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“Nadie pensaba que nos iba a alcanzar tan de sopetón y con tanta intensidad”

La UCI del Hospital Clínico de Valencia ha pasado de uno o dos ingresos diarios por covid-19 a uno o dos semanales

Cristina Vázquez
Uno de los pacientes ingresados con Covid-19 en la UCI del Hospital Clínico de Valencia.
Uno de los pacientes ingresados con Covid-19 en la UCI del Hospital Clínico de Valencia.Mònica Torres

Han pasado casi dos meses desde que el coronavirus irrumpió brutalmente en sus vidas y un cartel, escrito a mano en un sencillo folio con la frase ‘Juntos podremos’, está bien visible en una de las salas UCI del Hospital Clínico de Valencia. El número de ingresos en la unidad de críticos se reduce poco a poco después de semanas de incertidumbre y de superar el primer pulso a la covid-19. Es mediodía, parte del turno está comiendo y en la sala se respira tranquilidad. Dos sanitarias se embuten en el buzo, se colocan las mascarillas, las gafas y el resto de su equipo de protección individual porque Adela, una paciente afectada por coronavirus, debe acostarse después de unos minutos incorporada. Ha vencido la fase más crítica y ahora habla sin parar y bromea con el personal sobre lo cerca que está de poderse comer una paella.

“Al principio había mucho susto. Nadie pensaba que nos iba a alcanzar tan de sopetón y con tanta intensidad. Hemos vivido otras epidemias pero no tan virulentas en la transmisión”, explica Marisa Blasco, jefa del Servicio de la UCI de este hospital y presidenta de la Sociedad Valenciana de Intensivos. Venían noticias de China y las reuniones diarias de los jefes de intensivos comenzaron el 26 de febrero, aunque el primer ingreso en críticos no se produjo en este centro hasta el 12 de marzo. “Nos preparamos para lo peor”, apunta aunque la crisis sanitaria valenciana no es comparable con lo vivido en las unidades de críticos de Madrid o Barcelona, absolutamente desbordadas.

De las 16 plazas de cuidados intensivos que tiene el Clínico se prepararon con antelación para disponer de muchas más plazas, reconvirtiendo quirófanos y reforzando el personal hasta las 80 personas, profesionales que saben manejarse con un ventilador y la tecnología que hay en el servicio. En los peores momentos tuvieron ingresados en la unidad hasta 21 pacientes críticos. En su caso, la punta se dio a finales de marzo. “Hemos pasado de tener uno o dos ingresos diarios y muy pocas altas, a tener ahora uno o dos ingresos a la semana y bastantes altas. Parece, y lo digo con muchísima prudencia, que nos estamos estabilizando y es posible que salgan más pacientes de los que están entrando. No sabemos si habrá un repunte”, añade esta veterana de la medicina con 27 años de trayectoria. En el momento álgido de la crisis, añade Blasco, tenían ocupado un 70% de los recursos que podían usar.

Los momentos más angustiosos fueron el susto y la incertidumbre del principio porque no sabían qué iba a pasar y fue el peor momento para el personal sanitario. Después, lo anormal se ha convertido en normal. Muchas más personas han salido victoriosas de la enfermedad de las que no. “Hablamos de una proporción de cuatro a uno. No era lo esperado, se hablaba de cifras del 50% de mortalidad en los pacientes muy enfermos en las UCI”, dice Blasco. La situación de duelo siempre es complicada y en los momentos de más presión asistencial se multiplica “por cien mil” porque no había familiares y les ha tocado a ellos vivirlo en primera persona.

En este tiempo, ha habido momentos gratos, cada alta lo ha sido. La primera la tienen grabada “porque da mucha alegría". El paciente se va diciendo te quiero, os quiero mucho, y es gratificante y muy emocionante, asume la especialista. “He visto a compañeros llorar con el paciente y su familia en la primera videoconferencia después de 15 días de crisis. Estaban la mujer, el paciente y la doctora llorando como magdalenas. Son momentos que te hacen crecer y que luego nos pasarán factura, espero que una factura positiva”.

El personal de la UCI va y viene durante esta especie de tregua. Las cifras de ingresos hospitalarios y el paso a la unidad de críticos ha mejorado en los últimos días; la curva se ha aplanado, como dice la consejera de Sanidad, Ana Barceló. Llegan agotados a casa pero cuando están en la UCI se sienten útiles. “Si tenía alguna duda sobre mi trabajo, que no era el caso, después de lo que hemos vivido, se ha disipado por completo”.

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Para los enfermos, el paso por la UCI es extraño. Pasan dormidos muchos días, conectados a la ventilación mecánica. El personal de la unidad intenta que se cumplan las rutinas, que se diferencie la noche del día pero la normalidad es difícil porque entramos en estas habitaciones, acristaladas como si fuéramos de la NASA, con mascarillas y gafas, a veces se nos oye mal. Así que cuando salimos del box, te sacas la mascarilla y les dices ‘oye, que la que acaba de estar contigo soy yo’”. La flojera de los pacientes es brutal. “Es como el quebrantamiento que sientes con una gripe pero multiplicado por veintemil, es como si tuvieras tres camiones encima de ti. Ese es su despertar. Respirar les cuesta esfuerzo, ese agotamiento es duro para ellos”, concluye Blasco.

Otra paciente con covid-19 en el box de la unidad de críticos del Clínico de Valencia.
Otra paciente con covid-19 en el box de la unidad de críticos del Clínico de Valencia.Mònica Torres

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Cristina Vázquez
Periodista del diario EL PAÍS en la Comunitat Valenciana. Se ha ocupado a lo largo de su carrera profesional de la cobertura de información económica, política y local y el grueso de su trayectoria está ligada a EL PAÍS. Antes trabajó en la Agencia Efe y ha colaborado con otros medios de comunicación como RNE o la televisión valenciana À Punt.

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