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Beethoven en el espejo granadino

Slobodeniouk y la Sinfónica de Galicia culminan brillantemente el ciclo de sus nueve sinfonías en el Festival de Granada

Dimas Slobodeniouk saluda a un músico durante el concierto en el Palacio de Carlos V de Granada.
Dimas Slobodeniouk saluda a un músico durante el concierto en el Palacio de Carlos V de Granada.Pepe Torres (EFE)

La Orquesta Sinfónica de Galicia (OSG) ha cerrado el ciclo de las nueve sinfonías de Beethoven programado por el Festival Internacional de Música y Danza de Granada. En el Palacio de Carlos V y bajo la dirección de su titular, Dima Slobodeniouk, ha interpretado su segundo programa monográfico Beethoven en conmemoración del 250º aniversario de su nacimiento. En programa, la Obertura Coriolano, op. 62; la Sinfonía nº 1 en do mayor, op. 20, y la Sinfonía nº 3 en mi bemol mator, “Heroica”, op. 55 del maestro alemán.

Slobodeniouk hizo una correcta lectura de la obertura, en la que hizo patentes los caracteres en ella representados –uno, el de Coriolano, belicoso y oscuro y un segundo, el de su madre, más lírico-. Tras esta, la interpretación de la Primera se atuvo a su estilo clásico pero el maestro ruso dejó asomar el germen de ese romanticismo sinfónico que Beethoven hizo estallar a partir de la última obra del concierto. La versión de que se escuchó en la retransmisión desde el Palacio de Carlos V tuvo una dinámica de fina gradación, una lectura tersa y un contraste de tempi bastante acusado, lo que la dotó en todo momento de esa rara perfección de las cosas sencillas.

La Heroica -que cerraba un concierto tocado sin pausa intermedia, como el anterior- marca un antes y un después en el “corpus” musical de Beethoven y en toda su extensión sobrevuela el espíritu rebelde del de Bonn y su afán de trascendencia. También en esta hubo un adecuado contraste de tempi, marcando los diferentes caracteres de cada movimiento.

Así, tras el empuje arrollador del primero, Allegro con brio¸inicial, la marcha fúnebre del segundo, Adagio assai, tuvo una lectura llena de oscuros sentimientos iluminados por el color de los solos, especialmente los de oboe. Fue de destacar la fuerza telúrica surgida de los tresillos de los contrabajos a partir de los compases 160/161, cuya expansión hasta el final del movimiento fue la mejor expresión de la peculiarísima fuerza beethoveniana.

La gran tensión expresiva lograda en el Adagio assai se prolongó en el Scherzo, apoyada en su fuerza rítmica. La sección de trompas de la Sinfónica de Galicia aportó en el Trio el hermoso un bello oxímoron de brillo solar a la noche granadina, como el amanecer de un nuevo tiempo sinfónico. La Sinfónica y Slobodeniouk crearon en este inicio del finale un carrusel de emociones. El poco andante del movimiento constituyó un respiro antes del torbellino de sensaciones y sentimientos de su final, presto, y su final de ponderada y bien medida contundencia.

El silencio de la orquesta tras esta Heroica fue acompañado de una ovación categórica del público de la que surgieron oleadas de bravos como la imagen especular de la fuerza contenida en la música sinfónica de nuestro sordo universal.

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