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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Un socialista de la vieja escuela

Enrique Múgica Herzog presumió siempre de su triple condición de judío, vasco y español

Enrique Múgica, durante una entrevista en Madrid en 2001.
Enrique Múgica, durante una entrevista en Madrid en 2001. Uly Martín

Enrique Múgica Herzog fue un hombre inteligente, culto y de bien. Presumió siempre de su triple condición de judío, vasco y español. Fue también un hombre valiente. Militando en el PSOE, trabajó por traer la democracia y las libertades a España, por el ingreso de España en la UE, por el establecimiento de las relaciones diplomáticas entre España e Israel y por el derecho a la diferencia, condenando sin ambages el racismo y el antisemitismo.

Entre 1988 y 1991, fue ministro de Justicia y estuvo al frente del Defensor del Pueblo de 2000 a 2010. En 1997, el Gobierno de Aznar le nombró presidente de la comisión de investigación de las transacciones de oro y comerciales entre España y el Tercer Reich durante la II Guerra Mundial.

Conocí a Enrique el 3 de marzo de 1980 en casa de Max Mazin en Madrid, minutos después de que este último fuese víctima de un atentado cometido por una rama del Frente para la Liberación de Palestina. Asesinaron al empresario Eduardo Cotelo Villareal (al confundirlo con Mazin), padre de nueve hijos y vecino de Max Mazin. Aquella mañana tuve ocasión de escucharle y aprender acerca de su ideario político. El 23-F, tenía yo cita con él en el hotel Miguel Angel para presentarle a Samuel Hadas, quien más tarde sería nombrado primer embajador de Israel en España.

A pesar de la diferencia de edad, tuve ocasión de desarrollar una preciosa amistad con Enrique, quien fue testigo de mi boda en 1981. Meses después, me presentó a su madre y a su hermano Fernando, por quien sentía un tremendo respeto. Fernando fue asesinado por ETA de un tiro en la nuca el 6 de febrero de 1996 en San Sebastián delante de su hijo José María. Esto marcó un antes y un después en la vida y el pensamiento de Enrique cuando declaró: “Ni olvido ni perdono a los asesinos”. Condenó el nacionalismo excluyente, el fanatismo y la violencia como medio para alcanzar objetivos políticos.

Era un socialista de la vieja escuela, partidario de la libertad y del diálogo, orgulloso de sus raíces, que nunca se planteó conflicto alguno entre sus lealtades y que creía profundamente en una España libre, plural y diversa.

Isaac Querub Caro es presidente de la Federación de Comunidades Judías de España.

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