nuevo equipo que rodea a Casado quiere construir un relato de que ellos no están ensuciados con nada, ni con la corrupción de Luis Bárcenas ni con lo que sucedió en Cataluña en el 1-O, pero no es verdad”, remacha otro alto cargo que sí estuvo aquellos días y muchas madrugadas en La Moncloa.

Casado se ha tomado estas elecciones del 14-F en Cataluña como algo más que un examen político personal. En octubre decidió romper lazos con la ultraderecha de Vox y Santiago Abascal y desde entonces padece la sombra de esa formación en la nuca, con el riesgo del sorpasso.

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El martes acudió a lo que en el PP entienden como territorio mediático hostil, para ser entrevistado en RAC1 por Jordi Basté, que le preguntó en catalán si había hablado con Rajoy y la vicepresidenta Santamaría de las consecuencias de aquel 1-O. Casado contestó que aquel 1 de octubre era el portavoz del partido y decidió no comparecer en rueda de prensa.

El periodista le preguntó entonces por qué. Y Casado se explayó: “Porque mi posición respecto a lo que estaba pasando y a lo que tiene que pasar en Cataluña es pública y conocida y es lo que me llevó a presentarme a presidir el PP. Yo decidí no salir a explicar lo que estaba pasando, porque no estaba de acuerdo con los que estaban diciendo que se estaba votando en unas elecciones homologables, porque eso no eran unas elecciones homologables, ni estaba de acuerdo con los que decían que allí no se estaba votando, porque lo que se estaba viendo en la televisión era algo que en mi opinión se tenía que haber evitado”.

—¿Por tanto no le gustaron esas imágenes de cargas policiales? —le preguntó el entrevistador.

—Bueno, yo lo que tengo que decir es que eso se tenía que haber evitado...

Ninguno de los ministros o dirigentes del PP consultados por EL PAÍS recuerdan ninguna intervención de Casado, ni pública ni interna, en la que cuestionase la estrategia seguida entonces por Rajoy y que comandó Santamaría. Todos ellos desmienten que aquella jornada Casado tuviera previsto comparecer como portavoz del PP, porque lo hizo el propio presidente del Gobierno desde La Moncloa.

Fue allí cuando Rajoy, acompañado solo por Santamaría y los ministros Alfonso Dastis e Íñigo Méndez de Vigo, reafirmó varias veces: “No ha habido referéndum, hemos asistido a una mera escenificación. Ha sido un ataque premeditado y consciente, al que el Estado ha reaccionado con firmeza y serenidad. Hemos hecho lo que teníamos que hacer, actuando solo con la ley”.

Aquella jornada solo estuvo en la retaguardia de la sede del PP su coordinador general, Fernando Martínez Maíllo, que tampoco compareció en rueda de prensa. Sí lo hizo Martínez Maíllo como número tres del PP, al día siguiente, el 2 de octubre, tras un comité de dirección que presidió Rajoy, y al que acudió Casado como los demás vicesecretarios. Varias fuentes presentes aquel día confirman que no hubo debate alguno y el mensaje de Maíllo se dirigió a “reforzar la unidad” con el PSOE y Ciudadanos porque Rajoy se reunía esa tarde en La Moncloa con Pedro Sánchez y Albert Rivera.

Este martes, en la entrevista radiofónica, Casado reiteró que aquel 1-O había que haber evitado lo que pasó y ofreció como su alternativa, “desde el punto de vista judicial, que el juez actuara antes de esa mañana” y, desde el político, volver a 2003 para evitar el “mal pacto del Tinell”, entre el PSC de Pasqual Maragall y ERC, y la posterior deriva soberanista de la CiU de Artur Mas.

El PP de Rajoy era un partido heterogéneo en el que el líder presumía de mirar para otro lado cuando le asaltaban, incluso en citas reservadas, los problemas, rencillas y enfrentamientos entre responsables de distintos sectores, como sucedía a menudo entre Santamaría y Dolores de Cospedal, la secretaria general del partido.

El desmarque catalanista de Casado sentó mal a todos este miércoles, incluso a los ministros que sí discutieron “con tensión” en aquel Gabinete que el mantra defendido por la vicepresidenta de que el 1-O no iba a haber ni urnas ni votación al final se fuese a cumplir. En alguno de aquellos Consejos de Ministros con Rajoy sí “se puso en cuestión que todo estuviese bajo control” como mantenía Santamaría, pero en aquellas sesiones no estaba Casado. Y luego todo se aprobaba por unanimidad. Dos exministros de Rajoy coinciden: “Aquello fue una decisión de Gobierno y la asumimos todos, incluso los que temíamos que todo saliera tan mal, como pasó”.

Cuando sí era portavoz

En junio de 2015, Mariano Rajoy, aconsejado y presionado por varios frentes, afrontó una importante renovación en la cúpula del PP con el nombramiento de cinco jóvenes vicesecretarios nacionales. En aquella remodelación designó a Pablo Casado como portavoz y responsable de Comunicación. Aquel Casado de 34 años se había significado por acudir a los platós de televisión desacomplejado a defender a su partido ante sus numerosos casos de corrupción. Dos años más tarde se desató el desafío separatista en Cataluña. En aquellas semanas previas al referéndum ilegal, La Moncloa y la cúpula del PP coordinaron sus estrategias para que todos los fines de semana Casado y la catalana Andrea Levy, como nueva vicesecretaria de Estudios y Programas, se turnaran para repetir las tesis del Ejecutivo de Rajoy y atacar al independentismo. Es lo que hizo Casado, de forma especialmente violenta, en las dos ruedas de prensa oficiales en el PP antes de la consulta, el 11 y el 18 de septiembre, incluso en tono de mofa: “Los únicos apoyos de los independentistas son el etarra Otegi, el prófugo por violación Assange y el dictador Maduro”.


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Javier Casqueiro
Es corresponsal político de EL PAÍS, donde lleva más de 30 años especializado en este tipo de información con distintas responsabilidades. Fue corresponsal diplomático, vivió en Washington y Rabat, se encargó del área Nacional en Cuatro y CNN+. Y en la prehistoria trabajó seis años en La Voz de Galicia. Colabora en tertulias de radio y televisión.

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